CAPÍTULO XIII

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El beso fue todo lo que Will estuvo esperando.

Se sentía como un adicto después de estar en abstinencia por mucho tiempo, fue glorioso.

Empezó de manera suave, dejando que Nico explorara y se volviera a familiarizar, era una especie de segundo primer beso, era casi casto, pero de pronto —y no estaba seguro de quién lo hizo —, pero uno de ellos profundizó el beso, volviéndolo urgente, como si de eso dependieran sus vidas, sus lenguas se enredaron con desesperación como si no existiera un mañana.

Y bueno, probablemente no existía.

Ese pensamiento fue el que llevó a Will a la realidad. Dios, estaba besando a su esposo, el hombre que ni siquiera le había tomado la mano porque lo avergonzaba, que había expresado cuanto detestaba a Will y lo que representaba, pero lo había extrañado tanto que dolía.

Lógicamente sabía que fue más un impulso del momento que algo que en realidad quisiera, sabía cómo iba a ser después.

Y porque lo sabía fue que Will se separó primero, le dio una falsa sensación de control, como si así fuera a evitar el dolor, como si tuviera algún poder.

Los primeros segundos fueron maravillosos, ambos estaban recuperando el aliento y Nico se veía increíblemente sexy con los labios rojos e hinchados y la mirada vidriosa, por supuesto, no duró mucho. Cuando la neblina se dispersó de la mente de Nico su mirada inmediatamente se volvió aterrorizada.

Will suspiró, claramente se lo esperaba, pero tenía la leve esperanza de que Nico no le mostrara esa especie de repulsión y arrepentimiento. Sabía que la esperanza a veces no era una buena consejera, pero Will quiso creer que por lo menos algo tendría que salir bien.

—Y-yo... —murmuró Nico con expresión incómoda.

—Está bien —dijo Will intentando tragar el nudo que tenía, ya había pasado por esto una vez, así que realmente sabía que seguía la culpa, la vergüenza y el arrepentimiento—. Muchas gracias por hoy.

Will salió de la cocina antes de que la expresión de Nico pudiera transmitir todo lo que estaba sintiendo, no necesitaba ver el rechazo en el rostro de su esposo, con todo lo demás era suficiente. Tampoco podía desmoronarse con él, así que agarró lo que quedaba de su dignidad y se encaminó a su habitación.

Solo cuando llegó ahí se permitió relajarse, apretó el oso contra él como si fuera una especie de salvavidas. Estaba tan feliz cuando Nico llegó al consultorio y aún más cuando le dio el oso, aunque Nico no sabía su significado Will se permitió creer que esto era algo más.

Y ese beso había sido todo lo que estaba soñando desde que Nico despertó, fue bueno mientras duró. Solo esperaba que Nico no empezara a actuar de manera rara otra vez, estaban teniendo una buena dinámica, no era perfecta, pero era mejor que nada.

Colocó el oso de peluche en el buró, moviendo un poco la foto de su boda y los contempló ¿cómo podías extrañar tanto a alguien que solo estaba a unos metros de ti? Era absurdo y a la vez, era un dolor que parecía interminable. Distraídamente jugueteó con el collar en su cuello donde estaban ambos anillos preguntándose cuando iba a ser el día que volverían a sus respectivos lugares o si algún día lo harían.

Él lo había dejado de usar porque iba a incomodar a Nico, aunque siempre que un paciente le coqueteaba, de manera discreta enseñaba el collar, disuadía a muchos de hacer un movimiento, pero no a todos.

No durmió bien esa noche, su mente se encontraba demasiado acelerada, había demasiados pensamientos que no lo dejaban en paz, demasiadas dudas con respecto a todo.

Cadenas del pasadoWhere stories live. Discover now