8. LA HISTORIA SE REPITE

1.6K 104 23
                                    

MARTIN

—Id dejando las maletas donde queráis. —Indicó Denna una vez entramos a su casa.

Era sorprendentemente enorme, una típica casa de campo. El salón estaba adornado con muebles de madera oscura que saltaba a la vista que eran antiguos, guardando una gran cantidad de vajilla de color azul en su interior, dejándose ver a través de la cristalera. En medio habia una mesita rodeada de un sofá y dos sillones grandes.

—Pero Denna, somos quince personas, ¿cómo vamos a dormir? —Preguntó Juanjo. —Como me digas que esto tiene quince habitaciones te robo la llave para hacer una fiesta clandestina con mis amigos como en cuarentena.

Reímos ante su elocuencia. Se me había olvidado lo gracioso que era. 

Bueno, no, no se me había olvidado, a quién quiero engañar.

—Ojalá, pero solo tiene cuatro. —Respondió la rubia.

—¿Entonces?

—Pues...—rascó su barbilla, pensativa. —No sé. Dos de ellas tienen una cama de matrimonio, las otras dos solo una individual. Arriba tambien hay un sofá en el que caben otra persona. Y en este —dijo señalando el sofá del salón en que nos encontrábamos —caben otras dos. Los sillones también son cómodos...

—Vale, a ver...—empezó Juanjo. —Arriba entonces siete están cubiertos...aquí otros cuatro. Eso nos deja con once.

—Como se nota que eres ingeniero Juan José. —Rio Rus.

—Para algo tenía que servir lo poco que hice de carrera. Los otros cuatro que se las apañen, tonto el último. —Sentenció. —Además, cuando vayamos borrachos nos dormiremos en el patio, os lo aseguro.

—Pues mira, hay algunas hamacas fuera. —Dijo Denna entre risas, rodando los hombros. —Igual cogéis una pulmonía, pero si os da igual...

—Los cojones, encima que he madrugado para venir. ¿Quién quiere ser el afortunado que duerma conmigo en una de las camas de matrimonio de arriba? —preguntó.

Todo el mundo me miró cuando Juanjo acabó la pregunta.

—¿Qué? -Susurré. 

—Nada, nada...—negaron repetidamente.

—Todos a la vez no, que ya se que queréis dormir conmigo pero que no se note tanto que me va a tocar elegir y no quiero quedar mal con nadie. —Dijo sarcásticamente al ver que nadie le contestaba.

Obviamente quería dormir con él, pero no se como de raro sería eso, ni si él quería, asi que decidí no pronunciarme.

Rus hizo el amago de hablar.

—No. Tú no, Rus, que roncas como un tractor.

—Pues que te jodan, duerme solo.

—Martin, —llamó mi atención y me tensé en el sitio —¿duermes conmigo?

Se me olvidó como se respiraba, y el corazón empezó a latirme fuerte en el pecho, amenazando con salirse. Sentí mis mejillas calientes, y asentí como buenamente pude. No sé si tenia la fuerza de voluntad suficiente como para dormir con él sin que pasase nada. Encima ahora tenía que controlarme de verdad, ya que habíamos acordado tener una relación formal de amigos.

Dios, cómo odiaba esa palabra.

—Han tardado...—Alex miró su reloj. —Seis minutos. Mierda.

—Te he ganado por uno. —Habló Rus con una sonrisa triunfante. —Me debes cinco pavos.

—¿Estáis de coña? —Preguntó Juanjo en un bufido, antes de dirigirse hacia la escalera al final del pasillo para llevar sus cosas arriba. 

Le seguí en silencio, y cuando llegamos a la segunda plata, habló.

La constante del cambio -juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora