Katelena

32 2 0
                                    

Yelena.

Dejé de correr cuando sentí que mis piernas comenzaron a doler. ¿Qué caso tiene si a fin de cuentas muy probablemente la profesora Bishop me deje pasar de igual manera?

Sonreí. Es realmente linda y se ve muy sexy mientras califica las pruebas que nos aplica, con sus lentes y su mirada concentrada.

Voy cinco minutos tarde, supongo que sí me dejará pasar. Hay gente que llega más tarde y no les dice nada.

Llegué a la puerta del aula y toqué levemente. Escuché sus tacones acercándose a la puerta y luego se abrió. Frunció el ceño.

— ¿Por qué llega tarde, señorita Belova? ¿Otra vez?— elevó la ceja. Quedé muda.

¡Solo he llegado tres veces tarde! ¿Qué le importa? Ni que lo hiciera a propósito.

— Lo lamento, maestra. Han pasado cosas en mi casa y...— ella volteó a dar una vista panorámica al aula y se percató que todos estaban prestándonos atención. Elevó su mano indicando que parara.

— Está bien. Ve a sentarte.

Obedecí y fui a tomar asiento junto a mi mejor amigo, Peter. Él frunció el ceño.

— Nunca le había importado tanto que algún alumno llegase tarde— susurró el castaño cerca de mi oído. Asentí.

— Ni idea de porqué le...

— Parker y Belova, silencio— él y yo nos volteamos sin entender.

Pero qué genio. Seguro no le dieron ayer y está necesitada.

— Lo lamentamos, profesora— habló Peter.

No, la verdad yo no.

La profesora Bishop se paró de su escritorio con gis en mano y comenzó a hablar.

— Quedamos en que la teoría cuántica estudia elementos a nivel microscópico como lo son átomos, electrones y moléculas que habitan en el mundo subatómico, ¿no?— una vez todos asintieron, ella continuó— ¿Alguien recuerda quién fue el que partió con esto?

Peter levantó la mano emocionado. Me da mucha ternura a veces —cuando no lo quiero golpear por irritante—.

— Adelante, joven Parker.

Joven. Habla como si tuviera setenta años, un divorcio y estuviera regresando del entierro de alguien.

— Fue Max Planck, con la Ley de Planck acerca de cuerpos negros y radiación— la maestra asintió sonriente.

— Excelente, señor Parker.

Se acercó nuevamente a su escritorio y sacó un libro de su bolso de madre.

— Abran su libro en la página 158, seguiremos con lo que vimos la clase pasada acerca de la teoría cuántica y lo que repasamos hoy.

Bufé. Esto ni siquiera tiene que ver con lo que quiero estudiar, ¿por qué diablos lo ponen como materia obligatoria? ¿Qué tiene que ver esto con la literatura antigua y moderna?

Tomé mi mochila en busca del susodicho libro. Abrí y desde el primer momento lo supe. Por favor, Dios. Seguí buscando hasta debajo de una basura de dudosa procedencia que tenía desde hace dos semanas.

No. No está.

— Mierda— susurré. Peter volteó a verme e hice una mueca interrogadora— No traje el libro— él abrió los ojos, sorprendido.

La maestra Bishop nunca nos ha regañado por no traer los libros, pero tampoco nos había regañado por llegar tarde y mírenme.

— Muy bien, comenzaré con la lectura y más tarde cada quien continuará por su cuenta, ¿de acuerdo?— todos asintieron— Perfecto... La hipótesis de Planck se puede generalizar y enunciar como un postulado del modo siguiente: cualquier ente físico con un grado de libertad mecánico, cuya coordenada generalizada realiza oscilaciones armónicas simples sólo puede poseer valores discretos de la energía, dados por: ε ν = nh , n = ... 012, (4.14) donde ν es la frecuencia de la oscilación y h es una constante universal.

OS KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora