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「Cecilia Behnke - Cherry Rosenheim」

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Cecilia Behnke - Cherry Rosenheim

Hace nada que se fue y ya está molestando otra vez. Levanto mi celular del suelo y lo desconecto, estuvo toda la noche cargándose. Contesto y lo pongo en alta voz mientras me recuesto en la cama de Dim. Mientras desayunábamos, George con su maravilloso servicio, cambió las sábanas y puso unas limpias.

—Ah —digo.

—Cecilia, una vez más ¿viste a Eastman en la cena de anoche?

Rayos. ¿Y eso? Sí, lo vi, pero... ¿estaré en problemas si le digo la verdad cuando antes di otra respuesta y debí haberle dado esa información ayer, en el mismo momento que vi a Dago? Nada es para Dim más importante que el trabajo, definitivamente se enojará conmigo si le digo la verdad porque, para él, es más importante saber que Dago estaba cerca nuestro que el momento privado que compartimos en el jardín trasero.

—No —respondo—, no lo vi.

Puede que Dim haya averiguado que Dago sí fue a la cena, de eso no soy responsable, su pregunta fue "viste a Eastman". No confirmo si acaso sé que él fue a la cena, solo digo que no lo vi.

—Gracias, Cecilia —concluye y cuelga.

Me pone nerviosa e inquieta guardarle secretos a Dim, ya llevo dos. Sé que enloquecerá de furia si se descubren mis mentiras, son tan pequeñas e insignificantes, pero él... Dim es peligroso, lo sé. A mí me tiene paciencia, pero es que nunca lo he traicionado y una mentira, no importa la gravedad de esta, siempre es una traición.

A las nueve de la noche estoy la sala de entrenamiento, ahora me entero que entrenaremos sin luz, bajo la imponente oscuridad. En el pasado, Reggiardo me hubiera dado una paliza, ahora puedo defenderme y atacar bien, pero no es suficiente si no dejo de recibir golpes y no será suficiente hasta que no logre darle un golpe en la cara.

El maldito asesino de Ruheturm no sospecha nada de mis inofensivos secretos, vuelve en la madrugada siendo él mismo. Si lidiando con sus trabajos lo estresó y lo enfureció, deja todos esos sentimientos antes de entrar a su habitación, donde lo estoy esperando.

Al día siguiente recibimos la visita de un ginecólogo particular que nos da la misma charla que ya escuché cuando fui a una clínica, pero esta vez Dim lo escucha todo. Me decido por las pastillas anticonceptivas. De todos los efectos secundarios, estas tienen los más sutiles.

De ahí en adelante, al menos una vez al día, Dim pregunta por mi salud. <<¿Cómo te sientes?>> <<¿Tienes mareos?>> <<¿Tienes ganas de vomitar?>> <<¿Hay algo en específico que quieras comer?>> Lo mandé a leer otra vez los efectos secundarios de tomar anticonceptivos, porque en ninguna parte ahí se habla de esos síntomas. Pero él sigue con su excesiva y absurda preocupación.

—Avísame si tienes tu periodo.

—¿Y para qué? —pregunto.

—Para... ordenarle a George que te prepare cosas dulces.

©Con sabor a cereza y aroma a pólvora |+21|Where stories live. Discover now