Capítulo 4: Cicatrices

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LORENZO

—Y estas son mis propuestas para la nueva imagen de todos los empaques, jefe.  —La ola de aplausos me devuelven a la realidad. Estamos en una reunión importante—. ¿Qué opina?

—¿De qué?

La pregunta hace reír discretamente a Tania. Por fortuna, Paloma me salva, haciéndome un breve resumen de la junta. Lo fue anotando en su libreta de notas.

—El diseño tres es interesante. —Miro a los demás, en busca de aprobación, pero parecen darse cuenta que ni siquiera lo he visto bien ninguno.

—El diseño tres tiene similitudes con el actual, si quiere algo diferente, creo que el dos es el más indicado. —De nuevo Paloma hace su gran acción del día, pero parece arrepentirse de su comentario e intenta disculparse.

—Tiene razón. Gracias, Paloma. —Tania la interrumpe—. Además me resulta muy bien que en la imagen del producto esté en el empaque como si ya estuviera servido en un ideal platillo, me encanta, muy bien, Raúl.

De nuevo una ola de aplausos, incluso me uno a ella, espabilándome. Honestamente no he podido concentrarme en estos días, Paloma el lunes por la mañana me exigió que no me metiera en su vida. Aunque primero se disculpó por pedírmelo de ese modo, pero me dejó claro que no debo andarle preguntando cosas privadas, a menos que esas cosas contribuyan a su buen desempeño laboral, lo cual no será, según dijo, o algo así. No recuerdo bien todo, solo sé que me recalcó que ya no somos unos adolescentes, además me dio las gracias por darle el empleo y no despedirla, y que su promesa de ser una excelente asistente para mí seguía en pie.

Y yo le he hecho caso toda la semana, por supuesto.

Por otro lado, también he pensado en su situación. Sí, ella me dijo que no debía meterme en su vida, pero, ¿qué puedo hacer? No puedo evitarlo, yo no recordaba una Paloma tan hostil con la vida y sé que por supuesto ella cambió pero mi interior insiste en averiguar qué tuvo que haberle pasado para que ella fuera así. Yo quizás maduré pero creo que aún conservo mi personalidad de antes y ella simplemente parece otra persona, como si alguien le hubiera dicho que estaba mal ser quien era.

El tema de su hijo, me cayó como balde de agua helada. Sonará estúpido, pero sentí como si en mi interior algo se desconectara. Después me preocupé de un modo que, esa misma tarde, me pareció exagerado.

¡Ni siquiera eramos amigos, caray! Y yo hasta quería saber quién era el cabrón que la dejó con su hijo a su suerte. Porque es más que evidente que está sola en esto.

De igual modo, ella me dijo que, si me preocupaba un poco el asunto, que estaban bien y eso era lo único que me diría.

Estoy tan confundido.

Miro mi reloj. Ya falta poco para las tres, ya me voy a ir a casa a descansar. Necesito que mi cabeza vuelva a la normalidad o solo seguiré desconcentrándome por la vil nada.

Vale, es que no es la vil nada, pero, ¿qué puedo hacer?

—¡Lorenzo! —El ascensor se abre, mostrándome a una Paloma muy alterada, tan alterada que ni siquiera me dijo "señor Castro", así que me levanto del escritorio de golpe. Trae el café que le pedí hace rato consigo e intenta protegerlo a pesar de su aparente desesperación—. Ay, no me despidas, lo arruiné.

Cierra un segundo los ojos antes de volver a hablar.

—Llamó el señor Jonhan para hablar contigo de su reunión de mañana, traté de darle una excusa, como me dijiste, pero el hombre dijo que está en el estacionamiento y no tarda en subir. ¡No me despidas!

Hago un gesto de hartazgo, ese señor me cae mal.

—No es tu culpa, ese hombre es todo un caso —suspiro y decido acercarme a calmarla. Está asustada, tanto que se acerca a darme el café—. Ve a casa, yo lidiaré con él y... ¡Carajo!

Te debo mi odio©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang