—Soph... —escuché una voz suave, muy lejos de mi. —¡Sophia despierta!
Mis ojos pesaban, quería abrirlos, pero se me hacía tan difícil.
—Sophia, mamá y papá ya están alistándose para irse, ya levántate. —logré abrir mis ojos. Ana estaba frente a mi cama. —Amelia, mamá y papá se van hoy, te están esperando afuera.
—¿Y no te ibas tú también?
—Manejaré todo con los publicistas desde aquí, papá decidió que era mejor si me quedaba. Vamos, te esperan para poder irse.
—Ya salgo. —sumé la mitad de mis fuerzas para soltar esas palabras. Ana salió de mi habitación, y yo junté la otra mitad de mis fuerzas para poder sentarme y levantar mi cuerpo.
Una puntada fuerte atacó mi cabeza. Llevé mi vista (un poco borrosa) hacia el reloj el cual marcaba las 7:15 am. No había dormido mucho.
La puntada se intensificó cuando todos los recuerdos de la noche anterior hicieron posesión de mi mente, ¡había tenido sexo con Benjamín! Y creo que eso me había afectado más que el vino, nunca había tenido un encuentro tan rudo, y aún podía sentir mis piernas temblar de las fuertes envestidas de Benjamín Miller.
A duras penas, me levanté y salí en busca de mis padres. Ni si quiera fuí al baño a lavar mi cara, pero es que realmente mis energías estaban muy bajas.
—Dios mío, te ves terrible. —ignoré por completo el comentario de Mike y fui directamente hacia mi padre, envolviéndolo en un brazo.
—Me parece que el vino no es lo tuyo. —mi padre me habló dulcemente, depositando un beso en mi cabeza. Yo sonreí y asentí, por supuesto que el vino no era lo mío, pero tampoco era la causa de la debilidad que presentaba mi cuerpo, no había dudas.
—Nos veremos el día de tu cumpleaños hija, en la casa de la playa. —mi madre apareció a mis espaldas, iniciando un abrazo grupal al que se sumaron Mike y Ana, dejándome apachurrada en el medio.
—Por favor, a penas y puedo sostenerme de pie, están aplastándome. —todos se alejaron de mi riendo.
Abracé nuevamente a mis padres y caminé con ellos hasta la salida.
—Nos vemos pronto, pórtense bien, los amo.
—Y nosotros a ti mamá. —le dije sonriendo.
Mike acompañó a mis padres hasta la entrada del edificio y Ana y yo caminamos de vuelta a la sala.
—¿Por qué caminas como un zombie? —Ana me preguntó entrecerrando los ojos.
—Luego te cuento. —hablé bostezando y me fui de vuelta a mi habitación.
¿Cómo le explicaba a Ana que mi cuerpo estaba débil debido a que la noche anterior estuve sometiéndome durante horas a un vibrador que se encendía y apagaba agotándome por completo? ¿Cómo le decía sutilmente que mientras ella bailaba en el salón, a mi en el baño me daban como a pandereta de evangélico?
Me tiré en la cama boca abajo, ni si quiera podía sentir mis piernas. Evidentemente lo de anoche había sido muy brusco para mi cuerpo, luego de todo un año sin nada de actividad sexual. Aunque creo que lo que más logró agotarme fue el vibrador... La sensacion llegaba a cada una de mis extremidades robándome todas las fuerzas, en su momento era excitante, pero ahora estaba sintiendo las consecuencias.
Mis ojos ya se estaban dejando vencer por el sueño cuando escuché una llamada entrante de mi teléfono, que por suerte pude alcanzarlo al estirarme un poco.
—¿Por qué llamas tan temprano?
—Hoy tuve que ir muy temprano a atender un asunto, quise ver si estabas despierta.
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Encantadora
RomanceUna chica que apenas inicia la transición a la adultez, desencadenando un "hechizo" arrollador en los hombres que la rodean, lo cual se convierte en un dilema cuando se ve inmersa en un triángulo amoroso que la sumerge en un torbellino de emociones...