Capítulo 5

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Mientras tanto en el domicilio de don Luis Fernández de Velasco se encontraba en aquel momento el señor y la señorita Almudena. La joven se refugiaba en su alcoba hasta que regresase la señorita Ruslana de sus quehaceres, para no encontrarse frente a frente con el señor. Su inteligente estrategia no le sirvió de mucho muy a su pesar...

Se encontraba sentada frente al tocador peinándose su larga melena enfrascada en sus propios pensamientos cuando escuchó unos toques en la puerta. Pensó que sería la criada ya que ella era la única que llamaba a la puerta y se giró mientras invitaba a la persona que se encontraba al otro lado a entrar.

Su rostro se descompuso en cuanto vio que quien llamaba a su puerta era don Luis. Este sonrió con malicia al ver el rostro pálido de la joven y su mirada llena de miedo.

Entró y se situó a pocos metros de la señorita haciendo que se incomodase.

-¿Estás sola? -Preguntó a sabiendas de que en efecto lo estaba.

-Sí protector. -Respondió en un susurro y con la mirada baja.

-Quería comentarte una cosa.

-Usted dirá.

-Últimamente me ha dado por pensar y he llegado a la conclusión de que no se que voy a hacer contigo.

Almudena levantó la mirada alarmada, sus ojos reflejaban terror y confusión.

-¿A qué se refiere? -Preguntó con voz temblorosa.

-Me refiero a que tanto tú como la señorita Ruslana habéis acabado los estudios y habéis alcanzado la edad adulta. Así que ya no sería preciso que os quedaseis bajo mi cuidado pero al ser mujeres tenéis que depender de un hombre.

Almudena asintió, sabía de buena tinta que el protector estaba en lo cierto.

-Claramente Ruslana es una joven bella y obediente por lo tanto será fácil casarla cuando sea el momento... Pero tú, ¿qué voy a hacer contigo cuando tú solo me das disgustos y problemas?

Las lágrimas empezaban a escapar de los ojos de la rubia y volvió a bajar la mirada. Era humillante que el protector tuviese que presenciar como lloraba como si fuese una niña pequeña.

-Quiero decir, no eres obediente, no eres educada ni religiosa, tampoco eres de buen ver... ¿Quién querrá casar con alguien como tú? -Su voz derrochaba desprecio.

La joven lloró más fuerte, sabía perfectamente que el protector estaba diciendo adrede todas esa sarta de mentiras para hundir su moral y no pudo evitar que aquellas palabras con un propósito tan horrible consiguiesen su objetivo.

-Y como ningún señor de renombre querrá casar contig,o la única opción es que ingreses en un convento... ¿Pero qué convento aceptará a una señorita tan rebelde y tan poco religiosa?

-Protector... -Suplicó.

-Entonces ¿qué será de ti? Tampoco puedo abandonarte en mitad de la rúa a la merced de Dios ¿no?

Almudena no contestó, cada vez que el protector hablaba se sentía peor, estaba deseando que parase y que regresase Ruslana para darle apoyo y estar junto a ella.

-La única opción que te queda es casar conmigo.-Soltó y su sonrisa maliciosa se agrandó.

-¿Qué está queriendo decir? -Preguntó con confusión.

-Te estoy demandando permiso para cortejarte.



Lirios (kivi)Where stories live. Discover now