Cuando pensaba que las cosas se iban a poner mejor, sucedió todo lo contrario. La vida dio un giro de tuercas e hizo que mi único deseo de que todo saliese bien se desvanezca cómo la pólvora en el desierto.
A veces suele pasar que la muerte de una persona te afecte mental y psicológicamente, como es normal en el cien por cien de los casos, a menos que seas un desquiciado que no le importe si alguien muere, pero si a ese mejunje le añades el hecho de que esas personas que han muerto son los que han estado en tu círculo más cercano por más de un año, ya sería el combo ideal para odiar a la vida. Lamentablemente, aunque quiera desaparecer de la existencia, no puedo. Hay una persona por la que aún tengo que seguir luchando en mantenerme en vida. Obviamente hablo de Joan. Él es la única persona que me queda. De todos los que amé, el único. Lo amo tanto... me excito con tal solo verlo.
El mismo día que eso pasó, decidí irme a vivir a casa de mi novio. No soportaba estar sola.
Pasó cinco días en total después del fallecimiento de Gabriel, Adriana y Blanca, y del secuestro de Blanquita, y como os podréis imaginar yo ya no quería salir ni de la cama.
Joan entendía la depresión que tenía en ese momento, tanto que las veces que entraba en mi cuarto, era solo para sentarse a mi lado y acariciarme. Por cierto, ¿hace falta que duermo en la misma habitación que Joan? Sí, su habitación tiene dos camas. Supongo que tiene hermanos y cuando eran pequeños dormían juntos. Volviendo al tema que nos atañe, aparte de las caricias, siempre me solía decir cosas bonitas. "Eres fuerte, cariño", "eres la chica más guapa que existe y que existirá", entre chorrocientas cosas más. También se ofreció a traerme el desayuno, la comida y la cena a mi cuarto, puesto a que si me levantaba, acababa cayéndome. No podía aguantarme nada caminando y si daba un paso me iba a desmoronar. Supongo que es lo que mi madre me decía: el amor va ligado a tus pasos: cuantos menos des, menos amor tendrás. Espera, ¿eso tiene algún tipo de sentido? Bueno, más que lo que me dijo Gabriel una vez: "¡Si deseas cocinar espagueti, tienes que ser expertagueti!" ¿Expertagueti? Las locuras que me soltaba mi hermano... las echaré de menos...
Echaré de menos los espaguetis que cocinaba Gabriel. En comparación a mi, era un tío tonto, pero demasiado alto. También era muy guapo, lo que hacía que casi todas las chicas cayesen rendidas a sus pies. De Adriana siempre echaré de menos sus consejos. Esos consejos que si les haces caso te ayudarán en un futuro. Supongo que ahora tendré que saber vivir sin ellos. ¡Vamos! ¡Que yo ya soy mayorcita! ¡¡NGAAAAAH!! ¡Debo dejar de pensar en eso!
El sexto día, me desperté cómo todos los días: despertando. Sí, en desperté despertándome, ¿que lógica del cojón, no? Sin embargo, ese día parecía especial, no es por qué estuviera soñando con peces con patas y lanzas gordas, era especial ya que... Bueno, era especial. Joan me despertó como todos los días:
-Buenos días, mi princesa querida guapetona hermosa -me dijo mientras subía la persianas-
-Ayyy, cinco minutos más... -le dije con los ojos abiertos y con mucho sueño-
-¿Cinco minutos más? ¡Pero si son las diez de la mañana!
-¡Es que tengo mucho sueño! -dije girando mi cuerpo-
-Ay, tú siempre así de dormilona...
-¿Por qué te despiertas tan temprano? -le pregunté-
-¡Esa es una muy buena pregunta!
-Vamos, que tampoco Dios ayudará si madrugas. Tiene que haber una razón de peso -dije sentándome en la cama-
-Si que la hay, pero no te puedo decir cuál es -me dijo algo serio-
-¿Y por qué no? Yo te cuento todas mis cosas.
-Es que... no quiero que te preocupes más de lo que ya estás.
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El vacío de la vida
RomancePaula, una joven de 18 años, carga con el peso de la soledad tras la muerte de sus padres a los 15 años. Sus hermanos, Gabriel y Adriana, la abandonan y se marchan a vivir a sus propias casas. Incapaz de pagar la hipoteca, Paula se refugia en una ca...