- Voy a contártelo - se decidió Chiara, verbalizándolo para convencerse a sí misma y poder cumplirlo-. A intentarlo, por lo menos...
- Eso es genial, Kiki. La intención ya me parece un gran paso. Te lo agradezco - Violeta posó una mano en la rodilla de la otra, dejando una caricia.
La paciencia, tacto y ternura de la cantante casi hicieron saltar un par de lágrimas de unos ojos esmeralda que se mantenían cerrados en busca de valor.
Chiara sabía que Violeta era un lugar seguro. Lo había demostrado siempre, pero especialmente esa misma mañana, ayudándola en su peor momento, incluso estando enfadadas por la discusión previa.
La traductora había huido sin querer darle ninguna explicación y, aún así, Violeta no había dudado en ir a su rescate. Como mínimo, se merecía sus explicaciones y entender la situación.
- No sé cómo empezar - admitió Chiara con un suspiro profundo.
- ¿Has tenido antes otros ataques de ansiedad como el de hoy? - preguntó Violeta, con voz suave y llena de preocupación, buscando la manera de facilitarle el relato.
- Sí - respondió Chiara, asintiendo lentamente-. He tenido varios... A veces más suaves y a veces más intensos. En todos siento que me voy a morir y que no se va a acabar nunca. Es muy angustiante... Ruslana es la única que me ha acompañado a veces y ha conseguido calmarme... Hasta hoy.
Chiara la miró a los ojos e intentó dedicarle una sonrisa, que salió un poco torcida por la emoción.
- El último ataque antes de este fue en Valencia, cuando hablamos las cosas en tu habitación y luego nos besamos y me fui. Fuera, en el pasillo me puse fatal. No tanto como hoy... Pero fue bastante complicado de gestionar sola y lo tomé como un aviso de mi cuerpo para no seguir avanzando contigo - explicó Chiara.
- Kiki... Yo te habría ayudado, como hoy - le hizo saber Violeta, a lo que la traductora negó con la cabeza.
- No te habría dejado ayudarme... Lo de hoy ha sido una excepción. Esto es algo que me guardo para mí. A día de hoy, solo Rus y tú me habéis visto así.
- ¿Y tu familia? - preguntó Violeta, ante lo que Chiara negó con la cabeza.
- No saben nada. El primer ataque de ansiedad que tuve fue cuando era adolescente - siguió contando la traductora-. Suspendí un examen y no quise confesárselo a mis padres para no decepcionarles. Pero luego, por callarme, sentí una culpa terrible. Y, al no desahogarme con nadie, esa culpa se transformó en mi primer ataque de ansiedad. Me pasó en el baño del instituto y Rus me tuvo que ayudar porque no podía respirar. Ahí nos hicimos más amigas y, desde entonces, siempre me ha cuidado sin decir nada a nadie. Esa era una condición mía. No soporto mostrarme vulnerable, ni ponerme en situaciones que me hagan sentir que lo soy. Mi cuerpo y mi mente no lo soportan...
Violeta asintió, su expresión era de comprensión y solidaridad.
- Mis padres son personas increíbles, pero es verdad que siempre han estado algo ausentes por el trabajo. Son médicos, ya sabes, siempre ocupados salvando a otros pero sin demasiado tiempo para sus propios hijos. Eso me dejó... bueno, me dejó sola con mis miedos y mis pensamientos desde siempre. Aprendí a ocultar cómo me sentía, a no molestar a nadie con mis problemas. En casa siempre aparentaba que todo iba bien, solo para poder disfrutar de los momentos con ellos. Era como si tuviera una máscara puesta todo el tiempo. Para mí, mantener el imaginario de la familia feliz era mi prioridad y no quería que nada pudiera empañar esa utopía. Y menos yo misma. Por eso mi tendencia era siempre encerrarme en mí misma. Evitaba los problemas. Y si los tenía, me los guardaba de cara a ellos. De hecho, lo sigo haciendo...
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Starstruck | Kivi
FanfictionNo hay nada que haga más feliz a Jay que conocer a Violetta, su artista favorita. ¿Qué pasará cuando Chiara, su hermana mayor, le ayude a cumplir su sueño?