· T r e i n t a & C u a t r o ·

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🎶 Shake It Off 🎶

"But I keep cruising

Can't stop, won't stop moving"

La familia Harrison me recibe el viernes después de comer en su casa a las afueras de la ciudad. Extiendo la mano a quien me abre, que resulta ser el ama de llaves.

Por si eso no fuera poco, también descubro que tienen un chef privado que les lleva la cena y el almuerzo a la hora, según me comenta el padre después de presentarme a los niños.

No recibo mucho más contexto aparte de que hay una fiesta importante fuera de la ciudad a la que deben asistir. El señor Harrison ronda los cincuenta años y aunque no lo dice, es fácil adivinar que tiene un puesto de trabajo importante.

Los niños son tres: Connor de doce, Eva de ocho y Delilah de cuatro, compañera de Sophia. Al principio me da un poco de miedo quedarme de responsable a su cuidado. ¿Y si no les caigo bien? ¿Y si planean alguna venganza digna de película de miedo contra su niñera?

Sin embargo, son un amor. Connor solo quiere jugar a la consola, lo que sus padres han autorizado por un máximo de una hora. Eva me pide cocinar galletas y Delilah me persigue como si me hubiesen rociado con brillantina.

Las niñas son increíbles, realmente inteligentes y muy educadas al hablarme. La verdad es que la casa es espectacular, prácticamente una mansión, detalle que se le olvidó mencionar a Beth. Cada niño tiene su habitación con baño propio pero no solo eso, hay una piscina climatizada en el sótano, un gimnasio y un pequeño jardín.

Pasados los minutos incluso Connor deja la Play para unirse a nosotras y nuestra masa de galletas. Vemos juntos una película de dragones y aventuras y acuesto a la más pequeña a la hora que su padre me ha indicado.

Los otros dos se quedan un poco más, porque sinceramente me parece muy temprano ya que son las nueve de la noche de un viernes y tienen ocho y doce años.

Jugamos al Monopoly y hacemos palomitas. A las once ya estoy en mi cama y pienso que ha sido un día espectacular.

Adrien me escribe durante la noche. Quiere saber si estoy bien y yo ruedo dentro de la cama king size con sábanas de seda egipcia que me han asignado. Me siento como una princesa.

A la mañana siguiente soy la primera en despertarme, pero Delilah no tarda en seguirme. Hacemos tortitas y luego todos nadamos en la piscina.
Connor me pide ayuda con los deberes, que me parecen demasiado complicados para un niño de doce años. Terminamos buscando ayuda en internet y me duele un poco la cabeza tratando de comprender lo que dice su redacción.

Cuando los padres regresan es prácticamente la hora de dormir de Delilah, así que me quedo un poco más para darle el beso de buenas noches y después Eva y Connor me piden cenar con ellos.

Para el momento en el que llego a casa, sé que ha sido un fin de semana duro pero bonito. Esos niños me han dejado muy buen sabor de boca y al mismo tiempo la sensación de querer volver a verlos pronto.

 Esos niños me han dejado muy buen sabor de boca y al mismo tiempo la sensación de querer volver a verlos pronto

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