En lo oscuro - [APPLERADIO]

III

<<ANTHONY>>

Después de un largo día, por fin cae la noche, y yo me dirijo a mi habitación con todo el cuerpo entumecido.

Al llegar, cierro la puerta con seguro detrás de mí, y, al volver la mirada al frente, Fat Nuggets se lanza hacia mí y yo lo atrapo en un abrazo.

Suelto un suspiro y dejo a Fat Nuggets en el suelo, para lanzarme a la cama y comenzar a quitarme los tacones, no es que no me guste usarlos, es que ya me cansé, y no loco voy a dormir con zapatos.

—Yo todavía no entiendo por qué te torturas con esas cosas –escucho una voz por detrás.

Doy una sonrisa inconsciente.

—¿A dónde se fue tu costumbre de tocar las puertas, señor formal? –Me burlo de él.

—Ay, por favor –me arroja un pequeño montón de ropa encima de mí.

Me giro para ver el conjunto de ropa que me lanzó. Es una playera casual, que seguramente me queda grande, y un pantalón flojo.

Levanto la mirada con una sonrisa.

—¿Todavía te incomoda viéndome vestir ésto? –Señalo a mi traje blanco exageradamente ajustado a mi cintura.

—Me incomoda ver algo que no eres.

Suelto un bufido.

—Tonterías.

Tomo las prendas y las coloco sobre la ropa que ya traía puesta, sintiéndome un poco más cómodo.

—De todas las identidades que podrías adoptar, adoptas la de un prostituto –puedo distinguir algo de asco en su voz.

—Oye, ¿qué tienes contra los prostitutos? Ellos solo hacen su trabajo.

—No tengo nada contra ellos –mientes—, pero tengo algo en contra de que eligieras fingir una vida cómo la de ellos.

De un cajón junto a mi cama, saco una paleta de dulce, la desenvuelvo y la meto en mi boca mientras él habla.

—Tú volviste a tu imagen de poderoso demonio soberano y yo no te digo nada. Silenzio –lo señalo con la paleta.

Gira los ojos.

—Porqué era lo más simple. Yo ya tengo toda una historia armada.

—¡Yo también! –Me acuesto en la cama, viendo al techo— Oye, confía un poco, hombre. Todo va a estar bien.

Suelta un gruñido.

—Bien, si dices tenerlo bajo control...

—Porque lo tengo bajo control —Él suelta un suspiro–. Alastor, ¿quieres tenerme fé por una sola vez en tu muerte? –Digo algo molesto.