III.

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A pesar del dolor de espalda y la pesadez en su cabeza, hizo todo lo posible por acaparar toda su mañana diseñando el anillo perfecto para su omega. Su imaginación voló, los recuerdos lo asaltaron y el boceto se hizo solo. Siempre se había imaginado a Jimin con un solitario ovalado, con un diamante brillante en medio para que adornará su bella y delicada mano. Sonrío al ver su diseño plasmado en la hoja, estaba ansioso por llevárselo al joyero con el que había estado conversando cada mes para anticipar el anillo de compromiso.

Su mente estaba tan distraída que olvidó por un momento lo que pasaba en su país, olvidó las bajas y el territorio perdido, olvidaba las amenazas y las injurias. En su momento de amor intenso por su omega olvidaba que, el gobierno de su padre corría grave peligro y que existía un reloj de arena que contaba los segundos restantes.

El amor lo puede todo, hasta olvidar la angustia que acechaba a Jungkook.

El amor salvaba, a Jungkook lo salvó de perder un tornillo por las constantes puñaladas por la espalda.

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Pasó exactamente una semana desde que le entregó su diseño al joyero, su orden ya estaba lista para ser entregada con un lazo y una declaración de amor eterno. Con ansias miró el anillo y se sonrojo por lo hermoso que se veía, Jimin luciría precioso con esa joya entre sus dedos, estaba ansioso por verlo usarlo y pasearse por las calles anunciando que su vida se enlazará a la suya.

Después de hacer todas las cosas que estaban en su lista de quehaceres, compró un ramo de rosas blancas y se encerró en su oficina para comenzar a escribir. Trato de colocar en palabras todo su amor y anhelo por pasar su eternidad al lado de Jimin, mordía sus labios y se sonrojaba con cada palabra plasmada en el papel.

Esperaba que su declaración fuera la misma a la de un cuento de hadas, quería plasmar este momento en las estrellas para mirarlas cada noche y suspirar entre recuerdos.

Al terminar su pequeña carta soltó una bocanada de aire, tomó todo lo que tenía que llevar y salió de su oficina para buscar a Jimin. Estaba nervioso, tanto que había vuelto unas dos veces a su oficina para recoger cosas que olvidaba; como las llaves de su coche.

“Tranquilo, Romeo, ¿por qué vuelves tanto?” En una de sus vueltas a su oficina se encontró con su mejor amigo, Seokjin.

“Siempre se me olvida algo.” Rió nervioso mientras negaba con la cabeza, mostró el sobre que contenía su carta. “Estoy nervioso.”

“Se nota.” Rió dándole una palmada en su espalda. “Pero tranquilo, ¿qué puede ser lo peor que pasaría? ¿Que te diga que no? Pff, el te ama.”

“Ya sé, pero aún así, siento que me desmayare por los nervios.”

“¿Qué crees que diga su padre?”

“Ahora me pones peor.” Negó con la cabeza mordiéndose el labio inferior. “Siento que su padre me matara cuando vea el anillo. Pero, bueno, ¿qué puedo hacer? Ya le dimos mucho tiempo para que se acostumbre a lo nuestro.”

“Yo, si tuviera al hijo del presidente, oficial, militar condecorado; comiendo de la mano de mi único hijo omega, estaría feliz. Pero no todos son yo, ¿no?”

Jungkook rió, le alivió de cierta forma compartir un buen momento al lado de su mejor amigo.

Para despedirse se dieron una palmada en la espalda y un abrazo, con una sonrisa impecable Seokjin le deseo toda la felicidad a Jungkook: “Espero que este día termine con una sonrisa en sus rostros, mucha suerte y felicidades Jungkook.”

Después de pasar un pequeño momento al lado de su amigo, se subió a su coche y fue de inmediato por Jimin. Ya le había adelantado que tendrían una mega cita en donde irían por distintos lugares en donde se tomarían fotos y disfrutarían el clima.

Las rosas hurtadas ; km omegaverseWhere stories live. Discover now