En lo oscuro - [APPLERADIO]

VII

<<HUSK>>

—¡¿Cómo que tendrás que verlo otra vez?!

Dios mío, nunca conocí a nadie más cruel que tú al escoger mi castigo para después de la muerte. Juro que, si vuelve a preguntar lo mismo por millonésima vez, voy a reventarle la botella en la cabeza.

—Por décima vez en la tarde, querido amigo; no voy a ir a buscarlo directamente –Veo cómo gira los ojos con impaciencia, sacándome una risa burlona.

La araña todavía parece no asimilarlo. Revuelve su cabello exageradamente y su respiración se acelera.

¿Dónde tomaste tus clases para ser tan exagerado? Debes ser su mayor orgullo.

—¡Pero irás a donde puede encontrarte! ¡Eso es ir a verlo! –Golpea con fuerza la barra, haciendo tambalear los vasos y botellas sobre ella.

—Oye, ten cuidado –digo después de atrapar un vaso que casi se rompe al caerse.

—Vete a cagar –se toma el tiempo para sacarme el dedo del medio, para luego volver a su rol de preocupación—. ¿Por qué quieres ir a ver a ese maniático?

Hago una simple mueca.

Él de verdad no lo entiende, ¿no es así?

—No es por gusto, Anthony. Es necesario.

—No tienes por qué hacerlo –Da un salto de enojo, subiendo el tono de voz—. No tienes por qué arriesgarte de esa manera. ¡¿Por qué insistes?!

A diferencia del ataque de pánico que está teniendo Angel, yo veo a Alastor muy tranquilo, permitiéndose incluso terminar su whisky antes de responderle. Tras un largo suspiro, dice:

—Porqué si Lucifer nos está buscando, eso significa que planea algo, quiere algo de nosotros, y quiero saber que es antes de que pueda dañarnos de algún modo –se queda viendo su vaso vacío mientras lo dice—. Me preocupa no saber lo que quiere, y en que nos puede afectar eso.

El silencio que le sigue a sus palabras me inquieta, así que por fin me digno a ver a Angel, quién todavía tiene el ceño fruncido, pero ya no grita o dice nada más.

Cuando pienso que el silencio va a ser inquebrantable, justo llega la novia de la bolita de felicidad, azotando la puerta al entrar. La verdad me asustó, incluso di un salto por el repentino sonido, pero si me preguntan lo voy a negar.

—Oh, miren quien llegó. –Esa cosa se recompone tan rápido que me causa miedo cuando sonríe con naturalidad y vuelve a su actitud arrogante—. ¿Qué tal te fue con "ojitos brillantes"? ¿Te corrieron o por qué vienes sola?

No luce nada feliz, eso es seguro.

Le dirige una mirada de tristeza al actor de novela, mira con enojo a Alastor y, por último, a mí me ignora por completo, decidiendo subir por las escaleras sin mirar atrás.