CAPÍTULO IV

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Eunji
Palacio Real, Kioto, Japón
(En medio de una reunión con ministros y señores feudales presentes a mitad de la noche)

- ¿Y? - El emperador me mira con juicio al otro lado de una mesa.

Le arrojo la bolsita con veneno en polvo cerca de él - Te lo dije - Se escuchan expresiones de asombro a nuestro alrededor.

- Su alteza - Alguien toma la palabra - Con el debido respeto hacia usted ¿Cómo puedes confiar en una enemiga?

- No la considero una adversaria - Le responde el emperador - Porque si lo fuera, estarían organizando su propia muerte.

- Señor - Habla el Capitán Renji - Espero sus órdenes.

Se escuchan murmullos.

El emperador se pone de pie y alza su puño derecho - ¡Corran la voz que he muerto, grítenlo por los cuatros vientos! ¡Construyan un arsenal falso cerca de la costa y coloquen trampas de caza entre la arena a su alrededor! Preparen catapultas y todos los recursos a nuestra disposición.

- ¡Sí, señor! - Todos gritan de forma unánime.

- ¡Los quemaremos vivos! ¡Que viva el Emperador Tenno! - Grita el Capitán Renji.

- ¡Que viva!

Mientras que todos salen de la sala, me quedo sentada en el centro. Esta emoción que me inunda es una que no sentía en años.

Siento como mi corazón late más acelerado. Siento mis nervios dar chispas por mi cuerpo.

Me siento viva.

***

(Poco después de salir el alba)

Toc-toc.

Abre la puerta Narantuyaa y nos mira desconcertado.

En este momento estoy escoltada junto Renji y otro guerrero. Este imbécil sigue hospedado en el ryokan, de seguro esperando a que regrese con aquella noticia que tanto desea.

No sabes lo que te espera.

- Su majestad no desea perras que no son para nada fieles a su dueño - Le dice el Capitán Renji.

El otro sujeto me empuja hacia el mongol - Para la próxima, ofrézcale mercancía de calidad.

Noto como se tensa ese idiota - Mil disculpas... No sabía que ella no tenía buenas intenciones. Es una estúpida que no sabe aprovechar las grandes oportunidades - Empieza a apretar mi brazo fuertemente.

- Respecto al pago por ella de nuestro emperador... - Renji nos mira con desprecio - Quédense con eso, es una pequeña limosna. Deberían estar agradecidos.

- ¡Por supuesto que sí! - Inclina su cabeza en señal de respeto y toma de la mía obligándome bruscamente a hacer lo mismo - Mil disculpas por las molestias... - Por el sudor que emana su rostro se nota que les tiene miedo.

Se retiran los soldados y el mongol cierra la puerta rápidamente.

Me mira con odio. Se le ve que quiere decirme algo, pero se cohibe en gritar.

- ¿Sabes lo que acabas de hacer? - Me toma del cuello - Te advierto que, si mi vida se ve amenazada por tu culpa, mi última acción será asesinarte.

Reyes de las EstrellasWhere stories live. Discover now