CAPITULO 11

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*⁠.⁠✧ CAPITULO 11: NUEVA RUTINA.

El sonido de la actividad en la habitación me arrancó de mi sueño como un remolino repentino. Parpadeé, tratando de orientarme en la oscuridad de la habitación, donde veintiséis camas alineadas ocupaban el espacio. No estaba acostumbrada a compartir mi espacio de descanso con tantas personas, pero recordé que ahora era parte de la hermandad de sacerdotisas, y este era nuestro hogar común.

El rumor de las voces y el suave roce de las telas llenaban el aire mientras las otras mujeres se movían con gracia por la habitación, preparándose para el nuevo día. Me incorporé lentamente, dejando que mis pies tocaran el suelo fresco de la estancia. Con movimientos mecánicos, comencé a vestirme, siguiendo el ejemplo de las demás sacerdotisas que se apresuraban a prepararse para el desayuno, creo que era el desayuno, probablemente tengamos que rezar o algo antes de comer nada.

Una de las sacerdotisas se acercó a mí con una sonrisa amable en el rostro.

- ¡Hola! Soy Catherine. Tú eres Beatrice, ¿verdad? - asentía con una sonrisa nerviosa mientras Katherine se ofrecía a ayudarme a ponerme mi túnica de sacerdotisa.

- Pues, es un placer Beatrice. Encantada - me dijo muy sonriente.

- Emmm, igualmente - le contesté yo, asentí hacia mi misma con una sonrisa nerviosa, agradecida de que alguien se tomara el tiempo para dirigirse a mí por mi nombre.

- Es mi primer día aquí - confesé tímidamente, sintiéndome un poco fuera de lugar entre todas estas mujeres que parecían tan seguras de sí mismas y de su propósito en el templo.

- No te preocupes, estás en buenas manos - aseguró Katherine con calma, antes de darme algunas indicaciones sobre lo que debía hacer a continuación. Después de vestirme, me uní al grupo de sacerdotisas que se dirigían al comedor para el desayuno.

El comedor estaba iluminado por la luz del sol que se filtraba por las ventanas, creando un ambiente acogedor y cálido. Me senté en una mesa junto a las demás sacerdotisas, sintiéndome un poco nerviosa por ser el centro de atención. Las otras mujeres me miraban con curiosidad, y pronto empezaron a hacerme preguntas sobre mi vida pasada y sobre el dios al que servíamos.

- ¿Por qué se encerró en este templo la princesa rebelde de Sylvandor? - me preguntó una sacerdotisa que estaba sentada a tres asientos de mí.

Un millón de murmuros se dispararon en la mesa. Todas murmurando cosas que no eran ciertas.

- Se dice que fue porque traicionó a su familia - le explica una a su compañera de al lado.

- También han dicho que fue por haber acusado a la prometida de su hermana de espía - dijo la sacerdotisa que tengo enfrente.

- Fue por amor - dije acallando las voces del comedor.

El silencio se hizo en la sala, como si yo hubiera robado todo el oxígeno que se aguardaba aquí.

- Bueno, ahora estás aquí, eso es lo importante - me dijo Katherine para animarme. Le sonreí, íbamos a ser muy buenas amigas.

Después de esta pregunta, muchas más la siguieron. Las preguntas eran algunas sobre mi vida personal y otras sobre mi devoción hacia el Dios de la Paz y la Guerra, Drakkaron. Intenté responder lo mejor que pude, recordando las enseñanzas que había recibido durante mi entrenamiento como sacerdotisa en esta última semana. Hablé sobre mi infancia en el palacio, sobre cómo había descubierto mi vocación y sobre mi devoción por Drakkaron, el dios de la paz y la guerra al que adorábamos en el templo.

Después del desayuno, Katherine, la sacerdotisa con la que había hablado anteriormente, se acercó a mí y me ofreció hacer un recorrido por el templo. Acepté con entusiasmo, ansiosa por explorar más este lugar sagrado del que ahora formaba parte. Con mi madre y la Suma Sacerdotisa ya habíamos recorrido parte del palacio, pero lo que sea para retrasar las tareas que tenía que cumplir.

Caminamos por los pasillos adornados con estatuas y cuadros de dioses y diosas. Katherine me explicaba el significado y la historia detrás de cada obra de arte que veíamos. Me sentí maravillada por la belleza y la profundidad de la fe que se reflejaba en cada detalle del templo.

Finalmente, llegamos a la sala donde se encontraba el altar principal. En el centro, se alzaba una gigantesca estatua de Drakkaron, el dios de la paz y la guerra. A su alrededor, había esculturas más pequeñas representándolo en diferentes aspectos: leyendo un libro, blandiendo una espada listo para la batalla, mostrando el signo de la paz. Observé con reverencia, sintiendo la presencia del dios en cada rincón de la habitación.

- Tendrás que venir una vez al día, en tus ratos libres - me explicó. Asentí con solemnidad, prometiendo cumplir con este ritual sagrado -. Te arrodillaras delante de la gran escultura y le reazaras, así, él sabrá que eres una buena sacerdotisa - me sonrió -. Yo siempre vengo antes de irme a la cama, por si quieres venir conmigo.

- Vale, Katherine, gracias por todo.

Después de haber admirado un poco más la sala principal del templo, recorrimos todos los pasillos y me explicó todo lo que tenía que saber antes de empezar. Por todos los pasillos estaban decorados con estatuas de tamaño humano, de dioses.

- En la antigüedad, cada dios gobernaba en cada reino que forma nuestro continente. Después de varios siglos, los dioses desaparecieron, dejándonos solos, a nosotros, a los humanos - me explicó -. El Dios de la Paz y la Guerra gobernó nuestro reino, Sylvandor - ahora señaló la estatua que estaba a nuestra derecha, este tenía un gesto duro y serio, estaba lleno de dagas hasta los dientes -. Éste de aquí es el Dios de la muerte, uno de los más poderosos, éste gobernó...

- Eldoria - acabé yo por ella. Eldoria era el reino de dónde son Lara y... Y Alec.

- Exacto - me sonrió con una sonrisa pícara en sus labios -. Éste de al lado - señaló a la siguiente estatua -. Es el Dios del Amor, del reino de Astrion - esta estatua destacaba por su corona de corazones, igual que en un cuento infantil -. El siguiente es Seraphis, dios de la Naturaleza, del reino de Veridian - me esperaba algún nombre más como Tellus (tierra en un idioma antiguo), natura (de naturaleza), entre otros.

Me fue explicando dios por dios, estatua por estatua.

Después de la explicación, Katherine me llevó a la biblioteca del templo. Era un lugar impresionante, lleno de estanterías repletas de antiguos manuscritos y libros sagrados. Me sentí abrumada por la cantidad de conocimiento que se encontraba allí, esperando ser descubierto.

Katherine seleccionó cinco libros y me los entregó, indicándome que tenía que copiarlos.

- ¿Todo? - pregunté sorprendida por la cantidad de hojas que tenía que copiar.

- Sip - asentí con la cabeza, lista para realizar esta horrible tarea que me había encomendado. Me senté en una mesa, dispuesta a comenzar con mi labor.

Tomé pluma y papel y comencé a copiar los manuscritos con cuidado y precisión. Cada palabra era sagrada, cada letra cargada de significado. Me sumergí en mi trabajo, dejando que el tiempo se desvaneciera a mi alrededor mientras me concentraba en la tarea que tenía entre manos.

El murmullo de la biblioteca me envolvía, mezclándose con el rasgueo de mi pluma sobre el papel.

Y así continué, copiando los manuscritos hasta que el sol comenzó a ponerse y las sombras se alargaron por la biblioteca. Guardé los libros con cuidado, prometiendo volver al día siguiente para continuar con mi tarea.

Salí de la biblioteca. Dirigiéndome a la sala del altar, pararezarle a Drakkaron.

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*⁠.⁠✧ Holaaa. ¿Cómo estáis? ¿Qué os ha parecido este capítulo? Dejanmelo en comentarios!!! Qué me haría mucha ilusión ver vuestras opiniones y todo!!! Os amooo. Qué tengan una linda tarde.

La Prisionera Del Templo.Where stories live. Discover now