Capitulo 22

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La impresión de Brittany de que aquello iba a ser algo casual quedó eliminada en el mismo momento en que entró en casa de Sarah y vio la mesa de la sala decorada con un mantel y un centro de mesa.

—Ah, ya estan aquí —dijo Sarah, saliendo de la cocina.

—Mamá, Jake y yo podemos encargarnos de la cena. Tú deberías sentarte a descansar— protestó Santana, indicando silenciosamente a Brittany que ocupara el sofá.

—Tonterías. Estoy cansada, pero aún soy capaz de pelar patatas— argumentó su madre al tiempo que se limpiaba las manos en el delantal —Me alegra volver a verte, Brittany. Bienvenida a mi hogar—

—Gracias, Sra. López— respondió Brittany —¿Le puedo ayudar en algo?—

—De hecho, sí. Los platos están en el armario de la sala. Sé buena chica y pon la mesa. Voy a decirle a Jake que traiga la vajilla de plata y las servilletas— Sarah se quitó el delantal y se lo alargó a su hija —Y dado que piensas que estoy inválida o algo así, ve a la cocina y ayuda a tu hermano con la salsa. ¡Helen!— exclamó —Los niños van a terminar la cena. Vamos al porche a ver la puesta de sol—

—Te sigo— dijo Helen traspasando las puertas abatibles de la cocina —Santana, mira bajo el mostrador a ver si hay algo para prepararme un daiquiri, ¿quieres, cielo?—

—Estoy segura de que sí— convino Sarah —San, la batidora está al lado del horno y ya sabes dónde encontrar hielo. Pero yo no quiero. El médico dijo que nada de alcohol mientras esté con la medicación. Tomaré un té helado. Y ponle algo a nuestra invitada—

Santana, aún preguntándose cómo había pasado de tener veintisiete años a tener quince en un segundo, asintió y dirigió una mirada a Brittany antes de entrar en la cocina.

Aterrada ante la idea de ir a romper alguna pieza de la vajilla china, Brittany sacó los platos, las tazas y los platillos de té del armario uno por uno, depositándolos con sumo cuidado sobre la mesa. Jake, por su parte, entró en la sala con una enorme caja de madera.

—Hola, Britt—

—Hola, Jake, ¿qué tal?—

—Me da la impresión de que he sido vendido como esclavo, pero aún no estoy seguro— bromeó el chico —Mamá y tía Helen no me han dejado parar en toda la tarde— Dejó la caja sobre la mesa —No entiendo por qué tanto lío para una simple cena. Sólo somos tú, tía Helen y San. Mamá no había sacado la vajilla buena desde la última vez que vino la abuela— Abriendo la caja, más o menos el doble de gruesa que de larga, dejó ver su interior de terciopelo rojo y un montón de utensilios brillantes perfectamente acomodados en su interior —Bien— dijo él —Por lo menos no tengo que sacarles brillo—

El juego constaba de tenedores, cucharas y cuchillos, junto con varios cubiertos de servir más largos. Jake distribuyó la cubertería rápidamente por la mesa de modo que cada lugar tuvo dos tenedores, tres cucharas y un cuchillo de untar mantequilla. Acto seguido, devolvió la caja al armario de la vajilla y sacó los cuchillos para la carne de uno de los cajones.

—Se te ha olvidado sacar las cucharas para la sopa—

—Oh— Brittany fue hasta el armario de nuevo, alargando las manos hacia unas cucharas pequeñas que descansaban sobre el estante superior.

—No, esos son de postre— El muchacho fue hasta ella y señaló una pila de cucharas en la parte de atrás —Créeme, te encantará la sopa y el pollo de mamá. Voy a ver si Santana necesita algo—

El corazón de BrittanyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora