II.

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Sentía que sus cabellos comenzarían a caerse por el estrés en el que se encontraba, la situación en las fronteras comenzaba a rebasar al ejército que había ido con él para contenerlos, cada vez eran más los grupos de choque que comenzaban a unirse a aquella guerrilla financiada por los opositores al gobierno de su padre. Temía mucho por cómo terminarían las cosas, temía que el día de mañana todo se saliera de control y perdieran de gran manera.

Temía que se estuviese formando una conspiración contra el gobierno de su padre, cada vez que atrapaban al enemigo siempre daban pistas de que algo más grande sucedería. Esperaba que no fuese así, porque sería devastador por los pasos agigantados que se hizo durante el poco tiempo de gobierno.

Jungkook sabía que eran despreciados por los de su clase, sabía que les habían dado la espalda al implementar una forma de gobierno que no les beneficiaba en nada. Cuando su padre puso a los más necesitados por encima de los patrones que tenían las manos llenas de plata, todos ellos les miraron desde lejos esperando y conspirando en su contra. Porque era inconcebible que los dejarán atrás, era inconcebible que pusieran a los agricultores, a los obreros y a los pobres por encima de los terratenientes. Les quitaron sus privilegios y los bajaron de la nube en donde se sentían intocables, su gobierno era humano con los marginados y eso enfureció a una pequeña parte de su nación.

Lastimosamente el haberse convertido en el enemigo de los aristócratas había sido lo que empezó está guerrilla en las fronteras, los más ricos de su país le habían dado la espalda a su gobierno y habían hecho de todo para ver su caída.

Era cansador, estresante y le estaba costando la sanidad de su mente. Temía despertar y que toda una tropa armada hasta los dientes le esté apuntando con rifles para tomar su base.

Suspiro por sexta vez en la mañana, revisaba las estrategias para evitar que la guerrilla se siga expandiendo, pero por más estrategias que hiciera junto a los otros oficiales nada resultaba factible. Como si alguien se memorizara las movidas para atacar por las espaldas, y eso era otro más de sus muchos problemas. Un posible traidor entre sus filas. Tenía sentido, los hijos de los aristócratas eran militares pues eran los que se podían costear toda la educación desde cero, así que era probable que le estén apuntando con una navaja por la espalda ahora mismo.

“Señor, le acaba de llegar correspondencia.” Después de un breve toque a su oficina uno de sus soldados entró con una carta en mano.

Reconoció el sobre al instante, su omega tenía la costumbre de adornar sus sobres con pétalos de rosas. Sonrío enamorado y aliviado, una carta de su Jimin quitaría todo el estrés de sus hombros.

“Gracias, Hyunjin, puedes retirarte.” Sonrío con amabilidad y tomó la carta entre sus manos, esperando a que su soldado saliera por la puerta para así llevar el papel a su nariz.

Inhaló el aroma impregnado en el sobre, sonrió una vez más al reconocer la colonia de vainilla que Jimin siempre usaba para escribirle. Un gran detalle para recordar su compañía en estos días tan grises.

‘Querido amor mío.

Sé que ahora estás muy ocupado, lo entiendo. Pero se me hace imposible no expresarte lo mucho que te extraño, estamos en la misma ciudad pero aún siento como si estuvieras en la frontera.

Te extraño mucho.

¿Podríamos vernos? Siquiera unos pocos minutos, me basta con verte dos minutos.

Repito, te extraño mucho.

Tuyo, Jimin.’

Suspiró complacido y frustrado. No quería que su omega se sintiera de esa forma, tan solo cuando está tan cerca de él, eso no estaba bien.

Las rosas hurtadas ; km omegaverseWhere stories live. Discover now