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Muchas dudas se aglomeraron en su cabeza, todas ellas aumentaban su curiosidad y al mismo tiempo, le asustaba saber su respuesta

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Muchas dudas se aglomeraron en su cabeza, todas ellas aumentaban su curiosidad y al mismo tiempo, le asustaba saber su respuesta. ¿Era posible que un sujeto así estuviese libre y rondando su hogar? Peor aún, ¿de verdad cabía la posibilidad de estar relacionados?

Esa última duda le aterraba a niveles que jamás imaginó, y esperaba solo fuese un malentendido o una simple casualidad. De ser algo que permanecía en esa casa, sus padres se habrían dado cuenta. Y, sin embargo, la lógica le decía que cualquier otra explicación no encajaba. De ser alguien externo, ¿por qué elegir su casa, sus padres y a él en particular para todo eso? ¿Quería que lo investigara acaso?

«... puede ser la que le de las herramientas para saber quién sigue en el juego», decía la nota, incitándolo, lanzándole una invitación o una amenaza, o tal vez la promesa de que algo más iba a suceder pronto. Tic Tac, sigue el reloj y su curiosidad ansia saber quien se esconde detrás de esas notas. ¿Serán la misma persona?

Sacó de su bolsillo aquella extraña llave, apretándola de más sobre la palma de su mano y sintiendo sus bordes clavarse en su piel. La había estado buscando, pero ahora que la tenía en su poder dudaba seriamente en querer saber el contenido de esa caja. Sin embargo, sabía que podía ser un indicio para dar la con identidad del dueño. pero, ¿qué haría con esa información? No pueden culparlo de complicidad solo por tener el diario, ¿o sí?

Respiró profundo y sacó el cofre, insertó la llave y con un sonoro clic se abrió saltando virutas de polvo a su alrededor. Dentro, una serie de objetos que no tenían sentido se agrupaban allí. Primero vio un pequeño par de zapatos blancos, al parecer de niño, como los que solía usar el mismo de bebé. Un hallazgo normal entre tanto misterio, solo si no estuviese manchado de sangre seca. Junto a esto, la foto de una hermosa mujer a blanco y negro con un vestido largo que cubría su panza de embarazada.

Recordó las notas del diario, mencionaba una y otra vez a una mujer embarazada que murió en el parto, cuyo hijo fue vilmente asesinado por el rencor de haber perdido a su madre. ¿Será ella? sin marca ni nombre, no sabía de quien se trataba.

Un mechón de cabello rubio amarrado con una cinta se encontraba pegado a una nota de periódico de finales de febrero de 1960, en esta se describía el hallazgo del cuerpo de un niño de tan solo doce años de edad, sin vida y con todos los característicos signos de tortura y abuso sexual. Entre tantas cosas, un par de trozos de tela con sangre, un trozo de cuerda gruesa y magullada. No se atrevió a tocarlos, sabía lo que eran y lo que representaban, e incluso, el como había usado algunas de esas cosas en sus víctimas.

Había más objetos, que ahora podía decir eran los recuerdos enfermizos que tomó aquel infeliz de sus víctimas, aquellos pobres niños que vieron su vida truncada en manos de un desconocido. Sin embargo, había cosas que no terminaba de cuadrarle, una gran aguja metálica con sangre seca adherida a esta, algo que aun no hallaba sentido en su memoria ni en lo que había leído en el diario.

⚠Crímenes en el Desván⚠Where stories live. Discover now