Capitulo 1

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Las campanas del norte resuenan en todo el imperio, la fría noche no los inmuta al momento de decorar sus casas con faroles blancos. Los banderines que se extendían por las calles principales ,junto con la blanca y pura nieve cedían un aspecto aún más mágico a la Gran e imponente ciudad de Mahelia.

Un niño pequeño jaló efusivamente del brazo de su mejor amigo y señaló hacia la multitud que empezaba a aglomerarse a ambos lados del camino, el niño gritó, pues su pequeña voz era apenas audible debido al feroz bullicio que se estaba desatando

- ¡Vamos,Vamos ! ¡Su alteza el príncipe Degel ya está aquí! ¡Apresúrate! Si no corres no podremos ver su atuendo de bodas!

Tambores retumbaron y finalmente las grandes puertas de la ciudad se abrieron, la gente guardó silencio por el gran despliegue de las tropas, la caballería fue la primera en ingresar. Cuando finalmente los familiares de estos lograron reconocerlos, la felicidad no pudo ser contenida por más tiempo.

Y así, El principe Degel 1 se abrió paso por las calles de la gran ciudad de Mahelia, en medio de la caravana, rodeado de soldados y el sobre un hermoso corcel negro, su expresión se mantuvo imperturbable, incluso cuando su pueblo lo clamó y felicitó por su pronto matrimonio. Flores cayeron y adornaron el blanco suelo tiñendo de un suave rosa las bulliciosas calles. Degel, quien portaba una corona de príncipe con una gema verdosa en la frente no pudo evitar levantar la mirada y dirigir su atención al lejano palacio en dónde su prometido debería estar esperando para desposarlo.

No hubo expresión alguna en su rostro, no se sabía si estaba o no de acuerdo con su matrimonio arreglado.   Todo el mundo amaba a su príncipe, principalmente porque los había llevado a la victoria contra el clan de los hombres bestias al Sur, todo el mundo deseaba que desposara a alguien digno de su persona, pero tampoco deseaban que ésta persona perteneciera a otro clan. Es por eso que el consejo de ancianos sugirió al Rey Crest que casara a su príncipe heredero con su cuarto hermano, hijo de la dama de Cristal. El principe Camus, quien para ese entonces ya era considerado símbolo de belleza y de virtud en la corte suprema.

Al ser el cuarto hijo de su padre con otra concubina, Degel nunca tuvo mucho contacto con Camus, de hecho lo había visto un par de veces en su vida, en su niñez, actualmente desconocía la apariencia de éste. A excepción de esos cabellos carmesí, Degel no recordaba casi nada de su persona

- Es increíble que lo traten así, lo bueno de ésto es que como será tú primer esposo, solo será eso, tú esposo, después de ésto puedes elegir no verlo y empezar a formar tú harem, como príncipe heredero, puedes tener cuantas concubinas quieras.

Es su amigo Uniti quien le habla, cabalga a su lado. Degel no responde , simplemente se dedica a asentir de manera imperceptible y luego observar las puertas de palacio. Finalmente habían llegado.

- Yo... Por favor ¿puedes decirme donde me pongo ésto?

Las personas se mueven de un lado a otro, nadie parece prestarle atención. El pequeño Camus de 16 años vió afligido la prenda colgante en sus manos, hace horas habían terminado de vestirlo para su boda, sin embargo, al querer tomar un poco de aire fresco en la ventana, no cuidó sus pasos y terminó por pisar una de las piezas colgantes de su complicado atuendo, como resultado, no sabía como volver a acomodar la prenda por lo que preocupado había querido pedir ayuda a los sirvientes.

Después de la muerte de su madre y al ser el cuarto príncipe, Camus siempre ha sido el más desfavorecido de los príncipes, para todos era como el príncipe inexistente, incluso ahora, cuando estaba a instantes de desposar al príncipe heredero, nadie parecía estar interesado en echarle una mano

Una de las puertas se abrió, posteriormente una dama de la corte se adentró y acomodó el velo que cubriría su frente, Camus quiso pedirle mientras enseñaba la prenda en sus manos...

- Ésto...

Más la dama lo ignoró

- Por favor, sigame ahora. El principe Heredero ya se encuentra en el altar esperando por usted. No lo haga esperar

Camus vió afligido la prenda colgante y como pudo la enrolló  y la escondió en su espalda creando un bulto antiestético en la cintura baja de ésta, la dama no lo notó cuando con brusquedad empezó a jalonearlo para que se diera prisa y no hiciera esperar a su príncipe.

- Hijo de la Concubina de Cristal y el Magnífico Rey Crest Verseuth, cuarto príncipe...

Una voz creó eco en el aire, Camus dejó de escuchar cuando sus pequeños pasos finalmente llegaron a ese gran salón, a su alrededor había mucho blanco y muchas personas. Sentia su corazón latir con fuerza y sus manos sudar a pesar del frío. A su alrededor había murmullos y miradas despectivas. Camus simplemente siguió avanzando, a lo lejos había un hombre con las manos en la espalda y una espada colgando de su cintura, sus cabellos eran largos y verdosos, moviéndose debido a la suavidad de estos. Portaba un traje de guerrero, con botas blancas, pantalones claros ,camisa blanca y un peto plateado. Su piel era igual de pálida que la nieve y sus ojos violáceos lo veían igual de fríos que estos.

Camus inexplicablemente sintió temor al verlo, no era la primera vez que veía a su hermano mayor y príncipe heredero. Anteriormente ya lo había visto en un par de ocasiones en las cuales pasó siendo igual al aire ante los ojos de Degel, quien jamás notó su existencia

Un poco más arriba en el trono yacía el Rey Crest, su padre. Camus no tuvo opiniones de éste padre suyo que nunca le ofreció una pisca de su atención hasta el día de hoy.

- Camus, hijo mío...

Siempre mostrándose tan piadoso, escondiendo su congelado corazón. Una vez frente a él y a un lado de Degel, Camus no quiso mirar a su prometido, asintió en saludo a su padre y susurró un tenue

- Padre...

Respecto a Degel, es la primera vez que veía a ésta persona frente a él detenidamente, era aún muy pequeño y  el velo que portaba cubría la mayor parte de su rostro y cabellos. Según la tradición de su clan, la prometida de una persona perteneciente a la realeza, debería estar cubierta de blanco de pies a cabeza imposibilitado que cualquier otro mortal la viera. Únicamente un extenso collar de cuentas rojas estarían sobre su cabeza simulando ser una corona. En el caso de Camus ésto era diferente, al ser un príncipe se le permitió llevar su corona, aquella que relucía con un rubí en la frente.

- Comencemos entonces.

Fueron las palabras del rey, entonces ambos príncipes voltearon a verse.

Continuara parte 2....










Explota en la Sangre (DegelxCamus)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon