، 🐺 : Discúlpate.

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Jungkook estaba feliz, mirando al pequeño omega durmiendo a su lado, se veía tan tranquilo y en paz, se perdió observando sus finas pestañas caer sobre sus pómulos algo amoratados por las ojeras y acariciando esa preciosa nariz suya, no sabe cómo es posible que exista un ser tan lindo como Park Jimin.

Aún es de madrugada, lo sabe porque el cielo está oscuro a través de la cortina, en el hospital lo despertaban temprano para la toma de signos y aún no se acostumbra a poder despertar cuando quiera, pero agradece eso porque ahora puede levantarse, ducharse y preparar el desayuno para Jimin, llevarlo a la escuela a tiempo y asistir por primera vez en mucho tiempo a la empresa.

Deja un beso en la frente del ojiazul y se levanta cuidadoso de no mover demasiado la cama, se dirige rápidamente al baño, en menos de 15 minutos ya está arreglado con su pulcra camisa blanca y pantalones negros, siempre ha sido alguien organizado así que se apresura a asear el cuarto de baño y deja su ropa sucia en su sitio correspondiente.

Camina hacia la cocina para comenzar, hará unos panqueques para el chico mientras que para él preparara el asqueroso licuado que tiene que consumir, se aproxima a las gavetas y consigue los ingredientes necesarios, lava sus manos con cautela y comienza el proceso.

Estaba vaciando la mezcla de panqueques en el sartén cuando escuchó la puerta ser cerrada en el piso de arriba, así que terminó su tarea y se asomó al pasillo para ver a un adormilado y tierno Jimin caminar directo a él mientras se tallaba su ojo con la mano hecha puño.

—¡Buen día, cachorro! —saluda el alfa con entusiasmo.

—Buen día —dice para después dar un bostezo que hace reír al mayor.

—Te preparé panques, en un momento te los sirvo —dejó un beso en su mejilla y volvió al sartén.

—Gracias —sonríe—. ¿Puedo ducharme? —tenía los ojos cerrados y su voz era más baja con cada palabra como si estuviera a punto de dormirse de nuevo.

—Claro, bonito —sonríe al verlo, se acerca y le aprieta la nariz suavemente haciéndolo refunfuñar—. El baño es esa puerta de ahí —señala a la distancia.

—Okay —asiente el castaño con los ojos aún cerrados y se encamina hacia el sitio, toma la ducha, se viste con el uniforme que debe llevar al Instituto por mera formalidad, una camisa de botones blanca con el escudo de la escuela bordado de lado izquierdo de su pecho, unos pantalones azul marino y una corbata del mismo color.

Está mucho más despierto y animado para cuando se reúne con Jungkook en la cocina, éste habla por teléfono así que solo le regala una sonrisa que hace que sus ojitos se achiquen al igual que el corazón del alfa, éste último de mera ternura, Jimin toma asiento en la isla y comienza por ponerle miel a sus panqueques.

—Si mamá, estoy bien —habla el ojiverde acercándose al menor, colocó su teléfono entre su oído y el hombro y desamarró la corbata del omega.

—¡Oye! —reclama en un susurro, pero guarda silencio al ver que el mayor está amarrándola de nuevo, se encoge de hombros despreocupado y corta el pedazo de panqué para después llevarlo a su boca mientras esquiva las manos del alfa que estorban su camino.

—Iré un rato a la empresa para ver como va todo —dice mientras mueve sus manos para anudar la corbata y esquivar la cuchara que Jimin trataba de llevar a su boca—. Ajá, te prometo que tendré cuidado, igual yo no manejaré —juraba a la bocina de su móvil mientras apretaba la prenda al cuello del menor sin ajustarla demasiado.

Seguía escuchando lo que su madre hablaba mientras acomodaba las mangas de la camisa blanca de Jimin, alisaba los bordes con delicadeza.

—Si, te aseguro que todo estará bien —sonríe hacia el ojiazul mientras le limpia un poco de miel que ha caído por su barbilla.

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