Bianca Miller
Ver cómo mis niños corren y abrazan mi vientre mientras le hablan con tanto amor a sus hermanitos se ha vuelto uno de mis momentos favoritos del día. Y ni hablar de su padre, quien siempre está pendiente de mí y de los niños.
Estos días han sido caóticos, ya que mis nuestros pequeños no quieren ir al kínder porque quieren estar junto a mi y sus hermanos.
Quien batalla cada mañana para levantarlos es su padre.
En medio de la noche me muevo en la cama buscando al hombre a mi lado, pero cuando no lo encuentro, abro los ojos. Al ver la hora, noto que son las 4 de la mañana. Me levanto y camino al baño, pero al no encontrarlo allí, me dirijo a la sala y veo la luz de la cocina encendida.
—¿Está rico? —murmuró mientras lo abrazó por detrás.
—Sí —me separo un poco al sentir como gira la silla para mirarme.
Mis ojos van al pote que se encuentra en sus manos. Al parecer es helado de frambuesa.
—Abre esa boca, mi amor —dice, tendiéndome la cuchara.
Lo miro a los ojos mientras sigo su instrucción y el sabor a frambuesa explota en mi boca.
—Delicioso, quiero más.
—Solo tres cucharadas más, porque el resto es mío.
—Mateo, tres es muy poquito —hago un puchero, y él me besa.
—Es suficiente; uno para cada bebé y tú comes uno extra —veo cómo la cuchara aterriza en el pote.
—Pero tus hijos quieren un poco más —él se ríe y yo abro la boca para recibir la cuchara llena de helado que me da.
—Lo sé, preciosa. Por eso tengo este jodido antojo.
Una vez que me da mis tres cucharadas, me siento frente a él, esperando que termine de comer para volver juntos a la cama.
A la mañana, despertamos cuando los niños, junto a sus perros, invaden nuestra cama.
—Les dije que esas bolas de pelo no las quería sobre la cama —escucho la voz dormilona de Matte.
—Papi —responden los niños, y me siento para ver qué harán.
—Repite conmigo, papi —dice mi estrellita, quien abraza a su perrita —Reina y Golfo.
—Bolas de pelos —repite su padre, y veo cómo ambos niños lo miran enojados.
—¡Odioso entrometido! —su padre se levanta automáticamente para verlos.
—Pequeños diablitos, soy su padre.
—Y nosotros tus hijitos y ellos nuestros perritos, Reina y Golfo —añade mi ojitos de cielo.
—Ya les dije, los quiero abajo —dice su padre y se vuelve a recostar.
—Papi —saltan sobre él y le sonríen.
Ambos niños le llenan de besos su rostro y luego lo abrazan, la táctica de manipulación que funcionará en 3, 2 y......
—Está bien, solo por esta vez se pueden en nuestra cama —escucho cómo ambos niños chillan de alegría.
Luego de eso, se separan de su padre y vienen a abrazarme, poniendo su cabecita en mi vientre para escuchar lo que sucede dentro.
—Mami, ¿por qué no se mueven? —pregunta mi ojito de cielo.
—¿Nos odian, Mami? Por eso no se quieren mover —dice mi estrellita en seguida.
—No, mis niños. Es solo que son aún muy pequeños, por eso no pueden responder —les explico.
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Eras todo lo que necesitaba [EDITAR]
RomanceContenido +18 Bianca Miller lleva una vida feliz y tranquila hasta que una verdad desmorona su vida y esa misma noche por tratar de olvidar termina en los brazos de un desconocido, pero sus acciones traen consigo consecuencias que harán que su vida...