🩺CAPÍTULO 28🩺

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Los días había pasado tan rápido y con mucho trabajo, que me fue difícil cruzar camino con Dona o siquiera ver a Cole, solo me enviaba mensaje de ‹‹buenos días››, ‹‹buenas noches››, al estar ocupados con sus cirugías.

El día de hoy, atendería a los padres y mánager de Antonella, para tener una información más amplia del caso, y por supuesto, información actual.

Converse con ellos por más de tres horas, y al parecer las veces que Antonella se había intentado quitar la vida fue por no conseguir algo que deseaba, desde que su padre no la dejara ir de viaje, cuando perdió un concurso de canto, cuando se negaron a comprarle un auto, cuando no consiguió el vestido que quería, y actualmente no obtener al chico que le gusta.

Sus padres mencionaron que de pequeña le dieron todo, y cuando quisieras poner límites todo se volvió complicado. Y Antonella en sus arranques de ira amenazaba con quitarse la vida, y al ser la única hija siempre temieron que lo cumpliera. Por otro lado, el manager menciono que ella es alguien que se exige demasiado, y cuando no lograba lo que quería era cuando explotaba y comenzaba a hacerse daño, de igual manera solía atacar a sus empleados cuando estos se equivocaban, para ella todo debía salir como quería. Y ahora que tenía toda esta información, debía escuchar la versión de Antonella, si es que ella la quería compartir conmigo.

Cuando ellos se marcharon, me dirigí a la cafetería por un café frío y seguido al jardín.

Contemple el cielo, sin dejar de pensar que el caso de Antonella iba a ser en verdad difícil.

—Um, parece que algo te preocupa —a mi lado se colocó Ellen.

—Nuevo paciente —fue mi repuesta—. Por cierto, no te he visto en toda la semana, ¿todo está bien? —pregunté.

—Eres tan educada al preguntar, a pesar de que mi apariencia te diga lo contrario —expuso, pues lucia cansada, para seguido recargar su cabeza en mi hombro y abrazar mi brazo—. Qué jodida me siento, el mundo es un asco —murmuró.

Recargué mi cabeza sobre la suya.

—Aun así, jodida, escapaste de Mateo —dije, y ella rio—. Por cierto, ahora que recuerdo, ¿Qué día acordaste con el doctor Cole para salir? —pregunté.

—14 de febrero —respondió.

—¿San Valentín?, ¿Por qué? —cuestione.

—Quiero ir a lanzarle huevos a los enamorados —fue su repuesta con una sonrisa traviesa—. Y ya que hablamos de enamorados, ¿A dónde estarán tú y Tronchatoros para lanzarles unos cuantos? —se enderezó y miró.

No vale la pena negarlo, ella siempre descubre todo, mejor dicho, sabe todo.

—No lo sé, ni siquiera lo hemos hablado —dije sincera—. Ahora, regresa a tu cuarto, es un día frío.

—Ellen —escuché el grito de Mateo, quien venía molesto hacia nosotros.

—Bien, nos vemos —se puso de mí y se encontró con Mateo.

La vi tomarlo del brazo y decirle algo. Mateo parecía querer reprimirla, pero al final soltó un suspiro y la guió al edificio

Saqué mi celular del bolsillo cuando este vibró.

Pervertido: Te extraño. Quiero abrazarte.

Miré a todos lados, en busca de Cole, con la sospecha de que estaba cerca.

Pervertido: Levanta la vista.

Al parecer sí acerté, por lo que obedecí, divisándolo en la ventana de su oficina.

Pervertido: Lamento no poder darte la atención que mereces por el trabajo.

Sin responderle o voltearlo a ver, entre al edificio y tomé el elevador de medicina.

Pervertido: ¿Estás molesta conmigo?

No respondí.

Al llegar al piso de su oficina, me acerqué a recepción.

—¿Está ocupado el doctor Cole? —pregunté—. Vengo a revisión de mi nariz. Me dijo que podía venir en cualquier momento que no estuviera ocupado —agregué.

Ha pasado ya unos días, ya no duele, pero es una buena excusa para verlo y no ser interrumpidos.

—Oh, claro, deje informarle que...

—No, si lo haces dirá que está ocupado para no atenderme, ya sabes cómo es —dije.

Ella me miró con duda, pero no me siguió mientras iba a la oficina de él. Era obvio que no quería meterse en problemas con Cole por darme el pase, pero tampoco conmigo por mi cargo.

Al llegar, toqué la puerta, y tan pronto escuché el ‹‹adelante›› entre.

Alcance a cerrar la puerta antes de que él me abrazara con fuerza y pusiera tensa, porque en verdad no creí que me abrazara, a pesar de decirlo en su mensaje.

Me sentía tan pequeña en sus brazos, pero a su vez protegida, una sensación que me agrado. Incluso podía escuchar los latidos acelerados de su corazón, algo que me puso feliz. Con una sonrisa en mis labios, lo abracé. Y ahora fue su turno de tensarse, al no esperar una repuesta de mi parte, pero tan pronto se recuperó, su agarre se volvió más fuerte, pero sin hacerme daño. Permanecimos por unos minutos en esa posición, hasta que creo distancia, pero sin liberar mi cuerpo.

—Mañana es 14 de febrero —dijo— Tengamos una cita —propuso. Asentí y él sonrió.

Lo abrazo de nuevo, y coloqué mi rostro en su pecho para escuchar sus latidos.

—Tus latidos están descontrolados —lo expuse. Hubo silencio y supe que la vergüenza lo invadía—. Me gusta que se ponga tan feliz de tenerme cerca —me aparte de él y mire—. Y por favor, deja de disculparte por no vernos, ambos hemos tenido mucho trabajo.

—Escuche que te dieron el caso de Antonella Laboreti.  Es algo complicado —acaricio mi cabello.

—No sé de qué me hablas —dije y él sonrió.

Nunca, pero nunca, hablaba de mis pacientes con nadie, a excepción de un colega que llevara el caso conmigo. La confidencialidad es algo que valoro mucho.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó.

—Sorpréndeme —sonreí.

Él estaba por darme una repuesta, cuando tocaron la puerta y tuve que retirarme con rapidez.

—He dicho que venía por mi nariz —susurré y él sonrió.

—Adelante —dijo, y la puerta fue abierta por la recepcionista.

—Doctor, ha llegado su paciente —dijo al asomarse.

—Gracias, doctor Cole, me retiro para no causar más molestias —salí de la oficina.

—No vuelvas a pasar a nadie sin antes informarme, ¿entendido? —lo escuché reprimir a la chica. Sonreí, porque seguía su papel.

NOTA DE AUTOR:

Aww😍, qué lindos son estos dos, me gusta que Jaz se anime a mostrar más afecto.

¿Qué creen que pase en San Valentín? Habrá acción o solo una dosis de miel para su diabetes.

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