Capitulo 9 : Ya lo eres, eres mío, Harry Potter

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A la mañana siguiente Harry se preparó para salir al ministerio, mejor dicho a la prisión de azkaban. Necesitaba hablar con Malfoy.

— ¿A dónde vas? — escuchó a Ginny hablar, ésta estaba recostada en el umbral de la puerta con los brazos cruzados.

— Al ministerio — contestó seco —. ¿Qué tú no irás?

— Tal vez más tarde — dijo —, mamá me dijo que le podía llevar a los niños. Rita pidió mi presencia para el próximo partido entre Bulgaria y Escocia. Lo más seguro es que me encuentre con Oliver Wood, ya sabes; hace poco cambió de equipo.

Harry asentía mientras ella hablaba, y tampoco era como que le prestara la gran atención. Sus pensamientos y presencia no estaba en Ginny, sino; en Draco Malfoy.

— Ya debo irme, Gin — avisó y le dió un beso en la mejilla —. Adiós.

— Adiós — se despidió ella.

Azkaban

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Azkaban...

Harry iba apresuradamente a la celda de Malfoy. Éste al verlo llegar se extrañó cuando Harry siquiera lo pensó dos veces y entró a la celda.

— ¿Potter, que ha...? — apenas le dió tiempo de preguntar cuando los labios del castaño lo atraparon. El rubio posó sus manos en la cintura del contrario.

Ambos se separaron sólo porque el aire les faltó. Harry pensó incluso pedirle entre gemidos a Malfoy que lo besara de vuelta porque sus labios eran adictos, eran increíblemente suaves.

— No dejo de pensar en tí, Draco — confesó.

— ¿Qué? — preguntó Draco, en medio de una mirada perpleja.

— Yo...yo no sé qué me pasa, hablé con Hermione le confesé todo y atamos cabos...¡Ya sé quién testificó en tú contra!

— Tú esposa...la señora Ginevra de Potter. Siempre lo supe, pero que mierda importa — dijo.

— Claro que importa...yo quiero...no sé, ¿sacarte tal vez de azkaban?

— Pues...lo veo muy difícil, Potter — le dedicó una mirada maliciosa —. Muy difícil, más con la loca de tú mujer en el medio. ¿Es que acaso me andas provocando, Potty?

El de ojos verdes rió e inquirió:

— Ni en tus sueños....es sólo que.. que — y esta vez fue el turno de Malfoy en besarlo. Ahora, el beso era salvaje y más necesitado que el primero. Bajando sus manos hasta el trasero del contrario, Draco alzó a Harry y éste enredó sus piernas al rededor de su cintura.

— ¿Quieres que te coja, eso es lo que quieres? ¿a qué sí? — preguntó con voz dura y Potter asintió con entusiasmo —. Pues lanza un hechizo silenciador, porque te daré por lo que viniste, corderito bonito.

Noches En Azkaban | Drarry  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora