-24-

11 2 0
                                    


-Mi respuesta sigue siendo no.

-¡Majestad!

-¡Sed sensato!

-¡Abra los ojos!

-El príncipe Monoma está firmando alianzas con los países potencialmente más fuertes en armas. Nos destrozarán.

-Tenemos que reforzar nuestro ejército.

-Si nos aliamos con Europa no solo ganaremos en armamento también en otros sectores que ampliará el comercio en nuestro país dando mucho trabajo y platos sobre la mesa a los más vulnerables.

-Leed las cartas, poneros en contacto con el líder europeo.

-Os lo suplicamos, majestad.

Bakugou ni siquiera lanza una sola mirada a ese montón de papelajos que hay sobre la mesa. El resto de los presentes esperan ansiosos a que entre en razón y acepte.

-No voy a iniciar una guerra mundial solo porque Neito no tiene los cojones de enfrentarse a mí.

Resoplidos.

Desesperanza.

Abatimiento.

Los buenos ánimos se desploman de golpe. Todos se habían puesto de acuerdo, a excepción del marqués Himura que era de la misma opinión del Rey.

-Majestad, he sido testigo del buen arsenal de armamento que utilizan en China y no es ninguna broma. Han creado bombas que pueden arrasar ciudades enteras.

Un murmullo de pánico recorre la estancia.

-Mis hombres que trabajan como espías me han hecho entrega de los planos de dichas bombas.- expone un gran mapa sobre la mesa. Todos callan. Lucen aterrados, pero en realidad el brillo de avaricia en sus miradas les delata. Las quieren. Quieren que su país las tenga. Quieren que les den vía libre para crear las suyas propias y arrasarlo todo llevándose la victoria.

Bakugou siente ganas de vomitar por la escoria con la que comparte mesa.

-Si no tienen nada más interesante que contar procedo a marcharme.

Hace el amago de levantarse siendo detenido por las suplicas.

-¿Cómo lucharemos entonces?

-¿Con espadas, lanzas como antiguamente?

-Nos devorarán.

-Nos masacrarán.

-Estáis condenado a vuestros pobres soldados solo porque vos no-

El príncipe cuyo nombre Bakugou no recuerda ni necesita recordarlo pues sabe bien de qué pie cojea, calla de golpe ante su asesina mirada.

-Continuad, por favor. No os quedéis en silencio.

Éste balbucea. Busca ayuda en aquellos que se sientan frente a él.

Nadie se la presta.

Bakugou suspira riéndose. Sabe muy bien lo que todos piensan. Si la guerra sigue su curso es por su incapacidad de tener hijos.

-Todo se solucionaría si nuestro amado Rey tuviera un heredero.- se giran hacia el recién llegado. El Canciller inclina la cabeza en forma de saludo y recorre con paso lento el lugar hasta colocarse junto a Bakugou – Pero os traigo una mala noticia, majestad – Bakugou le mira de reojo. No esperaba que el Canciller acudiera a la reunión y su solo presencia le hierve en ira – Siento tener que informaros de que nuestra amada y querida reina ha fallecido.

Mi Vida Por La VuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora