CAPÍTULO VI

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(Lectura en tercera persona)

Palacio del Emperador, Kioto (Dos días después de la batalla)

- Su majestad, zarparán el viaje hoy en la tarde a la península como se nos ordenó, ella estará segura - Le notifica el Capitán Renji a su emperador, refiriéndose a Eunji.

- Bien hecho, sino hubiera sido por esa mujer el destino de nuestro pueblo hubiese sido distinto y muy desgarrador.

- Señor, nuestros espías en China me han enviado varios informes.

- ¿Sobre qué, capitán? - Se sienta en su trono.

- Sus sospechas eran ciertas, señor. Han invadido Mongolia y ahora buscan conquistar la Península de Corea.

- ¡¿Qué?! - El emperador se sorprende - Sabía que esos chinos algo tramaban, pero ¿No se suponía que eran aliados de los mongoles?

- Al parecer no, señor.

- ¡Su majestad! ¡Su majestad! - Entra un soldado en el salón y se postra de rodillas ante el emperador - Lamento mi atrevimiento. La península coreana teme a una posible invasión, así que nos han dado parte de sus tierras en Baekje a cambio de ayudarlos con tropas y arsenal de nuestro ejército.

- ¿Señor? - El Capitán Renji espera su respuesta.

- Es nuestra oportunidad ¡Envíen tropas a Goguryeo! ¡Y trasladen numerosas familias para que produzcan nuestras nuevas tierras!

- ¡Sí, su alteza! - Le responden ambos soldados.

***

Costas de Yangzhou, China.

Durante varios días después de aquel conflicto, un bote salvavidas flotaba en el mar. En el iba un sujeto que estaba demasiado quemado por el Sol, desnutrido porque se había quedado sin provisiones, con una larga barba sucia y desordenada. Aquel hombre era un cobarde que dejó a sus guerreros peleando mientras él salvaba su propia vida y ellos perdían la guerra. Un emperador sin honor, el emperador Batbayar.

Se encuentra dormido. Las olas hacen que su bote tambalee de un lado a otro. La corriente lo arrastró hacia una costa muy lejana. Al chocar el bote con la orilla provoca una leve sacudida, lo que lo hace despertarse. Empieza a moverse lentamente, soltando un leve quejido debido a su cuerpo debilitado. Cuando comienza abrir los ojos poco a poco, detalla dos lanzas apuntándolo cerca de su rostro. Inmediatamente, él se reincorpora alejándose al otro lado del pequeño bote.

- Un momento... - Extiende sus brazos de emoción al detallar los uniformes - ¡Son soldados chinos! ¡Nuestros aliados guerreros! - Suelta una risa nerviosa al notar que aún no bajan las lanzas. Seguidamente carraspea - ¡Amigos! ¡Mis hermanos vecinos! Soy el emperador Batbayar. Necesito de su ayuda.

Una gran carcajada de un tercero resuena - Vaya.. Miren la basura marina que nos trajo los vientos - Se acerca posando su pie derecho sobre un lado del bote.

Batbayar siente que sus esperanzas se desvanecen en un segundo al detallar el rostro de aquel hombre, éste posee una cicatriz que empieza desde la parte izquierda de la frente hasta el lado derecho de su boca.

- Comandante Tai... - Pronuncia el emperador con una voz un poco temblorosa.

- Ahora entiendo por qué fue fácil invadirlos - El comandante lo mira con desagrado.

- ¡¿Qué dijiste bastardo?! - Batbayar ha quedado atónico y helado. Siente como sus nervios se alteran y empieza a sudar excesivamente.

Reyes de las EstrellasWhere stories live. Discover now