Capítulo 14

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《Decidir el camino, ya es un paso hacia el destino》

Sentía como mis botas se hundían un poco en la tierra del camino, mis labios se separaron y cerré los ojos aproximando mi mano derecha a mi corazón. Escuchaba mis latidos, mi mente reproducía la imagen de una barrera, esperaba que funcionará sino tendría varios balazos. Mi habilidad puede separarse en dos ramas; orativa o imaginaria, era extraño y complejo volver algo que imagino real, pero suele desatarse fácilmente cuando estoy perdiendo el control de mis emociones, ya que funcionan como un detonante para mi habilidad. No sentí ningún dolor pero mi corazón latía tan aceleradamente que pensé que se escaparía.

Mi corazón retumba dolorosamente,

Como si intentara romper el nudo que lo apretaba.

Cómo dolía el corazón, que por un pesar

Dejó su latir en los recuerdos del pasado,

Que dolorosamente me hizo llorar

En el infierno vivido.

Ahora no puedo respirar,

No me puedo mover.

Dime,¿cuánto costará ver la luz detrás del escarlata?

Visualice aquella noche, en el oscuro callejón dónde fui perseguida por aquellos pandilleros. Cómo retumbaba mi corazón del pánico impidiendo respirar, robándome con cada latido fuerzas para moverme, ese oscuro callejón en el amanecer se volvió escarlata. Y mi cuerpo con heridas se arrastraba de él, con duras penas que amenazaban aplastar el débil corazón de en aquel entonces, una simple niña. Mis uñas llenas de mugre y sangre rasguñaban el suelo firme intentando arrastrarme hasta que paré de moverme y solo podía dejar mi rostro en el charco de sangre, que reflejaba mi mirada oscura. Tan doloroso.

Con todas mis fuerzas giré mi cuerpo cayendo a espaldas en el charco de sangre, me quedé descansando mientras miraba el cielo nocturno sin ninguna estrella. Solo buscaba un consuelo, pero la silenciosa noche no me impedía escuchar los gritos entremezclados con los míos propios y los de los pandilleros, mi mente me asfixiaba con esas imágenes, dejándome un sabor amargo y ácido en mi boca, sin saber si era por la sangre o por los sentimientos que contenía.

Solo sabía que esa noche, era una más de todas mis noches de escarlata.

Las personas que custodiaban el edificio no podían moverse, sus armas cayeron al suelo resonando al chocar. Tenían los ojos tan abiertos que amenazaban con salirse sus orbes aterrorizados e inyectados de sangre. Probablemente ahora ven sus peores recuerdos, aquellos que los hicieron llorar y ahogarse en su propia angustia, los va a hacer verlos y sentirlos una y otra vez. Tal la conmoción que no podrán respirar, sentirán horror puro que empapa los huesos y recorre la sangre.

Ellos estaban en su propio infierno.

Yo simplemente seguí mi camino tranquilamente hasta estar a un metro de distancia de ellos, ahí solté las palabras importantes.

Tenía que parar, si es que quería cambiar de verdad.

Aunque ellos son criminales. No, son personas. Son seres humanos, no soy quien para arrebatarles la vida. Simplemente me debo tranquilizar.

Profundice en la oscura noche de aquel callejón escarlata, en las nubes que se movían en una danza lenta y pacífica. Decidí recordar el silencio que reinó casi llegando al amanecer de aquel día, como mi rostro a pesar de estar cubierto de sangre, fue bañado por cálidos rayos de sol.

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