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- ¿Ruslana? - repitió Violeta, totalmente en tensión con esa llamada-. ¿Cómo que Chiara? ¿Qué pasa?

- Está en Atocha. No está bien.... Está en Atocha... en uno de los baños de al lado de... la zona de salidas, según me ha contado. Está teniendo un ataque de ansiedad. Ella no quería llamarte, pero yo sé que necesita ayuda. No puede sola... No puede respirar y...  Necesito que... vayas a ayudarla, por favor - mientras Ruslana relataba la situación, Violeta ya había cogido su bolso.

- ¿Qué? En Atocha... Un ataque... - repetía Violeta las palabras de la DJ, sin poder decir nada coherente-. Voy para allá, estoy saliendo. Buscaré un taxi. ¿Ella cómo... cómo está exactamente?

- No he entendido mucho. No podía... Casi no podía hablar - explicó Ruslana, también errática por los nervios-. ¿Habéis discutido?

- Sí - admitió Violeta, mientras se subía al primer taxi que había visto y daba las indicaciones al conductor-. Bueno, ella casi no ha hablado. Solo quería irse. Ha actuado como una completa gilipollas, la verdad.

- Joder, lo siento... Seguramente por eso ha explotado después... Mira que siempre le insisto en que se comunique si detecta señales, en vez de guardárselo y volverse de hielo... - Ruslana chasqueó la lengua, tratando de pensar cómo podía ayudar desde la distancia-. La voy a llamar, ¿vale? Así hablo con ella y la intento calmar hasta que tú llegues. ¿Sabes actuar en casos así?

- La verdad es que no... - se mordió el labio Violeta.

- Vale. A ver... Lo más importante es que no te asustes cuando la veas y sobre todo que mantengas la calma. Seguramente no va a querer dejarse ayudar, y si se deja, es porque está al límite. Ten paciencia, por favor - le pidió.

- ¿Esto le ha pasado más veces? - quiso saber la cantante.

- Sí, no es la primera vez... Sobre todo ayúdala con la respiración y si te deja, algo de contacto físico, como darle la mano... - aconsejó Ruslana lo que ella había hecho en otras ocasiones-. Cuelgo ya, ¿vale? Voy a llamar a Kiki.

- Eh... Vale - resopló la cantante, nerviosa.

- Gracias por ir a ayudarla, Violeta. Gracias - fue lo último que le dijo la DJ antes de colgar.

Violeta sentía su corazón latir sin ningún tipo de control y le sudaban las manos. Había pasado por todas las emociones posibles en menos de media mañana, pero la única que la invadía en ese momento era una preocupación enorme por el estado de Chiara. Todo lo demás pasaba a un segundo plano y podía esperar.

Violeta llegó a Atocha con el corazón en un puño mientras caminaba apresuradamente hacia la zona de los baños, siguiendo las indicaciones de Ruslana. Tras unos momentos de incertidumbre, escuchó sollozos provenientes de uno de los cubículos. Se acercó con cuidado y llamó suavemente.

- ¿Kiki? Soy yo, soy Violeta. Ruslana me ha avisado - informó-. ¿Me abres y así puedo ayudarte?

Dentro del cubículo, Chiara estaba acurrucada en el suelo, con las rodillas contra el pecho y los brazos envueltos alrededor de ellas. Había escuchado la voz de Violeta, pero no se sentía capaz de abrir la puerta. Estaba temblando y respiraba con dificultad. La situación se le había escapado de las manos y ya no sabía cómo sobreponerse.

- Kiki, cariño. ¿Oyes a Violeta? La he llamado yo. Viene a ayudarte. ¿Le puedes abrir, por favor? - rogó Ruslana a través del teléfono, tratando de sonar lo más suave posible.

- No... quiero... - intentó expresarse la morena-. No... que me vea así... No... No... quiero ser... un problema, Rus.

- Kiki, no pasa nada. Solo te va a ayudar. No te va a juzgar, ni está enfadada contigo. Yo he hablado con ella, ¿vale? - trató de convencerla Ruslana, cada vez más impotente.

Starstruck | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora