🪁04

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—Luego Yuna se rió de mi dibujo porque el conejo era rosa y no blanco como los demás

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—Luego Yuna se rió de mi dibujo porque el conejo era rosa y no blanco como los demás. — contó triste de recordar ese día en el jardín de niños, hace ya un buen tiempo.

—Pues yo creo que un conejo rosa es mejor que un conejo blanco y aburrido — dijo, mientras brincaba de vez en cuando por culpa del movimiento del auto —Los conejos rosas son más bonitos, es como si fueran… ¡de algodón de azúcar! ¡Yo nunca los he visto, pero eso dice mi mamá!

—¡Me gusta el algodón de azúcar! — hizo puño sus manitas viendo la mirada perdida de WooYoung.

—¡A mi igual! — secundó —¿Mami podemos ir por algodón de azúcar?

—No cariño — respondió suave, temerosa de que ambos traviesos hicieran una rabieta de nuevo —Pero en la casa hay helado.

Las palabras sin sentido de los peques emocionados por la noticia fueron más entretenidas que la canción de moda que salía de la radio del auto. Ambas contagiadas por la felicidad de sus hijos.

Miyeon vio con una sonrisa a la mujer que iba a su lado, y extrañamente se sintió feliz de que, tal vez, ella ya también tenía una amiga.

En todos estos años ella ha vivido en la sombra de los demás, es decir, la condición de su hijo no le ha permitido socializar con los de su alrededor ni conseguir amigos, al ser madre soltera tiene que ponerle máxima atención a su peque mientras su ex esposo no está en su cuidado, el cual sólo es los fines de semana, y en esos días sin su hijo se permite descansar luego de una semana repleta de trabajo, rehabilitación y mimos para su lunita.

Además, Soyeon parece ser alguien muy interesante.

Llegaron a su casa y ambas bajaron a sus hijos, que ni estando ya donde querían se separaban ni soltaban sus manitas. Incluso quería decirles que ya no los separarían hasta tarde y que podían soltarse si querían, pero era débil y la imagen tan unida de ambos no le permitió decirles eso.

Contrario a ello, a pesar de que iba tomado de la mano de WooYoung, San se aferraba a la mano cálida de su mami, pues estar en un lugar nuevo muchas veces era peligro latente para él, o sea, que tenía que socializar con alguien nuevo y eso se le complicaba mucho, sobre todo tenía miedo de que se burlaran de nuevo.

Pero al parecer, ya estando dentro la casa, no tenía que pasar por nada de eso porque solo eran ellos cuatro. El interior parecía vacío, los muebles eran casi viejos como los que tenía su abuela, lo único nuevo y sorprendente que encontró fue la enorme pantalla plana del living. Sus madres se dirigieron a la cocina y estaba por quedarse allí si no fuera por WooYoung quien estaba desesperado por llevarlo a quien sabe donde.

—Mami, iremos a jugar a mi habitación — avisó con la mirada en otro lado comenzando a tantear la pared en busca del camino, aunque ya se lo sabe de memoria.

—Tengan cuidado ¿si? En unos minutos les llamamos para comer.

Ambos pequeñines asintieron y San casi arrastrando los pies siguió a WooYoung quien no lo soltaba de su manita por nada del mundo. Al final el castaño se fastidió y sacó su bastón para guiarse, pero eso sí, aferrándose a su amigo como si su vida dependiera de ello.

Miyeon los vio desaparecer por el pasillo, su rostro tenía una sonrisa y su corazón se sentía cálido al ver a su pequeño así de feliz por tener a un amigo. Luego dirigió su atención a Soyeon quien veía a su alrededor como un gatito recién llegado a su nuevo hogar; carraspeo la garganta y la contraria se dirigió a ella.

—Gracias — dijo —, por traer a este mundo a un angelito — su voz dulce salió de la nada, lo que le sorprendió, pensó que sus pláticas se resumirían a las tareas y a quejarse de algunas maestras. Pero tal parece que están tocando terreno sentimental.

Sonrió conmovida —En ese caso gracias a ti. Debió ser difícil enterarte que tu pequeño tenía esa condición, y es digno de admirar todo lo que has hecho por él. Gracias a ti por traer a un verdadero angelito para mi gatito.

—Mm, gracias — repitió avergonzada —Yo pensé que San era un peque normal — comentó comenzando a prender la estufa bajo la mirada atenta de Soyeon, quien permanecía sentada en una de las pocas sillas del comedor.

—Claro que es normal — no se mostró ofendida, al contrario sonrió —Sannie es daltonico, y por ello muchos de los niños que se juntaron con él le dicen cosas feas; mi peque no puede ver ciertos colores y la mayoría, si no es por decir todos, los confunde.

—¿Por eso decían del conejo rosa? — asintió —Ya veo.

—Y WooYoung, ¿ha sido así desde que nació?

Suspiró en derrota, recordando el catastrófico día de su parto —Desafortunadamente si — dejó a un lado todo utensilio de cocina y se giró para verla con lástima en su mirada —WooYoung es prematuro, cuando nació pudieron haberlo operado pero su padre… ese idiota lo robó.

—¿Cómo? — casi exclamó incrédula.

—Su padre y yo no somos los mejores amigos del mundo, cuando WooYoung nació se supo de inmediato lo que pasaba pero ese imbécil se llevó a mi hijo sin dejar que los doctores hicieran algo. Después desapareció con WooYoung siendo recién nacido — tragó saliva, tratando de recordarse a sí misma que eso ya pasó y que no había porqué llorar. —Lo recuperé hace tres años, y no pude hacer nada porque dijeron que él era el padre y tenía derecho de llevárselo.

—Miyeon…

—Durante tres años he intentado que WooYoung recupere la vista, pero no he conseguido nada. Hasta hace un mes, me dijeron que había posibilidad y que era mejor ahora antes de que fuera demasiado tarde. No recuperará su vista por completo, pero quiero que mi hijo vuelva a ver — aclaró su garganta luego de que su voz se quebrara frente a una desconocida —Sólo quiero que mi hijo tenga color en su vida.

Soyeon casi fue contagiada por su llanto, y completamente conmovida y llena de orgullo se levantó se su asiento para abrazarla y pasar su mano por la delgada espalda de la rubia.

Miyeon comenzó a llorar en el hombro de Soyeon, y esta la comprendió, además supo que ella la escucharía y se sentía agradecida por ello.

—Eres muy fuerte, tú y tu hijo son las personas más fuertes que he conocido.

—Gracias — susurró —Tú y tu hijo son unos ángeles.

Pasaron así un buen rato, hasta que Miyeon decidió separarse y compartieron una risilla cómplice. Luego cocinaron juntas y llamaron a ambos niños que seguían pegados como uña y mugre.

Soyeon los vio sentados a todos en la mesa, juntos, y supo que ese era el mejor lugar en donde su pequeño y WooYoung podían sentirse felices por fin.

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NOMAS PORQUE SI //SANWOO (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora