12. Reencuentro

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Que los caminos se abran a tu encuentro, que el sol brille sobre tu rostro,que la lluvia caiga suave sobre tus campos,que el viento sople siempre a tu espalda.

Que guardes en tu corazón con gratitud el recuerdo precioso de las cosas buenas de la vida.

fragmento de la Bendición irlandesa

P.O.V Lena Luthor

Kara levanto un muro de dimensiones épicas entra las dos. Su silencio era un estruendo, su mirada una daga afilada, la tensión se había instalado en el auto de camino al hospital, la suave música amortiguaba la incomodidad, pero en el fondo era un vano intento de apaciguar la tormenta que se gestaba en nuestros corazones.

Me dedique a ver la ciudad, escapando de la gélida atmósfera buscando refugio en el espectáculo que ofrecía la ciudad bajo la noche. Las luces se reflejaban en el asfalto mojado como estrellas fugaces, creando un lienzo de belleza efímera. Incluso la lluvia, con su furia incontenible, aportaba un toque de salvaje romanticismo a la escena. Me fuese gustado tener mi cuaderno de dibujo en ese momento.

De reojo, observaba a Kara. Su belleza era hipnótica, pero también inaccesible, como una rosa envuelta en espinas. De vez en cuando, me atrevía a robarle una mirada, buscando alguna señal que me indicara qué pasaba por su mente, no era un secreto que en este momento no era su persona favorita, pero sin duda aunque me percibiera como un mal, era uno necesario. Yo decidí esconderme en su gélido silencio. Pero debía admitir que si me dolía ver sus ojos, antes cálidos y llenos de vida, y ahora no eran más que dos pozos oscuros e insondables.

- Llegamos señorita Luthor - aviso Adler estacionando el auto.

- Gracias Adler - me limite a decir.

Kara me miro como esperando mis órdenes, yo le devolví una mirada cansada.

- Vamos, tu hermana está en la última planta, la mande a cerrar por seguridad así que puedes estar tranquila - comente calmadamente -, y Kara tu padre está allí.

- Gracias Lena - dijo suspirando pesadamente.

- Aprovechemos para remendar ese brazo tuyo - ella solo asintió.

Caminamos en silencio una al lado de la otra, sentí el impulso de tomar su mano, pero no era el momento propicio, demasiado rencor, en mi mente una sola idea existía, proteger a Kara a pesar de todo, a pesar de ella misma. Ambas íbamos cargando con el peso de nuestro silencio y el dolor del distanciamiento, pero aun en esas condiciones, era seguro que un manto de protección se extendía en entre nosotras.

- Señorita Luthor, su cuñada esta por aquí sígame - dijo una alegre enfermera al notar mi presencia entablando una conversación conmigo - Lamentamos mucho su ausencia en la gala del ala infantil, Pero la señorita Andrea rojas compro su obra por más de un millón de dólares.

Kara me miro con incredulidad al escuchar la palabra cuñada y el nombre de Andrés Rojas.

- La señorita Rojas es muy generosa, me alegra mucho por los niños - musite amablemente.

- Aunque no creo que yo estaría cómoda con un desnudo mío por allí en manos de un extraño - dijo con emoción, esta mujer era una bocona y al parecer no pretendía callarse - y usted debe tener mucha confianza en su chica si deja que un extraño tenga ese tipo de pieza en su colección.

Un gruñido casi imperceptible se escapo de la garganta de Kara, acaso eran los celos lo que se dibujaba en su rostro, sentí un poco de orgullo por despertar aquello en ella.

Mas allá de la razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora