Capítulo 2

94 6 0
                                    



Al día siguiente bien temprano por la mañana, con los primeros rayos de sol que se colaban por la ventana, iluminando así la alcoba del principal. Allí tumbada en la cama dormía plácidamente doña Violeta Hódar que poco a poco y con leves movimientos se estaba despertando.

Abrió los ojos lentamente y sonrío para si misma. Pasaron unos minutos y por fin decidió desperezarse y sentarse en la cama. Agarró su bata de seda blanca situada en el sillón cercano a la cama y se lo colocó por encima de su camisón también de seda blanca. Se calzó y salió de la habitación sin ninguna prisa.

Al llegar al salón, se sentó en la mesa redonda cerca de la ventana donde el desayuno ya estaba servido. Se colocó la servilleta encima de sus piernas y cogió la copa de zumo de naranja natural llevándosela a los labios y bebiendo de ella para luego volver a dejarla sobre la mesa.

-Buenos días señora. -Saludó Blanca entrando por la puerta que daba de la cocina al salón.

-Buenos días Blanca. -Le devolvió el saludo girando la cabeza en su dirección para dedicarle una sonrisa cálida. -¿Dormiste bien?-Preguntó con un poco de humor en su voz.

-Muy bien señora, ¿y usted?

-Perfectamente.

Violeta siguió desayunando tranquilamente mientras Blanca quitaba el polvo del mobiliario. Ambas en silencio y concentradas en sus respectivos quehaceres.

-¿El señor ha dormido en casa? -Preguntó Violeta calmada sin apartar la mirada de la ventana.

-Sí señora, la habitación de invitados está cerrada.

La pelirroja asintió conforme con la respuesta de su criada y miró la hora en el reloj de la pared. Aún era muy temprano.

-Blanca, cuando puedas saca del armario el vestido gris y plánchalo.

-Sí señora, ¿he de suponer entonces que va a acudir a misa esta mañana?

-Así es, ayer no pude asistir y no quiero que las vecinas tengan oportunidad de hablar de mí.

Blanca asintió y acabó de quitar el polvo a una de las cómodas que había en el salón. Cuando terminó se dirigió de nuevo hacia Violeta.

-Con su permiso, iré ahora a planchar el vestido.

Violeta hizo un gesto de conformidad con la cabeza y Blanca le contestó con una pequeña reverencia y se retiró a hacer lo que le había mandado su señora.

Pasaron unos minutos y por la puerta del salón apareció Juanjo con su pijama azul de seda y un batín del mismo color, no portaba su mejor cara.

Se acercó a la mesa, le dio un beso en la mejilla a Vio a modo de saludo y se sentó delante de ella dispuesto a desayunar.

Estuvieron en silencio unos segundos, él desayunando y ella sin apartar la mirada de su marido esperando a que este hablase. Al ver que ni una palabra salía de sus labios decidió comenzar ella la conversación.

-¿Has descansado?

Juanjo miró a su esposa y le regaló una sonrisa cariñosa.

-Poco, regresé tarde de la taberna.

-¿Taberna? Pensé que no visitabais esos tugurios. -Preguntó sorprendida.

-Teniendo en cuenta nuestras limitaciones, nos toca acudir a lugares poco recomendados. -Susurró por si Blanca les ecuchaba.

Violeta lo entendió en seguida y asintió comprensiva.

-No ocurrió nada que me pueda preocupar ¿no? -Preguntó intranquila.

Lirios (kivi)Where stories live. Discover now