Capítulo 44

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Bianca Miller

Los sueños son aquellos que aparecen mientras duermes e incluso estando despierta sumergen en tu mente, son esos que te hacen anhelar, pero también pueden verse muy lejanos a la realidad y pensar que nunca sucederán, pero otra vez más el destino y la vida me enseño que todo llega a su debido tiempo, solo debemos ser paciente.

Ahora vivo todo aquello que soñé y ver a las 3 personas que más amos juntos como padre e hijos provoco que esa felicidad desbordada, pero no duro mucho esos pensamientos de culpa gobernaron mi mente.

Yo fui la responsable de esta separación, por creer que estaba haciendo el bien termine alejándolos, ellos se necesitaban, yo robe todos esos sus momentos que debieron vivir.

Yo no solo le causé daño a una persona sino a tres.

Fingir y actuar se me daba bien, por lo que sonríe radiante y me dispuse a ir a preparar el desayuno mientras escuchaba como chillaban nuestros hijos de alegría y le hablaban emocionados a su padre.

Una vez sola sentía como esa puntada que estaba presionando mi pecho lo atravesó haciendo que las lágrimas corrieran por mis mejillas mientras me tapaba la boca para reprimir mis sollozos.

No me merecía este trato y menos de él, pero esos ojos me reflejaban el amor y la felicidad, sus palabras eran tan sinceras, estar entre sus brazos hacían olvidarme de todo lo malo.

Vivir nuestro presente, eso es lo que más quiero.

Así pasaron los días y debo decir que cada uno se volvía mejor que el anterior, Matteo los consciente, cuida y ama incondicionalmente.

El que esté aquí con nosotros hacía que nuestros días fueran perfectos, únicos, maravillosos e inolvidables, pero debo admitir que mis noches son mis favoritas, ya que escuchaba como les contaba su cuento de dormir igual como cuando estaban en mi pancita.

Mis hijos seguían siendo unos pequeños celositos y posesivos conmigo, aunque sea su papi quien está cerca de mí.

Y para que hablar el hombre me provocaba a más no poder, sus besos tan deseosos, esas palabras y ese bulto que se endurecía solo por mí mojaba mis bragas y me tentaba a abrirle las piernas, pero debíamos mantenerlo dentro de su bóxer y alejar de paso alejar esos pensamientos. 

Debíamos pensar con la cabeza y no con el cuerpo.

—Bianca ya está listo el almuerzo —lo escucho detrás de mí.

—Ya voy —digo mientras termino de acomodar el vestido, hoy mi madre viene a probárselo.

—Mi mujer es perfecta en todos los sentidos —me abraza mientras pone su cabeza en mi hombro —Ver lo que has diseñado y confeccionado para tu madre solo me hace imaginarte a ti en tu propio vestido mientras caminas hacia mí para ser mi esposa.

—¿Y quién dijo que me casaré contigo? —siento como sus manos toman con posesividad mi cintura.

—Tú ya eres la mujer de un Anderson —me gira para mirarme a los ojos —Mi mujer.

—Si lo soy —digo llevando mis manos y enrollarlas tras de su cuello —Pero las cosas se deben hacer correctamente y tú estás muy lejos de hacerlas —beso sus labios y me separo para ir al comedor.

Matteo me sigue y nos sentamos para comer de esta deliciosa comida, debo decir que él se ha encargado de las comidas para nosotros.

Una vez que terminamos él se va al despacho para trabajar, mis hijos juegan el living y yo preparo todo, ya que  dentro de unos minutos debería llegar mi madre.

—Papi —los escucho las voces de mis hijos.

Camino hacia donde proviene el sonido y  me quedo en la puerta mientras miro la escena, Matteo deja su computadora y mira a sus hijos quien le estiran los brazos para que los cargue.

Eras todo lo que necesitaba [EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora