Capítulo 66

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Maratón 3/3

Todos se habían ido y se habían quedado solos. Al fin solos los dos.

Henry tomó a su esposa de la mano.

―¿Hora de conocer la casa?

―Pensé que no llegaría el momento.

Caminaron juntos hacia la casa. Henry abrió la puerta y ante ellos apareció lo que era su nuevo hogar. Un pasillo ancho, un enorme y bien decorado salón con techo alto, muebles muy modernos y escaleras en forma circular por las dos esquinas que daban al piso de arriba, todo parecía sacado de una revista de las mansiones más caras del mundo.

―¿Qué te parece?

Observó a la chica que todavía llevaba de la mano, ella estaba evidentemente embobada por las vistas y se había quedado sin palabras.

―Maravilloso―susurró admirándolo todo. Miró a su esposo con una sonrisa emocionada en los labios―. Me encanta. ¿Miramos la cocina?

No esperó a que le contestara y lo arrastró hacia lo que parecía dar a la cocina. Era realmente amplia con materiales muy modernos y una encimera amplia y muy práctica. Se soltó de él y caminó por la estancia, junto al ventanal había una mesa de desayunar. La luz de fuera era capaz de alumbrar la estancia y aquello era realmente bello.

―Esto es...simplemente maravilloso. ―dijo volviéndose a verlo. ―Dudo haber escogido mejor que esto, gracias.

―No tienes que agradecerme por esto―habló él caminando hacia ella―te mereces todo esto y mucho más. Pero ya que estamos con los agradecimientos, se me ocurre una agradable manera de ser compensado. ―arrastró un mechón de ella detrás de la oreja suavemente logrando que la chica se estremeciera, adoraba seguir siendo capaz de producirla eso.

―Y...¿cómo quieres...ser compensado?

―¿No lo sabes? ―la chica negó con la cabeza y él esbozó una sonrisa. se acercó aún más a susurrarle al oído. ―Permíteme demostrártelo.

Emma se estremeció al sentir el contacto de sus labios sobre su cuello mientras estaba siendo besada suavemente.

―Henry―susurró su nombre mientras cerraba los ojos.

―Dime―habló sin dejar de hacer lo que hacía, sino en cambio pasar sus manos por su cintura y su espalda para pegarla a él entre tanto que se conducía hacia sus labios y los besaba con deseo y voluntad. La chica elevó los brazos y los rodeó por su cuello siguiendo de esa manera su juego.

Henry la alzó sin dejar de besarla y caminó con ella hasta la encimera sobre la cual la dejó sentarse y siguieron besándose con desesperación y deseo. Emma lo ayudó a deshacerse de su chaqueta, la cual terminó tirada sobre el suelo y enrolló sus piernas alrededor de su cintura.

Él pasó su mano por debajo del vestido de la chica y acarició su piel oculta, él jadeó al ser consciente de cuanto la deseaba, ¿qué había de malo en ser más originales y probarlo en un lugar distinto? Tampoco es que tuviera la voluntad de irse a otra parte. Pasó su mano por la zona íntima de la chica, ella lo estaba deseando tanto como él a ella. La desprendió de su fina prenda interior y ésta tuvo el mismo destino que la chaqueta.

Emma lo ayudó a quitarse el cinturón y hacer florecer su miembro que palpitaba con tanta fuerza por ser liberado. Una vez se introdujo en ella de una sola estocada, los dos soltaron un gemido de placer, se detuvieron un rato mientras sus respiraciones de mezclaban.

―Te amo―dijo él.

―Yo también te amo. ―acto seguido, comenzaron las embestidas. Emma se aferró aún más a él asegurándose de no perder ningún centímetro de aquel miembro que le pertenecía por derecho dentro de ella. Amaba con locura a ese hombre y amaba que fuera él el único que pudiera hacerle sentir todas aquellas sensaciones maravillosas que estaba sintiendo en ese preciso momento.

Sus jadeos podían escucharse por toda la cocina, pero eso daba igual, solo eran ellos contra todo a su alrededor. Sentían que llegaban al orgasmo y se intensificaron las penetraciones, eran rápidas y profundas. Sin detenerse, Henry la tomó por el cuello y la besó salvajemente sin dejar de embestirla una y otra vez hasta que juntos llegaron hasta el esperado orgasmo. La chica se desplomó sobre su hombro mientras respiraban entrecortadamente.

Al recuperar el aliento, Henry la tomó por la barbilla y la besó con suavidad y dulzura.

―Has estado increíble. ―dijo él y ella sonrió ruborizada. Le dio a él un beso en la mejilla. ―¿Qué te parece si vamos a conocer nuestro nuevo cuarto?

Emma miró a su esposo, en su rostro podía ver que aquella aventura apenas acababa de empezar, que su amor deseaba mucho más y afortunadamente ella estaba dispuesta a complacerlo en todo lo que quisiera.

―Me parece una idea estupenda.

Henry sonrió contento, justo como a un niño a quien acababan de regalarle su juguete favorito. Tomó a la chica en brazos y cuidadosamente caminó con ella hacia su nuevo cuarto por las escaleras circulares.

La habitación dejó aún más asombrada a la chica. Henry la depositó cuidadosamente en el suelo una vez se encontraron dentro. Emma viajó la mirada por todo el espacio. Era muy espaciosa; unos juegos de sofá junto al gran ventanal con vistas hacia el patio trasero, una decoración impecable y la enorme cama con sábanas de encaje cubierta de pétalos de rosa, y sobre la misma una bandeja con champán y bombones. Caminó hacia allí y pasó las manos por la suave tela de la sábana.

―Todo parece un sueño―dijo con una sonrisa en los labios. Henry caminó hasta alcanzarla.

―Te mereces mucho más que esto.

Emma se volteó para verlo.

―Tú eres más que todo esto, y te tengo.

Sí, todavía existían palabras que podía pronunciar ella y desarmarlo por completo, ¿qué había hecho para merecerla? A parte de mantenerle la mirada, no sabía qué decir, se había quedado sin palabras. La chica sonrió satisfecha y se dio la vuelta.

―¿Me ayudas con el vestido? ―él carraspeó y se concentró.

Se acordó de aquel día en que tuvo que ayudarla a deshacerse del vestido de boda, se había aguantado las ganas de apreciar su tentador cuerpo, pero ahora era totalmente distinto, se conocía ya cada rincón de aquel apetitoso cuerpo y lo deseaba cada vez más. Apartó su pelo a un lado y besó su cuello, ella cerró los ojos y se dejó llevar.

Pasó sus manos por el cierre del vestido y poco a poco fue arrastrándolo hacia la parte baja. El vestido se cayó al suelo dejándola completamente desnuda. La chica se dio la vuelta para tenerlo de frente. Henry escudriñó su cuerpo con sus ojos cargados de deseos.

Acarició sus brazos una y otra vez y regresó a besar su cuello. Mientras lo hacía, se desabrochó rápidamente la camisa y la echó a un lado, quería estar ya en contacto con su piel. Cargó a la chica y la dejó tendida sobre la cama, se miraron por unos instantes, pero entontes Emma lo tomó por el cuello y lo atrajo para así ser besada por él ahora que podían sentir el contacto de cada uno. Esta iba a ser la mejor luna de miel de la historia.

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⏰ Last updated: May 16 ⏰

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