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Por mucho que Bakugou ha ordenado hasta la saciedad que no fuera vestido por él, el obispo le recalcó que fue él mismo quien lo nombró su médico, chambelán y mayordomo personal, por tanto, solo Midoriya podía vestir al Rey para el día de su boda.

Ni una sola palabra.

Ni una mirada.

Ni una lágrima.

Viste al Rey como el mayordomo personal que es.

Nada más.

Ya no hay sonrisas cómplices.

Ni búsqueda de labios contrarios.

Ni risas bajo las sábanas.

Ni abrazos protegidos por las estrellas.

Desde la votación el camino hacia el altar ha ido más rápido de lo esperado. No había forma de frenar el matrimonio. Ya no tenía cartas que mostrar. Ni batallas que le dieran la victoria.

Solo dolor.

Soledad.

Y ganas de ver las aguas del río tornarse rojas.

Sentado frente al espejo, Bakugou ve de reojo como Midoriya le coloca la peluca rubia. Cómo la peina. Cómo le da forma con sus delicados y perfectos dedos los cuales quiere apresar entre sus manos para besarlos entregándole su corazón para que se lo guarde.

Cierra los ojos y su corazón bombea lágrimas de sangre recordando el día en el que Midoriya le cortó el cabello, los días venideros a ese, lo feliz que le hizo ser defendido ante sus amigos, cómo le cuidó cuando fue sanado por el brujo, el llanto de felicidad y dicha al escucharle cuánto lo amaba y cuánto deseaba estar junto a él, su única boda que para él hubo en su miserable vida, y todo lo que vino después hasta el día de hoy siendo despertado por los aún cálidos labios de Midoriya sobre su mejilla.

-Pase lo que pase os seguiré amando, Katsuki Midoriya.- recoge la lágrima silenciosa que cae en picado para no dejarla morir bebiéndosela – Pase lo que pase, éste pequeño de aquí será nuestro hijo. Recordadlo, y aunque me olvidéis a mí no le olvidéis a él, o a ella.

Bakugou va hablar pero Midoriya sale veloz de la habitación dejando sobre el tocador una flor de jazmín.

****
La boda ha sido lenta, aburrida y triste.

Ni novio ni novia han compartido sonrisas, ni miradas.

Han seguido el protocolo, han recitado el discurso que les correspondía.

Han actuado tal y como se esperaba de ellos.

Ni siquiera la celebración o la llegada de familiares, amigos o conocidos han logrado hacerles sonreír.

Bakugou no ha preguntado por Midoriya y Midoriya ha estado todo el tiempo en su jardín siendo vigilado muy de cerca por su ayudanta quien no le quita ojo.

-¿Lo tenéis?

Preguntan a la espalda de la alfa.

-No os saldrá barato, canciller.

-Os pondré a vuestra disposición a todos los omegas que pidáis. Estarán deseando conocer a la mejor amante de palacio.

-Solo quiero a ese.

Señala mordisqueándose el labio inferior.

-Lo tendréis.- toma lo que Uraraka le tiende – Lo tendréis.

****
Todo está más que preparado.

La habitación real que compartirá Bakugou con su recién convertida mujer y reina está más que preparada.

Mi Vida Por La VuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora