CAPÍTULO 59.

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《JOSEPHINE ASTLEY》

Respiré hondo y la miré con ojos nuevos, con la ira y el dolor corrieron por mis venas e hirviendo bajo mi piel.

Respiré hondo, pero eso no me ayudó a calmarme o a pensar con mayor claridad. ¿En qué momento había dejado de ser mi hermana para volverse aquello?

—Me han llamado de formas peores en los últimos y largos meses que he tenido que sobrevivir. Me han llamado e insultado de muchas maneras y sigo aquí, sin embargo, jamás creí que tú lo harías, Juliette, no..., pero aquí estás tan segura de que me quebraré y dejaré que me humilles. Tal vez no te quedó claro la última vez que nos vimos, pero te lo repetiré a ti y a quien haga falta para que no lo olvide y cuando me siente en trono junto a Luckyan, esperaré que te tragues tus palabras..., cada una de ellas. —Apreté los puños con fuerza a mis costados—. Ayudé a nuestra familia tanto como pude, me morí de hambre día tras día para darles algo que comer..., y nadie, jamás, se preocupó por mí o por lo que yo quería. Encontré a Theresa y está bien, cumplí mi palabra y crucé la frontera a la nación enemiga para verla de nuevo, ¿sabes que encontré? No, no fue una niña rota y olvidada... Lo que encontré fue a alguien a quien no le tembló la mano cuando propuso que me vendieran también a mí, dejó a su madre enferma y escapó lejos sin decir ni una puta palabra —escupí aquellas palabras con odio, con el odio y el rencor que había guardado durante mucho tiempo en mi corazón contra Theresa, contra mi padre..., y contra ella, contra todo.

—No, no te creo.

—¿Y crees que me importa? ¿Crees que me importa que creas mis palabras? No, Juliette, no me importa. Di mucho por nuestra familia, entregué mi alma y mi futuro, pero no más... Y no dejaré que vengas y me juzgues, que me veas como si mi esfuerzo y mi sacrificio no valieran la pena.

Los ojos grises de Luckyan se cruzaron con los míos, sentí las lágrimas caer por mis mejillas encendidas, pero no me importó demasiado. Negué con la cabeza cuando Luckyan avanzó con más rapidez, se detuvo.

—¿Y qué querías que hiciera, Josephine,  qué? ¡Me vendieron a ese cerdo y nadie hizo nada!

—Lo lamento, Juliette, lamento lo que te pasó, pero tampoco soy culpable por ello...

—¿Y es justo? —preguntó, las lágrimas volvieron a sus ojos y luego corrieron libres por sus mejillas pálidas, demasiado pálidas y huecas.

—¿Qué? —espeté, ella cambió el peso de un pie al otro, las gotas de agua cayeron por su cabello castaño.

—Es justo que ahora tú puedas vivir una vida llena de lujos y sin dificultades, pero ¿qué hay de mí...? Yo... ¿Qué se supone que deba hacer ahora? No tengo nada. No tengo a nadie conmigo.

—No puedo ser indiferente a lo que te sucede, toma —dije mientras sacaba de mi capa un par de monedas que Luckyan me había entregado antes esa misma mañana—, no es mucho, pero podrás comprar una comida caliente y un lugar donde pasar la noche y... —Observó las monedas que le tendía, sonrió y una carcajada amarga salió de sus labios cuando vio el anillo en mi mano y las monedas también. 

—¿Te vas a casar con él? —Una pregunta envuelta en rabia, sus ojos se clavaron en los míos y escupió a mis pies—. ¡No quiero tu lástima! ¡No quiero tu maldita limosna! —gritó con fuerza, suspiré.

—No la aceptes entonces, Juliette —dije y volví a guardar las monedas y a esconder la mano bajo mi capa.

—Te le metiste no solo en la cama, ¿verdad? —gruñó, algo dentro muy dentro de mí deseó volver a rodear su cuello con mis manos, pero no podía hacerlo, ya no aunque lo deseara—. ¿Cómo es que una campesina ignorante como tú se volvió la prometida del príncipe, eh? ¿Cuándo crees que va a cansarse de jugar con pueblerinas y buscarse una dama de la nobleza o una princesa?

EL PRÍNCIPE QUE SOÑÓ CON SER REY [LIBRO #2] 《COMPLETA✅️》Where stories live. Discover now