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Salimos a la calle y fuimos hacia el auto, Jeon venia detras de nosotros, Jimin tomó el volante y arrancamos. Nos dirigimos hacia las cabañas de la playa.
—Por fin un viaje grupal—. Habló Jennie.
—Sí, estoy tan feliz—. Las dos sonreímos, cuando miré a Jeon estaba sentado con las piernas abiertas, brazos cruzados, cara seria, como si estuviera enojado. Parecía una imagen de un viejo cuadro, como si no se hubiera movido en todo el viaje.
Para evitar el silencio incómodo, decidí distraerme mirando por la ventanilla, así transcurrió el viaje, y antes de darme cuenta estábamos llegando a las cabañas.
Cada uno se tomó una habitación, yo y jimin íbamos a dormir juntos.
—¡Oye!, ¿Por qué me han dado la última habitación?—. Jeon levantó la voz molesto.
—Jeon, no hace falta enojarse, no tiene nada de malo—. Habló Jimin.
—Que importa—. Hizo un gesto de mal gusto mirándome.
Al rato después.
—Aurora, iré a descansar un poco, ya que no dormí en todo el viaje—. Jimin me dio un beso.
—Ah, sí, ve a descansar, yo me quedaré aquí un rato—. Él se fue.
—¿Qué bonito es aquí no?—. Me volteé, y vi a Jeon, estaba sin camisa y con unos pantalones cortos.
—¿Te importa si me quedo contigo esta noche?—. Me preguntó con una voz de malicia.
—Oye, ¿Por qué estás sin camisa?, de-deberias cubrirte un poco—. Tartamudeé.
—No, hace demasiada calor aquí—
—¿Qué?, estás equivocado, no hace para nada de calor—.
Él me miró con una sonrisa de lado, dándome a entender otra cosa.
—¡Qué asco, eres un pervertido!—. Le di un codazo.
—¿Pervertido?, dije que solo tenía calor nada más—. Suspiró. —Aurora, si te digo algo... ¿Creerías en mi?—.
—Depende, bueno, no lo sé, ¡No!, pero... ¿Qué quieres decirme?—.
Él bebió un poco de bebida, y habló. —Bueno... Creo que Jimin está...—. Fue interrumpido.
—¡Cariño!, te estaba buscando, ¿Qué haces aquí?—. Habló Jimin acercándose a mí.
