desrespeitoso

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Estaba nervioso, se sentía cómo si estuviese por tener la primera cita con la chica más linda y popular de su instituto

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Estaba nervioso, se sentía cómo si estuviese por tener la primera cita con la chica más linda y popular de su instituto. Así de idiota, inexperto y emocionado se sentía.
Ricardo había insistido en qué no era necesario ir hasta su hogar, que era mejor encontrarse en el lugar acordado, era terco y casi imposible el tratar de contradecirlo.

Él ya estaba en el restaurante que había elegido, había hecho un gran esfuerzo por conseguir una mesa de un momento a otro, contando con la suerte de una bondadosa pareja que accedió a venderle su reservación, había sido estafado terriblemente pero no le importaba.

—¿Gusta que le traiga la carta?

Preguntaba nuevamente el camarero, quién ya había dado varias visitas a su mesa en búsqueda de venderle algo al portugués, pero siempre terminaba por conseguir la misma respuesta.

—No, muchas gracias.—Le sonrió con amabilidad y el camarero se retiró.

¿Había llegado muy temprano? Miraba constantemente su reloj y los minutos parecían horas, ¿Se había arrepentido de asistir? O quizá...

Todos aquellos pensamientos se desvanecieron en su mente, al alzar la vista y observar al brasileño. Lucía reluciente, brillante cómo siempre.
Vestía una camisa negra de botones arremangada, pantalones de vestir ajustados gracias a un cinturón, zapatos de vestir y no podía faltar el rosario colgado de su cuello: era un poema, una obra de arte renacentista, una escultura que simulaba la seda en los pliegos de su cuerpo.
Se distrajo, tanto que no pudo ni responder correctamente al saludo del brasileño.

—Lamento la tardanza, Nazario se puso algo molesto y necesitaba mi ayuda e algunas cosas.—Dijo con nervios.

—Oh, no te preocupes, ¿Pedimos algo de comer?

El portugués le hizo una sutil seña al camarero de que finalmente podía acercarse, ambos hicieron su pedido luego de unos pocos segundos de indecisión, Cris ya tenía ventaja y había visto un rato la carta, mientras que Ricardo encontró lo primero que le llamó un poco la atención.

—¿Y cómo te fue hoy? Escuché que los entrenamientos ya comenzaron.

—Oh, de maravilla, tuvimos un partido y estuve en equipo con Maldini, así que supongo que me fue bien.

El portugués rió.

—¿Por Maldini? Eres modesto con él, créeme que tú eres mejor que él.—Llevó su mano a la de Ricardo, la cuál permanecía sobre la mesa, tomándola con suavidad.—Mejor que todos.

Sus pómulos terminaron por calentarse, sonriendo con nervios y alejó un poco su mano de la suya.

—Cris... No...

El portugués rió con algo de dolor, alejando su mano de la mesa.

—Entiendo, aún te cuesta. No nos hemos visto en mucho tiempo, creí que aprovecharías el tiempo para tratar de digerirlo.

—Cris, por el amor de Dios, estuve de vacaciones en Brasil con mi familia, no era el lugar más adecuado para pensar... Eso.

—¿Por qué no me hablas de cómo fue Brasil?

—Oh, fue precioso...—Sonrió con nostalgia.—No estuve muy cercano al fútbol, aunque fuí a ver un par de partidos en campos cercanos, la mayoría de niños o adultos.

La plática comenzó a ir en esa dirección, ambos relataban cómo fueron sus días sin la convivencia del otro, relatando un par de anécdotas divertidas que tomaron una pausa una vez que la comida llegó, aunque eso no los detuvo de continuar con cortos temas de conversación que cambiaban con constancia, luego de una media hora terminaron sus platillos pero continuaron charlando mientras bebían algo del vino que Cris había pedido para el brasileño. Pagaron la cuenta y salieron del restaurante.

—Bien, creo que es hora de que volvamos a casa.—Dijo Ricardo, quién metía sus manos en el interior de las bolsas de su pantalón.

—Hmm, claro, ¿Te acompaño al estacionamiento?

El brasileño asintió y ambos comenzaron a caminar en dirección al estacionamiento subterráneo del lugar, ya había oscurecido y los otros autos poco a poco salían del edificio. Mientras caminaban, el silencio había invadido el ambiente hasta que llegaron al auto del brasileño, se giró en dirección del portugués.

—Bien, nos...

Antes de poder continuar, Cris se acercó a su rostro y dejó un largo beso sobre sus labios, el cual fue correspondido con algo de timidez y duda, Ricardo posó sus manos sobre su pecho y apretó su camisa con sus manos.
Cris llevó una de sus manos a su cintura y recargó al brasileño en la puerta de su auto, apegando su cuerpo al suyo mientras ejercía un fuerte agarre en su cintura, apretando con sus dedos por encima de la tela de su impecable camisa, el beso era húmedo y desesperado, era fácil escuchar en ocasiones la respiración agitada de ambos cuando se separaban por milisegundos sólo para respirar. Finalmente se separaron, pero ni Cris ni Ricardo se alejaron.

—Te deseo cómo no tienes idea, hijo de Dios.

Era la primera vez que Cris utilizaba ese apodo frente a Ricardo, quién sonrió con nerviosismo.
Cristiano llevó su mano libre a su pecho, tomando el rosario que colgaba de su cuello, acercándose para dejar un suave beso sobre él, alcanzando a palpar la piel de su pecho con sus labios, era un acto obsceno e irrespetuoso que sólo logró hacer calentar al religioso.

—Alguien podría vernos...—Alcanzó a articular el más alto, poniendo sus manos sobre los fuertes hombros del portugués para alejarlo un poco de su pecho.

Cris suspiró con frustración, acercándose para dejar un último beso sobre sus labios, alejándose un poco del brasileño.

—¿Te gustaría volver a salir conmigo?—Preguntó con naturalidad, mirando al brasileño asentir con nervios.—Nos vemos.—Dejó un corto beso sobre su cuello, alejándose de él y despidiéndose con un ademán mientras caminaba en dirección a su auto.




—Dejó un corto beso sobre su cuello, alejándose de él y despidiéndose con un ademán mientras caminaba en dirección a su auto

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Los Chismes  ❛❛Criská❜❜Where stories live. Discover now