charla con papá y planes

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―¡Papá! ―Jennie grita ni bien cierra la puerta. Sube las escaleras y corre hacia la habitación de su madre―. ¡Pa!

El omega que está sentado en un sillón en su balcón tiembla ante el grito del susto y vuelca un poco del té que estaba bebiendo sobre el pequeño platillo. Él se gira, la mira con sus ojos de padre preocupado y recorre todo su rostro.

―¿Pasó algo, cachorra?  ―pregunta cuidadosamente y Jennie solo quiere patalear como una niña caprichosa.

―¡Sí! ―se cruza de brazos y se acerca a la pequeña mesita de madera que tiene una bandeja llena de frutas y tostadas, toma una servilleta de papel y se la entrega al omega mayor―. ¿Por qué no me lo dijiste?

―¿Qué cosa, cachorra? ―frunce su ceño y deja el platillo con la tacita de té en la mesita mientras seca con la servilleta―. No entiendo de qué me estás hablando, cariño.

―¡Casi haces que corteje a una omega y ni siquiera lo sabía! ―exclama y se tira en el pequeño sillón que está frente a su padre, se cruza de brazos.

El omega la mira cuidadosamente y le recorre el rostro con su mirada avellana, una sonrisa se expande por su rostro y finalmente una risa acompaña la sonrisa.

―¿No lo sabías? ―él ríe y niega con su cabeza, lleva una mano a su pecho para contenerse―. Esa omega estaba tan preocupada por ti cuando te trajo que creí que eran pareja.

―¡Nunca me enseñaron cómo cortejar apropiadamente! ―hecha su cabeza para atrás y el silencio de su padre la preocupa.

―Bueno... nunca preguntaste, cariño ―sonríe suavemente y su mirada es cálida, tan gentil y paternal como siempre lo ha sido―. Sólo pensé que un pequeño empujón podría ayudar al asunto, pero veo que las cosas no salieron como yo esperaba.

―No... Solo... ―Jennie suspira y esconde su rostro entre sus manos―. Es complicado, papá. Lisa y yo ni siquiera somos amigas. Dudo mucho que siquiera le caiga bien a la omega.

―¿Entonces sí te gusta? ―Jennie niega efusivamente con su cabeza y su padre se para del sofá.

Él se sienta en el brazo del pequeño sofá y soba su espalda. Jennie no tiene rostro ni corazón para decirle a su padre que Lisa solo es parte de una estúpida apuesta. Una apuesta que ya ni sentido tiene si se detiene a pensarlo correctamente. Si analiza las cosas, la única idiota que está cayendo enamorada es ella misma.

―Bueno, no puedo negarte que es muy bonita y que huele bien —Jennie se encoge de hombros y sonríe tímidamente. Su padre le pega en el hombro.

―¡Yo no te enseñé eso, Jennie! ―su padre tiene el ceño fruncido y su tono es duro, sabe que la está regañando―. Estoy muy seguro que esa jovencita es mucho más que cosas superficiales. Estoy seguro de que tu alfa la habrá reclamado como pareja.

―¿Qué? ―Jennie se para del pequeño sillón y mira a su padre horrorizada―. No. Y no. Definitivamente no —el hombre se cruza de brazos y rueda los ojos.

―¿Entonces piensas que yo soy sordo o que las paredes de esta casa no son como de papel? ―Jennie enrojece y su papá sonríe malvadamente―. ¡Tuve dos cachorros y los conozco perfectamente! Estuviste llorando por esa omega durante todo tu celo.

―¡Mentira! ―Jennie enrojece más y se cruza de brazos, esquiva la mirada del contrario―. Solo eran las hormonas del celo.

―¡No te atrevas a mentirme en la cara! ―se queja, su ceño está fruncido y tiene una mirada de preocupación. Suspira y se para a abrazarla―. Sé lo que mis ojos vieron y esa jovencita estaba tan preocupada por ti cuando te trajo y cuando tu alfa obedeció a la omega, a su omega, no podía creer que mi hija ya había encontrado a su destinada.

Put me in the sky, my love | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora