Capítulo Tres.

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—El vendaje ayudará, por suerte no es una fractura mayor. Le hice otros chequeos y está bien.

—Es un cachorro muy grande, ¿qué raza es?

Las voces se vuelven más claras y abro los ojos de forma perezosa. Alguien tiene la mano en mi cabeza y gruño con molestia, al ver bien, es el nuevo quien me toca.
El dolor en mi pata disminuyó y puedo respirar tranquilo.

Debo entrar el motivo de este desastre.
¿Acaso fue embrujado?
Miro al nuevo y gruño mostrando mis dientes. ¿Fue él?

—No le agrado...— dice, su tono triste me hace rodar los ojos con fastidio.

—¿Qué haremos con él? No podemos dejar que ande por las calles, alguien podría matarlo y aquí no tengo espacio.

—Puedo llevarlo a mi casa, al menos hasta encontrarle una familia.

~Yo ya tengo familia.

—¿Estás seguro? A tu hermano puede no agradarle.— el doctor se mueve y queda frente al nuevo. Palmea su hombro y el chico sonríe con calma.

Nunca muestra la cara y ahora que lo veo bien, no es para nada feo. Tiene la piel clara, ojos color miel y en su nariz hay algunas pecas desparramadas.
Su hermano siempre le dice feo o algún adjetivo parecido.

—Oye, no te muevas.— extiende sus manos y gruño para que no me toque. Bajo de esa mesa alta y sacudo mi cuerpo.

—Ten, esto ayudará a que lo manejes mejor.— el doctor le da una correa y un arnés especial para perros grandes. El nuevo intenta colocarlo él, pero le muestro los dientes y se aleja con la cabeza gacha.
—No pienses mucho, los animales son así.— el viejo me pone el arnés y engancha la correa desde mi espalda.
—Puede ser algún cruza con lobo, pero se nota que está acostumbrado a los humanos. Deberíamos preguntar si pertenece a alguna familia de aquí.

—Sí, gracias por su ayuda, doc.

Ambos se despiden y salimos de la clínica, está anocheciendo y el frío se siente mas.

Lo sigo sin luchar, ¿qué opciones tengo? Mi pata está lastimada y no sé que está sucediendo.
Al menos en su casa podré pensar tranquilo.

—Oh, espera un momento.— tira de la correa y se adentra al callejón. Lo miro curioso y espero a ver que hará.
El gato de la otra vez sale y mordisquea sus dedos, el chico ríe y saca una bolsita de su mochila junto a un tarrito. Lo acomoda en un sitio y echa la comida allí. Luego se despide del felino y salimos del callejón.

Espero que su cuarto sea decente. Resoplo cansado y veo la casa donde viven. No está mal, esa propiedad estuvo mucho tiempo a la venta y nadie la compró por el precio elevado.
¿Tendrán mucho dinero?

~Oye, idiota, tengo hambre.~ gruño y me remuevo para que suelte la correa.
Ya estamos dentro de la casa, no hay nadie a la vista, pero él luce nervioso. Su cuerpo tiembla sin descanso hasta que tiro bruscamente de la correa.

—N-No hagas ruido.— su mirada me súplica y me lleva escaleras arriba. Entramos a una habitación y observo todo con detalle.

Es como si nadie viviera aquí.
Sólo está la cama y el armario, no hay pósters ni alfombra. La ventana no tiene cortinas y la claridad de la calle entra iluminando todo.

¿Será por qué recién se mudan?

—Espera aquí, te traeré un poco de comida.— sale del cuarto y suspiro. Voy hasta la cama y me acomodo allí para pensar tranquilo.

No recuerdo haber tomado nada extraño ni tocar algún objeto desconocido. ¿Por qué me volví así?
Resoplo con disgusto ante el aroma dulce y me bajo. Me siento frente a la ventana y cierro los ojos un momento.

¿Qué haré si no puedo volver a ser yo?

La puerta se abre y el aroma a carne me hace salivar más de lo normal. Abro los ojos y volteo a ver la bandeja.

—Sólo había esto, así que espero que te guste. El doctor me dijo que cocine la carne antes de dártela.— deja el plato a mi lado y se aleja hasta sentarse en la cama.
—Puedes comer, juro que no tiene nada malo.— sonríe con diversión y deja la bandeja sobre su regazo.

Lo miro fijamente y acerco mi nariz al plato. Sin darme cuenta, ya lo estoy terminando.

—Mañana compraré más...

Sus palabras son interrumpidas por un golpe en la puerta, seguido de gritos.

—¡Oye, fenómeno! ¡Ven aquí!— otro golpe y el chico se levanta apresurado. Me mira con el miedo reflejado en sus ojos y volteo mi cuerpo para seguir viendo por la ventana.
No me interesa lo que suceda en su vida.

La puerta es abierta y cerrada con rapidez. Varios insultos se escuchan junto con algunos golpes.
¿Por qué no se llevan bien?
No, no me interesa. De seguro ese chico se lo merece.

Me recuesto, teniendo cuidado con mi pata. Los minutos pasan y alguien entra al cuarto, sus pasos son lentos y casi ni se escuchan. Volteo un poco la cabeza y sólo veo cuando cierra la puerta que da al baño. El agua de la ducha se escucha y regreso a mi pose.

Cuando sale, lleva puesto un pijama de color verde. Me mira inclinando la cabeza un poco, sus ojos están hinchados y rojos.
Se acerca a la cama y saca una de las mantas, las coloca cerca de donde estoy y regresa a la cama para acostarse.

Es temprano, ¿ya va a dormir?
Miro la manta y dudo un momento antes de ponerme sobre ella.
Espero encontrar la solución rápido.

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—Voy a llegar tarde.— corre de un lado a otro. Busca sus cosas con prisa y agarra la mochila. Cuando está por salir, frena de golpe y voltea verme.
—No salgas de aquí.— me hace unos gestos con las manos y ruedo los ojos.

Se va y miro por la ventana como corre para llegar a tiempo a la academia.
No cenó, ni desayunó. Ahora entiendo porque está tan delgado.

Suspiro aburrido y decido salir. El idiota dejó la ventana abierta. Por suerte, el suelo no está tan alejado y puedo saltar sin lastimarme más la pata. Orino por allí y miro en varias direcciones.

¿Por dónde debería empezar a buscar? ¿Mi casa? ¿Alguien sospechoso?

Camino con calma, ignorando a los que me ven con asombro. Llego al parque y me siento bajo la sombra de un árbol. No tengo idea de que hacer o donde buscar.

Las horas pasan y mi estómago gruñe en protesta. Me levanto y regreso a la casa de ese chico, ya debe ser el horario de salida.
Cuando falta sólo una cuadra, veo al chico correr asustado. Lleva la mochila contra su pecho y su ropa está toda sucia.

Recibió otra paliza.

Me apresuro a llegar a la casa y salto para pasar por la ventana. Me acomodo en la manta y espero a que él entre. No tarda tanto, su rostro está lleno de sudor y una de sus mejillas está más roja de lo normal.

—¡Oye, marica, abre la maldita puerta!— Daniel golpea con fuerza y trata de abrir, pero el nuevo cerró con seguro.
—¡Ah! ¡Ya verás cuando salgas!

Observo al chico quedar sentado en el piso. Su respiración se entrecorta y no para de temblar. Cuando reacciona, levanta la cabeza y me mira con sorpresa, luego se recompone y sonríe mientras levanta la mochila.

—Pude comprar tu comida, sólo espera un poco, ¿si?— se levanta con dificultad y camina encorvado hasta el baño.

¿Esperar? ¿Por qué?

La respuesta llega luego de unos minutos, la puerta principal se golpea con fuerza y veo a Daniel salir de la casa con el rostro furioso.
¿Qué habrá ocurrido?

Rousseau sale del baño, con otro cambio de ropa y abre la puerta de la habitación. Me hace señas para que lo siga y lo ignoro, quedándome donde estoy.

Sólo quiero mi comida. Me aseguraré de pagarle bien cuando regrese a mi forma humana, no quiero tener ninguna deuda con ese chico.

Black Wolf.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang