Capítulo 6

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No pude ir a la pescadería, me regresé e hice lo que jamás hago: me encerré en el armario de la cocina y lloré en medio de la oscuridad hasta que me cansé. Volví a sentir la misma soledad que percibí el día que me di cuenta que nadie de mi familia regresaría porque los había perdido a todos. La oscuridad me abraza y cuando salgo del armario voy al mar, me quedo ahí viendo las olas y escuchando el marea pensando en cómo todo el mundo me abandona y que tal vez, solo tal vez, eso significa que debo estar sola y debería aceptar eso.

Finnick viene al día siguiente a ver como estoy, el teléfono suena, sé que probablemente es Peeta avisando que llego bien ya que prometió llamar en cuanto llegara al Distrito 12, pero ¿por qué quisiera escuchar a alguien que jamás va a volver?, ¿por qué dejaría que alguien entrara a mi casa para luego comprobar que se fue?

Siento tanta ira interna y tanta tristeza que creo que no lo puedo soportar más. No sé cuantos días han pasado, de vez en cuando salgo del armario y como algo tumbada en el piso junto con Kai, trato de acabarme los panes antes de que se echen a perder.

Una tarde Finnick entra, me encuentra en el piso e intenta hablarme, lo único que puedo hacer es ignorarlo, quiero que se vaya, siento que todo esto es su culpa, ¿por qué tenía que traer a Peeta a mi casa, a mi vida? lo odio tanto, no quiero ver su cara, y sobretodo no quiero ver su felicidad siendo restregada en mi cara.

Después de todo entiendo que no puedo seguir así, tengo que moverme y continuar con mi vida, ya le dedique una semana de sufrimiento, tengo que salir. Así que en la mañana me baño, me arreglo y salgo decidida al pueblo para ir a la pescadería de Finnick, se supone que el negocio es de ambos, yo pongo los barcos que quedaron de mi familia y él vende el marisco en la pescadería del pueblo, es un buen trato, yo no tengo que hacer demasiado, y a él lo mantiene ocupado solo lo suficiente.

Cuando llegó la cara de asombro de todos, tanto de Finnick como de Bay y Glan resultan incluso cómicas.

-¿Qué?- les digo con un tono de molestia, pero se que tengo que cambiarlo no puedo estar siendo tan hostil

-Me alegra verte aquí - dice Finnick mientras va saliendo del mostrador y se dirige hacia mi - ¿vienes por un poco de pescado?- me pregunta

-No, vengo a trabajar, no puedo estar en mi casa - quiero buscar un pretexto, pero sé que todos los aquí presentes saben porque no quiero estar ahí.

-Eres más que bienvenida - me rodea con su brazo Bay y comienza a despeinarme, lo cual hace que me sienta más apoyada y no tan sola.

-Gracias - digo esbozando una sonrisa – Ahora, ¿con que les ayudó? -

-Puedes hacer lo que mejor haces, atender el mostrador, porque todo el mundo ama hablar con Dy charladora- dice Glan y todos rien

Los días pasan, voy por las mañanas a la pescadería y por las noche me sumerjo en las pesadillas que cada vez se vuelven más vividas ya que ahora incluyen a Peeta, constantemente sueño con que él regresa, pero tan pronto me acerco a abrazarlo desaparece o se convierte en un agente de la paz que intenta asesinarme. Pasó la mayor parte de mis noches siendo atormentada, así que casi siempre estoy en la playa tratando de tranquilizarme e incluso conciliar el sueño en la orilla del mar, se ha convertido ahora en algo habitual el que me quede dormida sobre la arena.

Han pasado tres semanas desde que Peeta se fue, sigo sintiendo mucho coraje y depresión, no me permito sumergirme en ello porque sé que debo ser fuerte y más ahora que el bebe de Annie y Finnick, el pequeño Finnick, acaba de nacer. En la pescadería soy yo la que se está haciendo cargo de todo para que Finnick pueda estar apoyando a Annie en casa, en las noches voy y los visitó, incluso los fines de semana me la paso con ellos junto con Bay y Glan, pero no es suficiente porque cuando regreso a casa sigo estando sola, extrañando demasiado a Peeta y ahora también odiándolo por hacerme extrañarlo. Temo por estos sentimientos que estoy reprimiendo porque sé que eventualmente explotaran, no puedo negar esto que siento por mucho, creo que solo habrá dos opciones: o exploto o me sumo en una depresión.

Un amor inesperadoWhere stories live. Discover now