42

43 19 0
                                    

42

Noviembre, 2006

Se ha acoplado a ella, pese a que no es del todo de su agrado y parece que sus respuestas jamás van a gustarle, no le deja más alternativa que acoplarse a ella. Quizá, sólo quizá, le agrada un poco también, en algunas ocasiones. El trabajo junto a ella es lento, tedioso, sus actividades son extrañas y a veces, sólo le muestra imágenes que no comprende y le hace preguntas como «¿qué sientes cuando...?» o «¿qué harías al sentir...?». Otras, hacen mímicas juntos y ríen sin querer. Y otras, Hoseok calla al recibir una mirada extrañada que lo vuelve todo incómodo una vez más. Es relativo. Así que sí, sólo se ha acoplado a ella.

—¿Crees que tu madre pueda permitirse un terapeuta?

—¿Ese no es su trabajo? —pregunta Hoseok con poco interés.

Hoy de esos días en que está más interesado en armar el castillo de Lego que en lo que ella tenga que decir o hacer.

—No exactamente —contesta—. Te lo expliqué.

—Uhum —murmurar. Guarda silencio unos segundos, enfocado en su trabajo, y retorna al escuchar como escribe en su cuaderno—. No lo creo.

—Necesitas una, sabes.

—No —asegura—. Mi terapeuta ya me dio el alta hace un tiempo... y nos vino bien, porque mami ya no puede pagarla.

Ella suspira.

—Sí, lo sé, hablé con ella ayer. —Hoseok alza la mirada. Ella se encoge de hombros—. Pero, no lo sé, creí que tú podrías querer algo diferente.

Hoseok coloca la bandera en la punta de la torre más alta, y considerando que tu tiempo allí acabó, dejará el resto del castillo para la próxima ocasión.

—Sólo quiero volver al salón —dice.

Ella sonríe.

—No has acabado tu castillo.

—Lo haré la próxima semana.

—La próxima semana tenemos que comenzar a trabajar en tus emociones, ¿recuerdas? Entender lo que sientes. No podrás trabajar en el castillo.

—Ya sé lo que siento —aclara—. Yuna me enseñó hace tiempo, pero podemos hablar de eso, mientras termino, si quieres.

—Haremos más que eso. A mí me parece que ese trabajo no está finalizado.

Hoseok suspira.

—Está bien. Acabaré el castillo ahora y me iré.

—¿Puedo hacerte preguntas mientras lo terminas?

—Puedes ayudarme también, si quieres —ofrece, encogiéndose de hombros.

Durante la segunda semana de octubre, Hoseok le explica a la mujer todo lo que sabe sobre las emociones, y que existen emociones más complejas que sólo la alegría, la tristeza y el enojo.

—¿Puedes dibujarlas? —pregunta ella.

—No soy bueno dibujando.

—No es necesario que lo seas. Es una buena forma de expresarte.

—¿Qué debo dibujar?

—Lo que sientes hoy.

Se toma su tiempo, pensando e intentando encontrar el foco en la hoja blanca que tiene en frente. La ve un poco extraña, borrosa y algo gris en los bordes.

—¿Puedo encender la luz? —cuestiona.

—Está bien iluminado, Hoseok —comenta ella, entre risas. Sin embargo, al notar que no ríe de vuelta, añade—: Enciéndela, no hay problema. —Así lo hace—. ¿Mejor?

Asiente. Todo ha vuelto a la normalidad. Hoseok puede comenzar con su dibujo, en cuestión de unos segundos, y ese dibujo terminado parece hacerla tan feliz, que lo coloca en su mural de corcho.

Una semana más tarde, tras una pesada discusión con su madre, acerca de la relación que mantiene con su padre, Hoseok decide preguntarle a ella acerca de una situación muy personal de su vida, por primera vez.

—Cuando mi papi llegaba a verme antes, me ponía tan feliz. Prometo que era verdadera alegría —aclara–. Pero ahora... uh, pero ahora, cada vez que aparece, me siento muy extraño y quiero saber qué es eso que siento, porque no logro entenderlo.

—¿Puedes describirme lo que sientes? —Hoseok niega—. En tu cuerpo, me refiero.

—¿Cómo sé eso?

—Mmh... por ejemplo, ¿notas algo en tu pecho? Alguna sensación de pesadez o palpitaciones. —Niega—. Bien... ¿te duele la cabeza?

—Un poco.

—¿Sientes latidos en tu cabeza? —Niega—. ¿Una sensación punzante?

—Sí, mucho. Una vez tuve que pedirle se marchase, porque no tenía ánimo de verlo, mi cuerpo se sentía como...

—¿Frágil? —Niega—. ¿Estático? —Asiente—. ¿Como si estuvieses junto a un desconocido? —Vuelve a asentir. Ella anota primero, luego se enfoca en él—. Eso, Hoseok, eso se llama incomodidad, y proviene de la decepción con la relación que tu padre establece contigo desde que naciste.

—¿Decepción?

—La consecuencia de muchos errores de otras personas, que te hacen daño y no son enmendados.

—¿Enmendados?

—Pedir disculpas. —Hoseok gestualiza entendimiento—. ¿Tu padre alguna vez te ha pedido disculpas por no pasar a verte casi todas las navidades desde que se fue de casa?

—No.

—Puede ser por eso que te sientas incómodo con él ahora, las decepciones han debilitado el vínculo que los unía antes.

Le encuentra un sentido, lo comprende perfectamente y se siente tranquilo por darle un nombre a lo que su padre se ha transformado para él, en el último tiempo: una completa decepción, que lo hace sentir incómodo. Por alguna razón, se siente alegre por ello, al menos, por entenderlo con claridad.

Sin embargo, cuando su madre lo mira con temor y sus ojos enormes se llenan de lágrimas, siente preocupación en su pecho.

—¿Qué pasa, mami?

—¿Crees que podamos hacer algo para que tu padre no te ponga incómodo? —contra pregunta ella.

—Que me pida disculpas por todas las veces en que me sentí decepcionado de él.

—¿Eso solucionaría el problema?

—No lo sé.

—¿Quieres intentarlo?

Hoseok baja la mirada y suspira.

—No lo sé...

—Bien... voy a llamarlo, ¿qué te parece si viene esta semana?

Pero parece que todos sus músculos se contraen y acaba alzando la mirada y negando.

—No lo sé, mami... prefiero que no, no quiero verlo por ahora.

Jamás ha visto a su madre llorar, hoy es la primera vez.

Jamás ha visto a su madre llorar, hoy es la primera vez

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Desde 1993 🎨 yoonseok.Where stories live. Discover now