، 🐺 : Nos pertenecemos.

876 174 13
                                    

Jungkook había tenido un tiempo bastante complicado; hace unos días, no sabe cuántos con exactitud, su madre llegó con una fragancia desconocida en sus ropas. Desde que la alfa entró a la habitación algo pareció despertarse dentro del joven. Olía a vainilla con unos ligeros toques de café pintándola y por un momento quiso levantarse para averiguar todo sobre ese perfume delicioso que despertaba los más profundos instintos en su interior, pero era evidente que no podía, además... ¿Por qué le interesaría algo tan absurdo como un perfume?

Desde ese día, su lobo interno no hizo más que fastidiar con encontrar la fuente de ese aroma, no sabe con exactitud para qué, pero quería encontrarlo con desesperación, quería buscarlo incluso estando postrado en una camilla de hospital, para fortuna de su coherencia, no fue necesario caer en la desesperación de su alfa porque la persona poseedora de tal delicia llegó directamente a su habitación; pudo olfatear la hermosa combinación cuando no estaba siquiera cerca de su habitación, pudo sentir la vainilla filtrándose por cada espacio de su cuerpo como exigiendo que se levantara y le mostrara que su aroma podía mezclarse tan perfectamente... Fue tan extraño.

Jungkook estaba enfurecido porque sus instintos parecían estar más activos que nunca antes y quiso estallar de cólera cuando escuchó la puerta abrirse y la fragancia inundó el lugar, pero fue mucho peor al escucharlo hablar; era un omega, tenía la voz tan suave y delicada, lo supo desde la primer silaba.

—Yo... Creo que conocí a su madre la semana pasada —su lobo solo necesitó eso para reconocerlo.

"Mi omega". Sintió un dolor punzante en sus encías, su corazón parecía latir más rápido y su piel quería erizarse por el sentimiento; pero no iba a dejar que eso pasara, él no era así. Desde que Jungkook supo lo que eran las castas se juró a si mismo que ningún omega, beta o alfa lograría doblegar su corazón. Él nunca ha querido que su lobo gruña o se muestre posesivo por nadie en absoluto, por eso mismo utiliza supresores, sabe que tiene un buen rostro y buen cuerpo; no va a atarse a algo que no quiere ni querrá nunca.

Su lobo interior no estaba de acuerdo, pero se mostraba sumiso y nunca luchó demasiado por mostrarse ante los otros, nunca quiso hacer uso del poder que su casta pura le otorgaba porque nadie era lo suficientemente bueno para imponerse ante su raciocinio, nadie lo había enloquecido tanto... Hasta ahora.

Escuchaba todo a su alrededor, escuchaba cuando su madre lloraba cada vez que ingresaba a su habitación, escuchaba a su padre lamentarse por lo sucedido, las máquinas alertando de sus signos vitales cada momento y a los médicos diciendo que no hay nada por hacer más que esperar, pero los últimos minutos su cerebro y sobre todo su alfa, se enfocaron en una sola cosa; la linda voz de su omega.

Porque si, sabe que lo es, su exquisito aroma lo delata al enloquecerlo tanto. Conforme pasan las horas más se convence de que ese chico es suyo; su lobo se remueve contento cada vez que lo tiene cerca y sus toques... ¡Dios!

La primera vez que lo tocó todo su cuerpo sintió un escalofrío que removió hasta la más mínima partícula de su ser; su alfa rugió por levantarse, abrazarlo, marcarlo con su aroma y protegerlo de todos, pero claramente eso no es posible, Jungkook nunca dejará que su lobo tome el control de su ser, eso es completamente un no rotundo, así que lucha consigo mismo para apaciguar sus instintos, para no convertirse en ese alfa que nunca ha deseado ser.

El lobo interior se remueve y lloriquea ante la represión que su humano ha impuesto, pero de igual forma no hay mucho por hacer, sabe que no pueden despertar de ese sueño casi eterno en el que está, así que sólo vuelve a lo profundo de su ser, a esconder la cabeza entre sus patas delanteras, a sollozar por la dolorosa herida que le causa no poder tener a ese omega para él, para adorarlo cómo sabe que su omega se merece. Tendrá que esperar para tener entre sus brazos a ese chico de voz preciosa.

where we land › kookminWhere stories live. Discover now