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— Podrían abrir paso y dejarme en paz –Miyeon habló y sin más, se dirigió hacia la camioneta; al entrar, notó que tenía miles de llamadas perdidas de Minnie. 

Mientras tanto, Shuhua sufría; era insoportable verla así y peor aún no poder asistirla cuando más lo necesitaba. Ya había cometido muchos errores, especialmente aquel día en que las abandonó a ella y a sus amigas. 

Consumida por la culpa de haber sido egoísta y de seguir sus impulsos, no se percató del daño que causó a sus amigas y a la taiwanesa. Esta última permanecía en silencio, llorando por dentro; su orgullo la cegaba y jamás permitiría llorar frente al grupo.

Miyeon lo sabía, el dolor de Shuhua era evidente y aquel desgarrador mensaje de texto que le envió, llorando y suplicando que volviera, fue suficiente para hacerle ver lo equivocada que estaba.

 Pero los errores son errores; ambas estaban equivocadas e inestables después de la inminente pelea de esa noche. 

Quizás nunca se perdonarían a sí mismas por ello, pero sabían que entendían el dolor del momento y lo que darían por reparar lo que eran. Incluso si Shuhua no lo supiera, Miyeon se prometió cuidarla en cualquier lugar, en cualquier momento y, de cualquier manera. Ese era su verdadero amor por Shuhua.

 Miyeon abrió sus ojos; su visión era borrosa, probablemente porque no llevaba sus lentes. Decidió ocultar su irritación y ayudar a la chica de piel pálida que abría la puerta lentamente; no se veía nada, así que Miyeon decidió caminar hacia ella.

—Shuhua terminaste?? Te traeré tu ropa, pero primero sécate –Entregando su toalla a la chica mencionada, Miyeon se alejó y, para su sorpresa, se encontró frente a cuatro chicas. Miyeon sabía que vendrían muchas preguntas, pero por el momento no podía permitirse dar respuestas.

 Las expresiones de preocupación y angustia eran evidentes en los rostros de las cuatro chicas, y las recién llegadas no podían ni imaginar las emociones que Miyeon había experimentado y aún sentía. Minnie le hizo saber que podía ir a recoger la ropa de Shuhua; después de todo, atender a la taiwanesa enferma podría ser una tarea abrumadora.

 Sin dudarlo, fue a su habitación y recogió las prendas lo más rápido que pudo. Al ver a la chica completamente empapada, rápidamente le dio tiempo para cambiarse. Miyeon tragó saliva antes de voltearse y mirar su teléfono un rato, intentando distraerse del nerviosismo que sentía. Shuhua terminó de secarse y vestirse rápidamente, y le hizo una señal a la coreana para que dejara de darle la espalda. 

Para la mala suerte de Miyeon, Shuhua lucía extremadamente hermosa, especialmente con el cabello más húmedo de lo normal, lo que dejó a Miyeon sin aliento por unos segundos. Sin embargo, al notar el ceño fruncido de la chica frente a ella, desvió la mirada. La taiwanesa intentó decir algo, pero fue interrumpida.

— Te encuentras mejor Shu? — Miyeon preguntó con una voz quebrada y, al darse cuenta, tosió un poco para aclararla. Los nervios emergentes la estaban consumiendo. Shuhua se río suavemente al notarlo y luego asintió con la cabeza; adoraba a la coreana por su forma encantadora de fingir inocencia. 

Quería abrazarla hasta sofocarla o incluso darle besos de agradecimiento y amor, pero el orgullo de Shuhua nunca lo permitiría. Caminando hacia la puerta, tomó la manija para abrirla, señalando a Miyeon que Shuhua estaba a punto de salir. 

La taiwanesa anticipaba las innumerables preguntas preocupadas de los demás miembros, pero no quería enfrentarlas hasta recuperarse del incidente doloroso. Al salir, para su sorpresa, no hubo revuelo y las chicas se acercaron para abrazar a Shuhua, quizás debido a la gravedad de la situación actual o tal vez por la mirada fulminante que indicaba que a Shuhua no le gustaba el ruido, algo de lo que la chica abrazada no se percató.

Después de explicar y compartir risas en la reunión urgente e inesperada, las seis chicas decidieron irse a sus casas. Antes de irse, preguntaron a la chica de piel pálida si estaba bien sola o si quería una gran fiesta para animarse. 

Ella declinó amablemente, agradeciendo el gesto. No era que no quisiera, sino que prefirió usar la excusa de sentirse cansada para pasar tiempo a solas con Miyeon. No quería malgastar ese tiempo y, de hecho, no mentía al decir que estaba agotada. Minnie se despidió de las demás con mirada fatigada; necesitaba descansar, así que le dijo algunas cosas a Miyeon mientras se dirigía a su habitación.

Por otro lado, Shuhua estaba sentada en su cama, en su habitación, pareciendo meditar, actividad que había comenzado minutos después de que las otras se marcharan. En realidad, reflexionaba sobre sus recientes revelaciones. 

Había sentimientos intensos hacia la integrante mayor del grupo, pero eso era precisamente lo que quería evitar. Estos problemas que solo traerían preguntas y rechazos si salieran a la luz, temía que lo que sentía fuera solo un error, especialmente al enfrentar el riesgo de ser rechazado por ella. Lidiar con ello suponía una gran carga para la taiwanesa día tras día. Absorta en sus pensamientos, no se percató de la coreana que se asomaba en el marco de la puerta de un azul pálido; la luz del pasillo se filtraba a través de la puerta abierta, permitiendo a Shuhua divisar la silueta de la coreana. Odiaba ver su sonrisa, eso lo tenía en claro.

—En que estás pensando?? — La coreana pregunto cerrando la puerta atrás de ella, al ver aquello Shuhua prendió su lampara nocturna para darle luz a la habitación y así no evitar que la actriz no se callera.

—En nada interesante – Shuhua murmuro en voz baja, haciendo a la coreana tararear hasta sentarse al borde de su cama.

—Entonces porque estabas tan concentrada en ello? —Shuhua gruño lanzándose hacia su cama para esconder su rostro en la almohada. La atraparon.

—No quiero hablar de eso – Dijo en una voz ahogada, apenas se la podía oír detrás de la almohada, sufocando sus palabras, pero la actriz tenía buenos oídos. Carcajeo un poco antes de levantar a la chica de pelo marron.

—Eres tan tierna, que a veces no te entiendo – La actriz sonrió al decir ello, haciendo que Shuhua se sonroje, apretando las sábanas suaves antes de cambiar su mirada a odio hacia la coreana.

—Cállate – La taiwanesa dijo y rodo sus ojos de molestia, la coreana seguía riendo hasta que tuvo que callar cuando sabía que ese era el final de sus carcajadas ante la mirada asesina de Shuhua. 

Por alguna razon encontró a la joven algo tensa y le preocupaba un poco, en cambio, sin pensar arrastro su mano lentamente hacia la de la joven, tocándolo suavemente y masajeándolo con su pulgar. Ambas sabían lo que estaba pasando, Miyeon estaba algo nerviosa ya que estaba caminando en hilo fino al hacer el acto intencional. 

Troubled love | MishuWhere stories live. Discover now