Katelena

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Kate.

Hoy tengo una entrevista con un presentador muy famoso, reunión con los productores de Spider-Man Across the Spider-verse, debo ir al estudio para ver los avances de mi nueva canción y tengo una propaganda para Prada con sus nuevas bolsas en menos de dos horas.

— No sé qué tan rápido pueda hacer esto— confesó mi maquillista preocupado a mi manager.

— Pues debe ser todo lo rápido que puedas. Kate debe estar lista a más tardar en una hora para poder llegar a tiempo ahí— George camina de un lado a otro con los nervios y el estrés al borde del colapso— ¿No pudieron empezar antes?

— No, Kate llegó tarde— chismoseó Harry. Le dije específicamente que no lo hiciera.

Me sonrojé fuertemente. Mi guardaespaldas, mano derecha y chofer es demasiado sexy como para desperdiciar y reprimir mis ganas sexuales cada vez que estoy con ella.

— ¿Por qué llegaste tarde?— preguntó George nuevamente.

— Había mucho tráfico y Yelena no podía pasar por donde sea con el auto.

— Mmmm. Dudoso— habló Harry. Lo regañé con la mirada.

Estoy acostumbrada a poner aquello de excusa cada que nos tardamos demás, pero creo que está dejando de funcionar. Mierda

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— ¿A dónde iremos primero, señorita Bishop?— preguntó Yelena una vez ella ingresó al auto.

— Primero a la reunión, luego al estudio; sesión con Prada, casa de Harry para que me vuelva a maquillar y vamos a la entrevista— ella asintió y puso en marcha el auto.

— ¿Cómo has estado? Sé que los eventos públicos te ponen los nervios de punta— ella posó su mano en mi pierna mientras manejaba solo con una.

— Pues supongo que bien. Tengo nervios, sí, pero creo que puedo controlarlos— respondí observándola.

Su vista puesta siempre al frente, su mandíbula apretada debido a la concentración, sus cabellos siendo acariciados por el viento que entraba por la ventana y sus manos cubiertas con anillos eran una clara representación de la idea de lo que significaba sexy para mí.

Tomé su mano y la subí muy cerca de mi entrepierna. Ella se tensó al saber dónde se encontraba su mano y comenzó a hacer círculos con su pulgar sobre mi piel.

— No me provoque, señorita. No querrá llegar otra vez tarde— su voz salió más ronca de lo que me esperaba y me ericé por completo ante su tacto.

— Si es por tener sexo contigo, no me molestaría— ella dejó salir una sonrisa ladina y siguió manejando.

Llevé su dedo índice sobre mi braga y ella jadeó. Quitó mi mano y puso dos de sus dedos sobre la tela para estimularme al compás de Call Out My Name, canción que acababa de empezar a reproducirse unos segundos antes para seguir con la tensión del momento.

— Yelena...— gemí acariciando su brazo. Su penetrante mirada seguía puesta únicamente en el camino.

La ropa comenzaba a incomodarme. Quería sentir sus dedos entre mis pliegues, sin ninguna barrera.

Ella apartó sus dedos de mi ropa interior y yo lloriqueé.

— Sabe que no podemos, señorita. Aún si quisiéramos, no podrá ser así. Ya nos atrasamos al ir con Harry y no creo que a George le agrade que nos atrasemos más de lo que ya vamos.

— Yo sí quiero— gruñí al recordar su "aún si quisiéramos".

— Y yo, señorita. Créame que no hay nada más que desea que llevarla detrás del auto y hacerle tantas cosas como mi imaginación me permita, pero no podemos. No podemos atrasarnos en algo más o comenzarán a sospechar.

OS KatelenaWhere stories live. Discover now