Capítulo 51: Divorcio

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Jayden se puso de costado. Dándole la espalda al albino.

Aleksander se volvió a acercar a su esposo, repartiendo besos en su espalda desnuda, también en su cuello, muy cerca de la marca.

— ¿Fui muy brusco? — pregunta el alfa mirando a su omega.

Jayden niega levemente.

— No, no es eso.

— ¿Entonces? — Jayden mira a su esposo.

— Alek... — el omega agarro el rostro de su alfa entre sus manos — Si yo cometiera un error... ¿Me perdonarías? — pregunta en un susurró.

El albino frunció el ceño. Hace al menos seis meses, él había hecho la misma pregunta.

— ¿Está todo bien? — Jayden asintió — ¿Seguro mi amor?

— Sí. Solo fue curiosidad.

Aleksander acarició la mejilla de su omega con delicadeza, y luego depósito un beso en sus labios.

— Hagas lo que hagas, no me importa. Mientras sigas a mi lado, con nuestros hijos, conmigo. Nada de lo que hagas o hayas hecho, me importa.

— Te amo, Aleksander Románov.

— Yo también te amo, Jayden Románov. — respondió el alfa y beso sus labios.

Jayden sabía que las palabras de su esposo eran ciertas. Pero aun así tenía miedo. Por más fuerte y sincero que fuera el amor que Aleksander sentía hacia él, todavía cabía la posibilidad de que el alfa llegará a desconfiar de él en algún momento, o peor aún, odiarlo.

Miro a su costado, Aleksander ya se encontraba plácidamente dormido a su lado, con un brazo alrededor de su cintura.

— Alfa... — lo llamó, asegurándose de que el albino esté dormido. — ¿Seguirás conmigo, cuando sepas la verdad?

Se liberó con suavidad del agarre de su esposo, y caminó hacia el baño. Prendió el agua y dejó que la tina se cargará, mientras el permanecía sentado en un banquillo que había en el baño, esperando que el agua llenará la tina.

Cuando el agua termino, finalmente, de llenar la tina con agua, Jayden se sumergió en ella. Necesitaba poner su mente en claro. Habían cosas que el no le había dicho a su esposo, incluyendo que intento ayudar a Ares para que escapara con Alyra, así ellos se podrían ir lejos, donde nadie los encontrara.

Tenía miedo, mucho miedo, sobre todo sabiendo las cosas que faltaban por decirse, las cosas que faltaba porque supieran. Cerro sus ojos, intentando despejar su mente, intentando olvidarse de todas aquellas cosas que solo hacían peso a su conciencia y corazón.

La mujer abrió la puerta del lugar, lo que le permitió oír las risas de las personas dentro.

El niño se removió incómodo, cuando el olor a tabaco y alcohol llego a sus fosas nasales. Hizo una mueca de asco, pues, no estaba acostumbrado a ese tipo de olor. 

Victoria agarró la mano del niño de ocho años y lo obligo a caminar hacia el interior del edificio. Una mujer de cabellera negra se puso en medio del camino de la omega, deteniéndola.

— Tercera puerta, a la derecha — hablo la mujer, y su mirada se desvió al niño de ojos verdes, que la miraba con atención. — Mi nombre es Adeline, ¿cuál es el tuyo pequeño?

— Es tímido, discúlpalo — Adeline miro a la rubia. 

— Llévalo a casa, Victoria. Llévatelo de aquí.— susurra la mujer mirando a la rubia, Victoria negó. 

Un Voto De Honor Y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora