CAPÍTULO 18.

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《JOSEPHINE》

Lorie y yo avanzamos al norte hacia Mariehamn, dejando a los demás soldados mezclarse entre otros poblados más cerca de Kotka. Mientras más avanzábamos nos dimos cuenta que más pobladores caminaban en la misma dirección hacia el palacio real, así que fue fácil hacernos pasar por personas sin hogar y que buscaban un mejor lugar al cual llegar.

Niños, madres y ancianos eran los que caminaban a nuestro alrededor con las miradas perdidas y los hombros hundidos, entre las conversaciones que logré rescatar en la larga caminata bajo el sol abrasador, fueron que muchos de ellos habían salido de pueblos pequeños y mal organizados después de que los soldados hubieran quemado y dañado sus casas y cultivos, como había sucedido en Parvoo.

Entre los fragmentos que recopilé también me di cuenta que el ataque a las ciudades pequeñas se decía habían sido orquestado por Minsk, pero podía ver los rostros tensos y las miradas fugaces y aterradas que muchas de las personas lanzaban a los soldados de Loramendi y estaba casi segura que muchos de ellos sabían la verdad o la habían visto con sus propios ojos.

Pocos hombres caminaban entre nosotros, la mayoría eran reclutados y sacados de las filas de personas para ser llevados por la fuerza a otro lugar, lo más probable era que para volverlos soldados y guardias. En todo momento cuando un hijo mayor era arrancado de una familia mis nervios y mis manos temblaban porque sabía que sólo era cuestión de tiempo para que se llevarán a Lorie y me quedara sola.

Lo miré, el ayudante de consejero tenía el rostro manchado de hollín y su ropa era como la que todos usaba ahí, pantalones de franela oscuros y camisa blanca un poco sucia de sudor y del polvo del camino. Sus mejillas estaban sonrojadas y parecía agotado de aquella caminata que había durado horas y horas, también me sentía de esa forma, mis pies dolían y tenía tanta sed.

Escuché gritos provenientes de la parte de enfrente, vi un muro que separaba el único camino libre que ahora llevaba hacia Mariehamn y hacia el palacio, pero todavía estábamos a, tal vez, un día o dos de caminata antes de llegar, porque éramos demasiado y el paso era lento.

Lorie tomó mi mano con la suya y se acercó un poco más hacia mí para susurrar a mi oído lo más rápido que pudo.

—Están separando a todos los hombres del resto, lo más probable es que cuando lleguemos al frente tengamos que distanciarnos queramos o no.

Asentí con pesar,  habíamos estado conscientes de que este momento llegaría y que llegaría más pronto que tarde, aún así, el nudo en mi garganta se hizo más grande y pesado de soportar.

—¿Estarás bien, Lorie? —pregunté, porque el pánico estaba comenzando a paralizar mi cuerpo, temía por él y por lo que le pudieran hacer pasar.

—No te preocupes, también tuve entrenamiento militar desde joven, estaré bien —dijo, pero incluso su voz sonaba tensa y sus hombros parecían pesados.

Tragué y me di cuenta que realmente necesitábamos tomar algo de agua.

—Bien, sí —murmuré, pero sinceramente estaba aterrada, Lorie había vivido durante años rodeado de las comodidades de Briansk y nunca había pasado el hambre que muchos de nosotros nos había atormentado durante años, borré aquellos pensamientos negativos porque los ojos azules de Lorie me miraron en ese momento y había determinación en ellos.

—Recuerda que lo importante es saber si la princesa y el príncipe están vivos, probablemente sea un poco más difícil encontrarnos de lo que pensamos... pero eventualmente nos encontremos, Josephine, te lo prometo —dijo con una suave sonrisa, asentí de nuevo y presioné suavemente su mano con la mía.

Hubieron gritos y protestas, llanto y acusaciones, pero al final todos los hombres eran arrastrados a un lado para que no traspasará las puertas.

—¡MUÉVETE! —gritó un guardia y la mano de Lorie fue arrancanda de la mía con un fuerte tirón y yo fui empujada para pasar del otro lado con todas las demás mujeres, niños y ancianos de rostros asustados.

Lo último que vi de Lorie fue una media sonrisa que se quedó grabada en mi mente, a partir de ahora estaba sola en mi camino hacia Mariehamn.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

La noche llegó rápidamente, nos detuvieron para poder dormir en un campo despejado y nos dieron pan duro y un poco de agua a cada uno, aunque estoy segura que muchos de los que estaban detrás de nosotros no tuvieron la suerte de tener alimento o bebida.

Me quedé junto a una madre que cargaba un bebé en brazos y dos niños en cada mano, me hice cargo de uno de ellos y lo mantuve conmigo para darle agua y un poco de pan. Muchos otros se detuvieron junto a nosotros, sus rostros quemados por el sol y lágrimas que habían trazado surcos sobre su piel sucia.

Vi a un hombre que se sentó cerca de un árbol y con él un par más de ellos, algunos llevaban muletas o no tenían alguna extremidad, supongo que eso no los hacían valiosos para doblar las filas del ejército.

—¿Sabes por qué nos llevan hacia Mariehamn? —pregunté a la madre a mi lado que amamantaba al pequeño bebé envuelto en sábanas percudidas.

—Dijeron que nuestros hogares ya no eran seguros, que Minsk iba a quemar todo —respondió con voz monótona, tomó un poco de agua y luego le dio de tomar el resto al otro niño que se sentaba adormilado en el suelo.

—¿Y ustedes vieron a soldados de Minsk atacar sus pueblos?

Esa pregunta me ganó un par de miradas curiosas de otras madres y ancianos, me encogí de hombros y tomé un sorbo de agua, mi garganta por fin dejó de arder.

—...Yo solo vi... yo solo vi soldados de Loramendi sacarnos a rastras de nuestras casas —murmuró una anciana detrás de mí, la observé, la mandíbula alzada desafiante, la suave piel de su rostro y su cabello largo y gris me hizo pensar que de joven había sido realmente hermosa.

—Se llevaron a mi esposo —dijo una mujer de cabellos rojos como el fuego junto a mí, un par más de mujeres asintieron y supe que también a ellas les había arrebatado algo, un esposo, un hijo, un padre, un amigo...

—Se llevaron a mi padre... él es un hombre mayor y... sus problemas del corazón, lo mataran antes... —susurró la chica rubia que abrazaba su cuerpo tratando de calmar el temblor de su cuerpo, las lágrimas corrieron por sus mejillas y dejaron un rastro sobre su precioso rostro, una anciana le pasó un brazo por sus hombros tratando de calmarla cuando los sollozos se hicieron más fuertes.

Si seguía preguntando estaba segura que escucharía relatos parecidos llenos de dolor de todas las personas ahí reunidas y la verdad era que no quería escuchar más de aquello, de ver como sus corazones se rompían por culpa del monstruo que era el rey Eadred.

El silencio que siguió solo fue interrumpido por un sollozo, por el llanto de bebés y niños pequeños, por alguna medición entre dientes y por el crepitar de las llamas de las pequeñas hogueras que muchos habían logrado encender.

Me aferré al cuerpo del niño dormido entre mis brazos cuando reparé en algo que, hasta ese momento, había estado frente a mí todo este tiempo y que había dejado pasar deliberadamente, aquel lugar estaba lleno de mujeres jóvenes y niños pequeños y vulnerables y los pocos hombres que habían eran viejos o estaban mutilados y a nuestro alrededor habían cientos y cientos de soldados... y aquellos soldados solo nos observan en silencio, un silencio aterrador.

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EL PRÍNCIPE QUE SOÑÓ CON SER REY [LIBRO #2] 《COMPLETA✅️》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora