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Imaginen la escena: una mansión antigua, enorme y terrorífica que ya está por cerrar y eso lo vuelve más escalofriante porque esta literalmente VACIA. Tres adolescentes curiosos que decidieron visitarla hace treinta minutos y una noche estrellada que promete más trucos que tratos.

—¿Qué divertido... ¿no? —suelta Jasper.

Ja.

—¿Estamos seguros de esto? —pregunto.

Sigo sin creer que Emily, con su eterna vibra de "vamos a hacer algo imprudente", nos haya convencido a Jasper y a mí de entrar en la mansión Cavanagh. Sí, la misma familia de ese chico misterioso y musculoso que parece sacado de una novela de vampiros, James. Y no, no es que me importe... mucho.

—¡Por supuesto que sí! —exclama Emily, como si fuera la idea más brillante del mundo.

Jasper solo murmura algo sobre preferir a los fantasmas antes que, a los compañeros de cuarto con abdominales, pero lo ignoramos. La curiosidad ya nos tenía, y la posibilidad de descubrir algo sobre el enigmático James era demasiado... tentadora.

¿Me arrepentiré de esto mañana? Probablemente. ¿Me iba a quedar con la duda? Por supuesto que no.

Necesitaba saber porque todo el pueblo hablaba de esta mansión y porque los Cavannagh eran tan históricos.

La mansión victoriana de paredes blancas y viejas se alza ante nosotros, sus ventanas oscuras y vacías, como si guardaran los secretos más oscuros. Hay una alta y ancha puerta principal, entreabierta que parece invitarnos o advertirnos, no estoy segura, pero luce aterradora. 

Lo poco que había leído, contaba la historia de Eleanor Cavanagh, la bisabuela de James; quien había sido víctima de un asesino serial quien se convirtió en su acosador por alrededor de quince años y después acabo con su vida en su propia casa.

Este asesino había perturbado a Eleanor en su adolescencia y después volvió a aparecer en su matrimonio, perturbándola junto a su esposo durante años. Se dice que la casa está llena de fenómenos paranormales. Guardan artículos malditos, así como también objetos reales que habían sido usados por asesinos seriales del pueblo, incluyendo al propio asesino de Eleanor.

El hombre conocido como el Fantasma de Cavanagh, este ser enigmático se había convertido en un susurro entre los habitantes del pueblo que se contaba con voz temblorosa. Había terminado con la vida de muchos adolescentes en los años sesenta y setenta. Eleanor, la matriarca de la familia Cavanagh, escribía en sus diarios sobre la presencia constante que sentía, una mirada que la seguía sin ser vista y que la inquietaba cuando el sol se encondía.

El asesino era un tanto meticuloso, dejaba pequeñas pistas de su presencia para atormentar a Eleanor: una ventana abierta que antes estaba cerrada, el suave aroma de un perfume desconocido, el sonido de pasos en el piso superior cuando nadie más estaba en casa. Se dice que Eleanor comenzó a documentar cada incidente, cada anomalía y cada sensación de ser observada, en sus diarios.

Pero él no era un asesino común. No buscaba la muerte de Eleanor, no tan pronto, sino algo más perturbador: quería que ella supiera que nunca estaba sola, que siempre había alguien observándola, incluso en sus momentos más íntimos y vulnerables. Era un juego psicológico.

Eleanor fue asesinada en el 1985 a los cincuenta años de edad en su propia habitación. Sus diarios, encontrados meses después, revelaron la verdad sobre el asesino y se convirtieron en una pieza central de la historia de la casa, una historia de terror con un final inesperado.

Sí, todo eso lo leí en el camino, en Wiki Actividad Paranormal.

—Bueno, pues después de ustedes —dice Jasper, haciendo un gesto hacia la entrada de la casa embrujada.

MY DARK LEXIEWhere stories live. Discover now