Capítulo diecisiete: Tranquila, llora.

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  Dalma se había quedado en medio del salón asimilando lo que había pasado, su jefe la había besado frente a sus familiares, aún no sabía como reaccionar a eso.

Con la música suave de fondo trato de calmar su loco corazón, que con la inesperada acción se puso a latir de una manera que parece que daría algo en cualquier momento, miro a donde se dirigió Daemon y solo pudo ver su espada perderse cerca de una masa de gente.

«Bien es momento para que me tranquilice»

Se quedó mirando un jarrón con unas flores, apreciando su belleza, se le acerca una mujer ya mayor y la contempla junto a ella.

—Son preciosas, no es así. —dice con una voz dulce.

—Sí, aunque siento que las flores desentonan con el diseño del jarrón.

—A ver a qué te refieres —pregunta curiosa

—No soy experta, pero a tener el jarrón un diseño tan suave y sofisticado, pareciendo así un jarrón chino, habría otro tipo de flores y no unas margaritas, pero también debo de aclarar que lo hace mucho más visual.

La señora la ve raro como si comprendiera lo que piensa, le sonríe y se va.
Se vuelve a quedar sola, cuando siente que el teléfono comienza a vibrar, lo toma y es una llamada entrante de su madrina contesta, pero al no oír se va a un lugar apartado y apenas escucha, busca la salida del lugar, llegó afuera y el golpe fresco le golpea la cara.

—¡Dalma! ¡Dalma! ¿Sucedió algo? ¿Por qué te vas así? —Daemon no sé en qué momento, pero llego a donde ella estaba.

—Lo siento, señor, pero me surgió algo importante y me tengo que ir. —decía entre sollozos mientas miraba por si pasaba un taxi.

Cuando la vio así a punto de colapsar la detuvo nuevamente y ella explotó.

—Me quiero ir, ¡por favor déjeme!

—Te llevo, no estás en condiciones de ir tu sola.

—Se lo agradezco, pero quiero importunar, necesito ir a la terminal de autobús.

—La llevo, vamos suba ya vuelvo.

Acepto, subió al coche mientras iba a recepción a dejar un mensaje para sus padres, ella ya estaba impacienta tanto que ya estaba por salir del auto para buscar un taxi, cuando lo vio regresando y antes de entrar al coche oyó que terminaba una llamada.

Al oír que el auto marchaba solo miraba las farolas del camino cuando noto que el camino era diferente y no llevaba a la estación.

—Disculpe, señor, pero este camino no nos lleva a la estación, ¿a dónde vamos?

—No te preocupes, al ver lo alterada y angustiada decidí llamar para que preparen el helicóptero, llegaremos más rápido.

Ella iba a negarse, pero sería estúpido, luego se encargaría de recompensárselo, ahora lo que le importa es llegar lo antes posible al hospital.

—Gracias.

Después de eso ya no hubo charla, solo un silencio que ella agradecía, no quería hablar, solo buscaba silencio y al parecer él lo entendía.

En autobús tardaría tres horas en llegar, pero en el helicóptero solo una hora y unos minutos más, apena pudieron bajar, ella se lo iba a agradecer, pero también él bajaba junto a ella.

—Señor, ¿a dónde va?

—Contigo, quiero verte llegar a salvo a su destino.

—No es necesario, con lo que hizo ya estoy más que agradecida.

—Insisto vamos, ya tengo el coche preparado.

En efecto, allí hay un coche con un chófer.

—Buenas noches —dice el hombre —Soy Gabriel y estoy a su disposición —abre la puerta y entró sin decir más.

Daemon le pregunto donde debía de ir y ella le mencionó que al hospital, en el transcurso, le comentó que su madre está muy enferma.

Apenas aparcó en la entrada, salió corriendo hacia el edificio sin antes volver a agradecer a su jefe por tal atención, Daemon no sabía por qué lo hizo, pero se sintió bien, le iba a decir al chófer que lo lleve al hotel cuando encontró el bolso de Dalma, estaba tan apurada que no se dio cuenta de ello.

Se bajó y camino por el área de urgencias, pero recordó que le había dicho que su madre se encontraba internada y se dirigió a esa ala del hospital, cuando estaba en pasillo la escucho sollozar mientras la doctora le decía que era importante la operación, que si no lo hacen ahora mismo más tarde podría no haber tiempo, al segundo de escuchar eso la chica se cae de rodillas suplicando a la doctora que salve a su madre, Daemon al verla así se acercó tomándola por sorpresa con su presencia.

—Señor...

—Tranquila, llora si quieres.

y ahí en medio del pasillo y de rodillas en el suelo, ella se dejó abrazar por Daemon y llorar por todo lo que tiene que pasar, ella quiere mucho a su mamá y no quiere que se vaya, aún la necesita.

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Autora: Danna
Univers

El Ceo Que Compró Mi Virginidad Where stories live. Discover now