Ragaire

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[ 𝓜. 020 ]

𝓦|____ Willson

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𝓦|____ Willson

Hace días había comprado tinte de cabello azul (ese que sale con sólo lavarlo un vez) para que el disfraz quedara tal y como el de la película, o al menos eso se proyectaba en mi cabeza antes de ponerme todo completo. El vestido se me pegaba y dejaba a relucir lo ancha que era, quería romperlo todo. No soportaba esa sensación. Definitivamente me arrepentía de haber elegido aquel personaje, una mujer esqueleto, obviamente era delgada.

Verme en el espejo hacía que mis ganas de rasguñar mi cuerpo aumentaran, la frustración y el enojo me invadieron en grandes olas, quería quedarme ahí, en mi habitación cerrada fuera de la vista de los demás. ¿Qué dirían de mi aspecto? Se iban a burlar, no en mi cara, claro, ellos siempre prefieren decir todo a las espaldas de los demás.

La puerta sonó. - ____, ya sal, hay que arreglarte el cabello y maquillarte -. Mi madre daba toques a la madera.
Alejé las lágrimas que se acumulaban en mis ojos, tomé aire y abrí para salir.

En lo que me peinaba y maquillaba pasaron alrededor de treinta minutos, Aidan aún no salía, se mantenía en la habitación de invitados.

- ¿Crees que todavía haya tiempo para cambiarme de disfraz? -. Pregunté a mi madre que de inmediato dejó de pasarme la brocha con polvo por la cara.

- ¿Por qué quieres hacer eso? Estás bien así.

- Es sólo que, ya no me gustó como me queda y entonces-

- Tonterías, gastaste cuarenta y cuatro dólares en eso, así que lo tienes que usar, te queda muy bien y estás mal si piensas lo contrario -. Regañó y continuó pasando la brocha, tan sólo me limité a asentir y a intentar a eliminar mis pensamientos negativos.

Sin embargo, los nervios no se iban, temía tanto lo que iría a pensar Aidan al verme, ¿y si se arrepentía de estar conmigo?

- ¡Listo! -. Declaró dejando todo en su lugar. - Bonita como siempre -. Sonrió con dulzura.

- Gracias -. Murmure también sonriendo.

Pronto unos pasos por el pasillo llamaron nuestra atención, el ojiverde venía hacia nosotras con el cabello chorreando gotas en el suelo, su traje le quedaba perfecto a su talle, la quemazón me invadió, y es que hay algo que jamás se lo dije a alguien.

Los hombres con traje eran mi mayor debilidad.

Él se quedó estático en su lugar, observandome con cautela. - Wow... Simplemente wow... -. Pestañeaba como si no estuviera seguro de lo que veía.

𝐌𝐞𝐭𝐚𝐧𝐨𝐢𝐚 | 𝑨𝒊𝒅𝒂𝒏 𝑮𝒂𝒍𝒍𝒂𝒈𝒉𝒆𝒓 Where stories live. Discover now