Adoptado 3

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La mañana comenzó con tranquilidad en la casa de paredes celestes. 

Noah era el primero en levantarse, besaba suavemente la frente de su esposa y le quitaba el cabello del rostro, para luego ir a darse una ducha para comenzar bien el día. 

Se colocaba su uniforme de policía, se aplicaba gel en el cabello, se arreglaba la barba y se dirigía a la cocina para  preparar el desayuno. 

El menú del día eran pancakes, así que se movió por la cocina buscando los ingredientes necesarios.

Leche, harina, huevos, mantequilla, azúcar, un bowl y algo para batir. 

Miel tal vez o mermelada, su esposa amaba las cosas dulces, así que probablemente ambos agregados. 

Dejó todo sobre la encimera de la cocina, junto al niño que lo observaba atentamente y comenzó a mezclar los ingredientes. 

Primero los ingredientes secos, como la harina y la azúcar, luego la leche y la mantequilla, mezcló todo hasta que estuvo bien incorporado. Cogió los huevos que le entregó el niño y batió por última vez, asegurándose de que estuviera en perfecto estado antes de dejar reposar la mezcla. 

Tomó dos platos para colocar la mermelada y la miel, pero se quedó congelado en medio de la acción, parpadeando con confusión un par de veces, antes de voltear a ver al chico. 

Gustabo estaba sentado en el mesón de la cocina, mirándolo con curiosidad con esos grandes ojos azules y sus cabellos rubios estaban en todas direcciones. En sus manos tenía una galleta de chispas de chocolate y la masticaba lentamente, sin emitir ni un solo sonido. 

En defensa de Noah, hasta que no había tomado su cafe de la mañana, su cerebro no funcionaba a la perfección, por lo que no se había percatado de la presencia del niño. Decidió que para enfrentar esta situación primero debía estar más espabilado, así que fue a colocar la cafetera.  

Un par de minutos después y con un café en la mano, se sentó en un taburete, cerca del pequeño rubio. 

-Hola Gustabo, mi nombre es Noah Holliday- Se presentó tratando de suavizar lo más posible su voz. 

En un movimiento lento, extendió su mano hacía el ojiazul. El chico se lo pensó unos segundos, antes de tomar su mano y estrecharla, reconociendo su presencia. 

-Sé que ayer no hablaste mucho con mi esposa, así que me gustaría comentarte sobre nuestros planes- Comenzó a hablar- Evidentemente, vimos que eras un niño que vive en la calle, por lo que nos gustaría saber si te interesa la oferta de vivir aquí con nosotros. 

Gus ladeo la cabeza con confusión, tratando de encontrar donde estaba la trampa en sus palabras, porque esto no podía ser real. 

Ellos se veían como buenas personas, tenían una casa bonita y llena de adornos y cosas suaves, tenían un columpio… Todo estaba bien aquí, no estaba sucio, había agua y comida, era un lugar bonito y agradable, entonces ¿Por qué lo querrían a él?

Gus no era amable, no sabía leer con fluidez, jamás había ido a la escuela, robaba para sobrevivir. No era considerado un niño bueno o una persona decente… ¿Cómo alguien como ellos podría quererlo cerca?

Pero por más que buscaba en el rostro del hombre, lo único que veía era honestidad. 

-¿Por qué? No soy bueno- Dijo tras unos minutos en silencio. 

-En la vida no solo existen los buenos y los malos. Eres un niño que trata de sobrevivir en las calles, has hecho lo necesario para seguir con vida. Yo soy policía, hago cosas que otras personas no pueden entender o con las que no estarían de acuerdo, pero es lo que tenemos que hacer y eso no nos hace ser malos- Explicó el mayor. 

Historias Gortabo y OtrosWhere stories live. Discover now