Lo que el tiempo se llevó ── ; Paw Patrol.

Capítulo 16

Zuma corrió hacia afuera y bajó por el elevador mientras mil y un preguntas inundaban su mente.

Sólo había una cosa en su cabeza, y esa cosa era su pup-tag.

Salió a toda prisa sin tomarse el tiempo de avisarle a su equipo, ni a sus asistentes, pues tenía un destino al cual debía llegar lo más pronto posible. Exactamente, a casa de Tuck y Ella.
Ellos llevaban más tiempo ahí que él pero no visitaban mucho su hogar por sus viajes, por lo que estaba seguro de que si había un lugar donde le ocultarían algo, sería en esa casa.

No le importaba nada, no le importaba la posible traición que estaba por cometer. En su mente sólo podía cruzarse una cosa al pensar en aquel objeto. Un nombre, mejor dicho.

Rocky.

Hace años que había eliminado todas y cada una de las cosas que le recordaran a él, una por una.

Desde los pequeños regalos como anillos, collares, hasta los CD musicales de él que se llevó del cuartel.. Y la chaqueta verde que Rocky tanto amaba. Esa chaqueta que mantuvo junto a él por tanto tiempo, pues era la única cosa que aún conservaba su esencia.

Y así, mientras caminaba a casa de los gemelos, toda su tristeza se iba convirtiendo en odio una vez más. Porque él siempre fue alguien alegre y amoroso, alguien que lograba verle el lado positivo a todo; y Rocky se había llevado eso. Se había llevado su brillo. Pasó semanas sin salir de su cama aferrado a esa prenda verde, sin poder comer, sin ni siquiera querer ir a la playa donde solía pasarla siempre.

Con cada paso que daba, los recuerdos de todas las noches que lloró por el de raza mixta formaban un remolino que lentamente se transformaba en un huracán, haciéndolo hervir en ira.

Odiaba con cada centímetro de su ser la forma tan cobarde en la que el chico se había ido sin darle explicaciones. Jamás supo si había sido su culpa, si él había hecho algo mal para que éste se fuera sin siquiera decirle adiós. Aquel «malparido», como ahora solía mencionarlo, no sólo lo obligó a mantener lo suyo como un secreto, si no que había dejado una marca irreversible en él.

Todos los "te amo", los detalles, las promesas; todo había sido en vano.

Por eso era que ahora se encontraba desesperadamente buscando algo pesado por la casa tras entrar con la copia de llaves que le habían confiado los retrievers; no quería tener ni un solo recuerdo más de aquella época tan oscura. Sabía que esa placa significaba que alguien quería algo de él.

Buscó por varias habitaciones hasta que dió con una caja de herramientas en el garaje.
Entonces corrió escaleras arriba hacia el lugar más obvio que se le pudo ocurrir: el cuarto de Tuck, donde rebuscó entre algunos cajones y repisas, sin mucho éxito. Cuando porfin encontró una pequeña caja sospechosamente colocada bajo la cama del rubio, la sacó.

Entonces ahí la vió: la pequeña placa anaranjada aún brillaba, colgada de ese collar de cuero azul marino que tanto le gustaba. Ahora sólo le provocaba náuseas.

Lentamente comenzaba a sentir una punzada en el pecho que le hizo llenar los ojos de lágrimas. Tembloroso, tomó el martillo y lo levantó en el aire, dejándolo caer sobre la placa con toda su fuerza.

Después otra vez, y otra vez.

Porque no dejaría que ningún idiota lo rastreara con esa cosa.

( . . . )

  
—Uhm, Rocky —Pronunció Tracker. Tras un par de horas más de viaje ahora el de raza mixta se encontraba en el asiento de copiloto con Skye al volante, Rubble junto a Tracker detrás, y Chase en la parte de carga—, perdimos la señal del collar de Zuma.